El melocotón (Prunus persica) es una de las especies que más se ha caracterizado desde el punto de vista genético. Un grupo internacional de científicos acaba de presentar la secuencia del genoma completo del melocotón tras diez años de trabajo. Se trata del primer genoma completado para los cultivos de la familia de las rosáceas. Con este nuevo hallazgo, los expertos confían en mejorar el sabor de este alimento y hacer su cultivo más resistente a enfermedades y plagas. El artículo explica en qué consiste la información genética del melocotón y las frutas que ya cuentan con un mapa genético desarrollado.
El genoma es la información genética que contiene un organismo. En los alimentos como las frutas, los genes son los encargados de describir información sobre por qué adoptan cierto aspecto, por qué tienen unas propiedades nutricionales determinadas o qué hace que tengan cierta sensibilidad a determinadas enfermedades o plagas. La información sobre el borrador del genoma del melocotón está accesible desde el pasado 1 de abril en International Peach Genome Initiative (IPGI). Los expertos confían en que esta información tenga implicaciones futuras para otras plantas de la misma familia, como almendras, moras, manzanas, ciruelas, cerezas o frambuesas.
Información genética del melocotón
El genoma del melocotón permitirá desarrollar variedades de mayor calidad
Por su pequeño tamaño, el genoma del melocotón podría convertirse como modelo para otros cultivos, ya que el código de ADN para la maduración de la fruta o la jugosidad es el mismo en muchas plantas. Esta secuenciación permite entender mejor la biología vegetal, lo que se traduce en una herramienta muy útil para mejorar la calidad de todos estos cultivos. El desarrollo del genoma del melocotón ha servido para iniciar estudios con los genes involucrados en la calidad, el color y el sabor del melocotón.
El genoma del melocotón contiene, según informa el IRTA, centro que ha participado en el proyecto, «menos genes que el de manzana, pero es similar al de la uva». Según los responsables de la investigación, se han identificado 672 genes que juegan un papel importante en la producción y calidad del fruto. Con toda esta información, el objetivo es obtener melocotones con mejor aspecto y sabor que más se adecuen a las demandas del consumidor.
Mapas genéticos de las frutas
Antes del melocotón, otras frutas ya contaban con su mapa genético descifrado. Es el caso de la manzana, cuyo genoma quedaba completado en 2010. Entonces, un extenso grupo de científicos de distintos países, daba con el genoma de la manzana de la variedad Golden Delicious, uno de los más extensos. Como ahora, el hallazgo sirvió para destacar los rasgos de alta calidad de las manzanas y aportar nuevas variedades al mercado.
Más reciente ha sido el descubrimiento del genoma del melón. En julio de 2012, y gracias al proyecto Melonomics, se mostró un genoma de unos 450 millones de pares de bases y 27.427 genes, mayor que su pariente más cercano, el pepino, con 360 millones de pares de bases. Los expertos identificaron hasta 89 genes relacionados con el gusto y el aroma.
También se ha descifrado el genoma de la vid, en concreto de la variedad Vitis vinifera, con más de 30.000 genes codificadores de proteínas, de los que unos 89 son genes funcionales que facilitan la producción de resinas, aromas y aceites esenciales, los responsables de determinar las características aromáticas del vino. En su desarrollo, el objetivo ha sido doble; por un lado, identificar los «genes de las enfermedades» y, por otro, trabajar en la secuenciación de patógenos para determinar las vías por las que estos «atacan a la vid».
De la mano de la genómica, también se han secuenciado microorganismos patógenos responsables de toxiinfecciones alimentarias como Campylobacter, Staphylococcus, Listeria monocytogenes o E. coli. El objetivo es crear, con los datos obtenidos, procesos capaces de eliminarlos de forma más eficaz. En julio de 2012 la Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), iniciaba un proyecto de cinco años de duración para desarrollar una base de datos de la secuencia genética de 100.000 bacterias relacionadas con casos de intoxicación alimentaria en todo el mundo. Con el nombre de The 100k Genome Project, el objetivo es ofrecer las herramientas para identificar, de forma más rápida y eficaz, la fuente de contaminación.