La relación entre bienestar animal y seguridad alimentaria no es nada nuevo. De hecho, el proyecto europeo Welfare Quality ya puso de manifiesto que la mejora del bienestar de los animales de cría puede tener efectos positivos sobre su resistencia a las patologías y enfermedades. En esta línea, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) acaba de valorar los puntos que más influyen en el cultivo de los salmones atlánticos. De las condiciones a las que se sometan depende gran parte de su producción y calidad final.
Calidad del agua, densidad de peces, la dieta y el proceso por el que se clasifican, en función del tamaño de los peces, son los principales factores que afectan a su bienestar y, en consecuencia, a la seguridad de los productos que se van a consumir. Según el Comité Científico sobre Salud y Bienestar Animal (AHAW), organismo que aconseja sobre los peligros y el bienestar de los animales, en concreto de los destinados a la alimentación, la interacción de todos estos elementos es clave en la efectividad de los sistemas de cultivo de salmón y en la contribución de la protección de esta especie marina. Mejorar su gestión es clave no sólo para aumentar la producción sino también para que sea de más calidad.
Dieta, agua y densidad
Una alimentación adecuada, basada en el aporte de nutrientes como aminoácidos, contribuye a mejorar la producción de salmonesHasta ahora se ha establecido que la saturación del oxígeno en el agua se debe mantener sobre el 70% para mantener el apetito de los peces un su adecuado crecimiento. Sin embargo, la investigación realizada por el organismo europeo sugiere que estos niveles posiblemente pueden ser más altos. También la concentración de dióxido de carbono (CO2) es un factor a tener en cuenta, así como la intensidad de la luz. Por otra parte, si atendemos a la densidad de los tanques, veremos que se trata de uno de los factores que interaccionan de forma directa con otros como la calidad del agua: daños en la aleta, tasas de crecimiento bajas y la aparición de otras lesiones obligan a establecer niveles de densidad media que aseguren una adecuada producción.
En el caso de la alimentación, los expertos concluyen que la introducción de una alimentación no marina puede provocar problemas derivados de la carencia de nutrientes esenciales para su producción, como aminoácidos y ácidos grasos poliinsaturados. Optar por recursos alternativos, con componentes no marinos, podría llevar implícitos algunos problemas que no aparecen con una dieta a base de harina de pescado. Y es que se ha comprobado que la cría de salmones atlánticos requiere una dieta rica en aceite de pescado para cumplir con sus requisitos alimenticios. Si requisitos como los descritos se mantienen en unas óptimas condiciones, los animales se hacen más resistentes a enfermedades.
Un sector al alza
Mucha de la investigación realizada en la producción acuícola ha ido encaminada a fortalecer la producción para reducir la aparición de enfermedades. En este sentido, se explica que se trate de un sector que se trate de un sector que sólo en la UE ya representa, según datos de la Comisión, un 2,3% de todo el sector en el ámbito internacional, con una producción que llega a 1.380 millones de toneladas al año.Según las mismas fuentes, la acuicultura representa actualmente casi una quinta parte del volumen de pesca extraída en todo el mundo y un tercio de la producción total de pescado y marisco. Uno de los países con una producción más importantes es España, que, según datos de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (Apromar), en 2007 llegó a las 4.260 toneladas, un 10,6% más que el año anterior.
Una producción que ha destacado sobre todo en especies como la dorada («Sparus aurata»), la lubina («Dicentrarchus labrax») y el rodaballo («Psetta maxima»), a las que se les siguen, ya en el ámbito comunitario, la cría de truchas, salmones, mejillones y ostras. Las previsiones del Fondo para la Agricultura y la Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indican que, para 2030, la producción de este sector en todo el mundo podría duplicarse y llegar a los 40 millones de toneladas.
Poner al alcance del consumidor información sobre las enfermedades de los animales en las granjas y cómo se realiza la investigación en los laboratorios para solucionarlas es lo que pretende el proyecto “Viaja del laboratorio a la granja”. Impulsado por el Centro de Investigación en Sanidad Animal (Centre de Recerca en Sanitat Animal, CReSA), el proyecto se plantea como una herramienta en forma de web de difusión de la ciencia, pero dirigida al público general. Y es que la investigación en el ámbito de la sanidad animal tiene, tal y como han demostrado crisis como la de las vacas locas, gripe aviar, lengua azul o peste porcina, una importante repercusión en la vida de los consumidores.
Uno de los objetivos es demostrar, de forma dinámica e informal, cómo la investigación que se realiza en los laboratorios tiene efectos directos no sólo en la salud de los animales, sino también en la producción de alimentos derivados de animales, seguros y de calidad. Características de las enfermedades, síntomas más destacados y cómo se realiza el diagnóstico y prevención son algunas de las informaciones a las que tendrán acceso los consumidores. De lo que se trata, según los responsables del proyecto, es de mejorar el conocimiento general sobre la ciencia animal.