Microorganismos patógenos, desechos orgánicos, sustancias químicas, compuestos orgánicos, sedimentos o sustancias radiactivas son algunos de los mayores riesgos de contaminación en el agua y los que más vulneran su seguridad. A los ya tradicionales sistemas de desinfección, como el cloro y los rayos ultravioleta, se les podría añadir ahora una nueva técnica genética, desarrollada por expertos estadounidenses, que parte de la tecnología denominada RNA y que consiste en activar “interruptores moleculares” capaces de inhibir la acción de los genes de los hongos que contaminan el agua.
Más de mil millones de personas están expuestas a fuentes de abastecimiento de agua potencialmente nocivas cada año y casi dos de cada diez carecen de una fuente de agua potable segura. Estas son sólo algunas de las poco alentadoras cifras que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el acceso seguro al líquido elemento, un gesto que en el mundo desarrollado se percibe como algo natural pero que en los países en desarrollo se traduce en 1,8 millones de muertes cada año a causa de enfermedades diarreicas, de las cuales el 90% son niños menores de cinco años.
Nuevas técnicas para una mayor seguridad
Inmersos de lleno en el Decenio Internacional «El agua, fuente de vida» (2005-2015), promovido por la organización sanitaria internacional y cuya finalidad es intensificar los esfuerzos para garantizar su consumo seguro, expertos de la Universidad de Duke, en EE.UU., acaban de presentar una técnica genética que podría sumarse a las medidas para que el reto pueda cumplirse. La investigación, que aún se encuentra en fase preliminar, da cuenta de la capacidad de la denominada tecnología RNA para utilizar pequeños fragmentos de material genético coincidente con un segmento concreto del gen de los hongos que puedan contaminar el agua.El estudio, que parte de una técnica utilizada desde hace años en el ámbito biomédico, la denominada ARN (estudio de la expresión génica), podría convertirse en un sustituto de los tradicionales sistemas de descontaminación como el uso de cloro. Los primeros resultados han demostrado que se produce una mínima alteración de las cualidades organolépticas del agua. Sabor y olor quedan prácticamente inalterados, y algunos patógenos que habían empezado a mostrar cierta resistencia a los tratamientos convencionales sí son eliminados. La investigación, presentada en el encuentro anual de la American Society of Microbiology, en Boston, tiene visos de convertirse en una herramienta eficaz para inhibir genes para el control de bacterias y virus.
Los problemas
La contaminación del agua y, específicamente, los problemas que se derivan de ella, fueron los temas que se abordaron en la conferencia internacional «Water Pollution 2008», organizada por Wessex Institute of Technology del Reino Unido junto con el Instituto del Agua y de las Ciencias Ambientales y el grupo de investigación «Modelización Matemática de Sistemas» de la Universidad de Alicante. Durante la reunión, celebrada la semana pasada en Alicante, se trataron distintas situaciones relacionadas con la contaminación de las aguas en países tan dispares como Australia, México, Canadá, Portugal y España, tanto desde la perspectiva de la contaminación en lagos, ríos, aguas subterráneas y acuíferos, como desde el tratamiento de vertidos y la contaminación agrícola.
Desde principios del siglo XX, el consumo mundial de agua se ha multiplicado por siete, según datos de la UE, un aumento que ha ido paralelo a las amenazas de los recursos hídricos, también cada vez mayores. Industria o actividades como la agricultura suponen una nueva carga y amenaza para la seguridad del agua, sobre todo teniendo en cuenta que, por ejemplo, las aguas subterráneas proporcionan un 65% de toda el agua potable en la UE. Evitar que se contamine con nitratos, plaguicidas, metales pesados o hidrocarburos clorados se ha convertido es una de las mayores apuestas en calidad hídrica.
Un estudio estadounidense ha puesto en entredicho recientemente la seguridad de los recursos hídricos del país tras la detección de trazas de medicamentos en agua destinada a unas 20 ciudades importantes, entre ellas Nueva York, San Francisco, Washington o Filadelfia. Fruto de cinco meses de investigación, los expertos concluyen que el agua está contaminada con una gran variedad de fármacos: desde antibióticos a hormonas, antidepresivos e incluso analgésicos.
La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, en sus siglas inglesas) determina, sin embargo, que los niveles detectados están muy por debajo de los considerados como seguros. Pero, ¿cómo han llegado estos contaminantes al agua? La parte que las personas no absorben de los medicamentos se expulsa a través de la orina y pasa a formar parte de las aguas residuales. Cuando los tratamientos que se aplican no son los adecuados, estos residuos pueden llegar a la red de abastecimiento.
Para reducir riesgos como estos, la OMS cuenta con las Guías para la Calidad del Agua, que pretenden ser una potente arma para la elaboración de reglamentos y normas que velen por una mayor calidad de las aguas destinadas al consumo. Mayor seguridad microbiológica es uno de los principales objetivos. Dentro de este ámbito se ha trabajado ya y se ha elaborado una lista de los productos químicos más involucrados en este tipo de contaminación en agua envasada o embotellada, sistemas de desalinización o en la producción y producción de alimentos.