Los nanomateriales se usan en numerosos productos. Entre ellos, en la producción de envases que entran en contacto con alimentos. A finales de 2011, los expertos comunitarios daban a este tipo de material una nueva definición, fruto de la necesidad de fijar un marco regulador concreto en este sector. Según esta definición, los nanomateriales son aquellos cuyos componentes tienen un tamaño de entre una y cien mil millonésimas de metro. A pesar de que las investigaciones realizadas hasta el momento demuestran que los nanomateriales no son peligrosos para la salud humana, sí hay cierta incertidumbre, de ahí la importancia de evaluar su inocuidad de manera individual, caso por caso.
Tras un prolongado y exhaustivo debate, Bruselas fijaba esta definición para los nanomateriales, fundamentada en el tamaño. El objetivo, según el Comisario Europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, ha sido ofrecer a la industria «un marco jurídico coherente» y a los consumidores «una información exacta sobre estas sustancias» para evitar posibles riesgos en la salud humana. La definición, que está previsto que se revise en 2014, se ha tomado a partir de una premisa: el tamaño de las partículas. Según la nueva normativa, «un nanomaterial es un material natural o fabricado que contiene partículas, sueltas o aglomeradas, en el que el 50% o más de las partículas presentes tienen un tamaño entre 1 nanómetro y 100 nanómetros».
Unificar criterios sobre nanomateriales
En 2010, la Comisión Europea enviaba una consulta pública sobre la definición de nanomaterial. A pesar de que ya entonces consideraba que los nanomateriales no suponían un riesgo específico y que no implicaba que estos materiales tuvieran nuevas propiedades peligrosas, el motivo de la nueva medida legislativa que intenta dar respuestas a posibles incertidumbres sobre la evaluación de las sustancias «convencionales» sirve también para estas más novedosas. Según la Comisión Europea, antes de la nueva definición había una extensa variedad de definiciones sobre los nanomateriales, algunas de ellas poco precisas.
La nanotecnología se puede usar para crear nuevos alimentos o para crear envases
Para la nueva medida jurídica, la Comisión Europea ha tenido en cuenta la Norma ISO como base para su definición, aunque con pequeñas modificaciones, como la sustitución de términos como «aproximadamente», no adecuados en un contexto legislativo. La Comisión Europea tiene previsto también hacer una revisión sobre las condiciones para los nuevos alimentos, que incluirá los nanomateriales, así como los diferentes tipos y usos.
«Materiales pequeños, gran impacto». Así define la Comisión Europea las particularidades de los nanomateriales, cuyos efectos se han investigado en animales y humanos. Los resultados ponen de manifiesto la complejidad de evaluar su seguridad porque ciertos productos químicos de las nanopartículas tienen propiedades distintas de las formas más «grandes» y, por tanto, pueden interactuar de formas distintas porque el mismo material podría tener distintas propiedades toxicológicas, en función del tamaño de las partículas. Por tanto, era necesario evaluar los riesgos derivados de cualquier nanopartícula.
El mundo ‘nano’ en alimentación
La nanotecnología es la ciencia que trabaja a nivel molecular (según la Comisión Europea, los nanomateriales son sustancias «hasta 10.000 veces más pequeñas que el diámetro de un cabello humano»). En alimentación, se puede utilizar para crear nuevos alimentos o para la creación de envases destinados a una mejor protección y conservación. Algunas de las investigaciones en este campo se centran en el tratamiento de las propiedades sensoriales de los alimentos, es decir, en aspectos como dónde se puede cambiar el sabor o la textura de un alimento en particular y cómo se pueden mejorar algunos de los valores nutricionales.
El Instituto para la Protección de la Salud y del Consumidor (IHCP) europeo desarrolla métodos para determinar la composición química y morfológica de las partículas en envases destinados a entrar en contacto con alimentos. En colaboración estrecha con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el IHCP trabaja para determinar cómo actúan los nanomateriales en alimentos y piensos. El objetivo es desarrollar y validar métodos capaces de detectar, cuantificar y caracterizar los nanomateriales y validar los sistemas de control que evalúan su toxicidad.
La aplicación de la nanotecnología en el sector de la alimentación ha permitido desarrollar nanocápsulas con propiedades antimicrobianas. El Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) lleva a cabo el proyecto Nanocontainers, cuya finalidad es que los envases que contienen estas nanocápsulas liberen, de forma controlada, sustancias con capacidad biocida. A través de estas nanocápsulas, se pretende “aumentar la vida útil” de los alimentos y reducir los “procesos de degradación y pérdida de propiedades”, según el ITC.