La finalidad de los fungicidas es evitar la contaminación por hongos. Su uso es muy frecuente en la industria, la agricultura o el hogar ya que su campo de actuación abarca aspectos como la protección de los cultivos durante su crecimiento, almacenamiento, transporte e, incluso, el cuidado de las semillas. Sin embargo, su composición química conlleva en ocasiones algunos efectos adversos, por lo que ya se han elaborado alternativas ecológicas.
Pendientes de resultados
En los últimos años, numerosos países han retirado diversos fungicidas químicos utilizados como controladores del crecimiento de hongos en los cultivos. En su mayoría, eran productos de composición química sintética que podían causar efectos negativos en la salud del consumidor, del vegetal o del medio ambiente. Con esta premisa, un estudio llevado a cabo en España propone una alternativa: los fungicidas ecológicos. Dada la reticencia al uso de productos químicos, tanto del consumidor como del agricultor, investigadores de las universidades de León y Salamanca han estudiado el efecto de los nuevos fungicidas en la alubia de calidad de la Bañeza-León, una especie con Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Expertos españoles trabajan en el control biológico de hongos fitopatógenos con el uso de cepas del género «Trichoderma»
Los expertos han elegido esta alubia por la necesidad que tienen algunas comarcas de protegerla y también para invertir en biotecnología en el campo de la agricultura. Este alimento se agrupa en cuatro variedades que se cultivan y envasan en la provincia de León. Está previsto obtener los resultados del estudio entre mayo y septiembre, durante la época de sementera de la alubia y de su recolección.
El objetivo es «incrementar la escasa oferta de fungicidas ecológicos», asegura Pedro Antonio Casquero, director del Departamento de Ingeniería y Ciencias Agrarias de la Universidad de León. Además, se pretende incrementar el rendimiento de estas variedades locales leonesas a partir del control biológico de hongos fitopatógenos, mediante el uso de cepas autóctonas del género «Trichoderma».
Este hongo es anaerobio y se localiza en numerosos suelos agrícolas. Hay más de 30 especies distintas y todas tienen un efecto beneficioso para la agricultura, sobre todo, como agente de control biológico. Destacan por un rápido crecimiento y una gran cantidad de enzimas que ayudan a la lucha contra los patógenos. Debido a su gran potencial para soportar condiciones desfavorables sirven, de manera eficaz, como agentes de control en hábitats donde crecen los hongos patógenos.
La versión orgánica
Los nuevos compuestos ecológicos son una variedad de los productos químicos, pero con una composición orgánica. La mayoría se obtiene a partir de vegetales y se mezcla con alguna sustancia química para potenciar su actividad. Se carece de estudios que demuestren de forma clara consecuencias adversas. En general, no se acumulan en el organismo humano y, por tanto, su efecto no es tan nocivo. No obstante, pueden provocar alergias cutáneas, alteraciones gastrointestinales, irritación de ojos o, en el peor de los casos y sólo en animales de laboratorio, alteraciones cardiovasculares. A pesar de todo, la toxicidad es baja y casi nula. La planta absorbe el fungicida a través de las hojas o de las raíces y así se dispersa a lo largo de toda la planta.
Los más utilizados
Los fungicidas para erradicar los hongos pueden llegar a ser un problema para la salud. Si bien su uso en productos de alimentación está reglado y los controles de seguridad impiden su presencia, en el domicilio la manipulación de los productos debe realizarse con mucho cuidado para evitar una contaminación cruzada. En muchos casos se usan para erradicar brotes en las plantas ornamentales y se venden en forma líquida o pulverizada (esta última es la más tóxica).Las familias de fungicidas son varias: bencenos sustituidos, tiocarbamatos, tioftalimidas, compuestos de cobre, de cadmio o organoestáñicos, entre otros. La mayoría son altamente irritantes para la piel y los ojos, por lo que hay que manejarlos con mucho cuidado. Además, una buena parte son específicos para hongos concretos, aunque los tres tipos detallados a continuación controlan la mayoría y, por lo tanto, sirven para un enorme abanico de plantas.
- Benomilo: en forma de polvo mojable, tiene una acción curativa y preventiva y debe aplicarse en el primer momento de la detección de los primeros síntomas de enfermedad.
- Iprodiona: también en forma de polvo mojable, se recomienda como tratamiento preventivo utilizándolo una vez al mes. Si se detecta la presencia de hongos, su aplicación debe ser cada siete días.
- Fosetil-al: en forma de polvo mojable, como el benomilo, tiene efectos curativos y preventivos si se usa a tiempo.
Algunos productos que se utilizan en el ámbito doméstico para un uso diferente al de los ataques microbiológicos, pueden emplearse también como fungicidas. Es el caso de:
- Agua oxigenada: además de limpiar heridas, puede hacer frente a los hongos, sobre todo el mildiu, si se mezcla 150 cc con 40 litros de agua y se reparte por toda la planta.
- La ruda: esta planta tiene propiedades medicinales y su extracto, una eficaz acción antifúngica. Controla de forma especial la antracnosis, una enfermedad caracterizada por la aparición de lesiones oscuras en las hojas y en los tallos.
- La papaya: el principio activo de esta fruta destaca por sus efectos fungicidas, con lo que su uso en vegetales es muy común. Tiene especial eficacia en el control de la roya y el mildiu.
- La cebolla: usada entera, tiene un efecto excelente contra el oidium, sobre todo en las plantas más jóvenes. Se aplica al brotar la semilla y a lo largo de su crecimiento. La mezcla habitual se compone de 500 g de cebolla por cada 10 litros de agua.
- El ajo: en infusión, se usan unos 75 g de ajo con 10 litros de agua. Debe aplicarse muy temprano por la mañana o al caer el sol ya que su acción se degrada con la luz y la temperatura.
- Tomillo: igual que en la papaya, su principio activo actúa como fungicida.
La más preciada por los expertos es la cola de caballo. El alto contenido en sílice de esta planta la convierte en un excelente fungicida contra hongos tales como la roya, el iodio o el mildiu. Se recomienda usarla como método curativo y preventivo. Se prepara con un kilo de cola de caballo por cada 10 litros de agua.