La Comisión Europea propone modificar su proyecto de legislación sobre el bisfenol A (BPA) en plásticos en contacto con alimentos y barnices o revestimientos. Esta variación responde a un endurecimiento de las normas sobre esta sustancia al prohibirlo en la fabricación de envases destinados a bebés y niños pequeños de 0 a 3 años. De aprobarse las nuevas condiciones, que rebajan también de manera significativa el límite de migración, la fecha para entrar en vigor podría ser finales de 2018. El artículo explica cuáles son los cambios más importantes propuestos para el bisfenol A y por qué es una sustancia que genera tanto debate.
El bisfenol A se incorpora en la categoría de los denominados estrógenos artificiales o diruptores endocrinos, unos productos químicos que mimetizan la acción de los estrógenos naturales y que interfieren en la acción del ciclo hormonal natural. Desde hace años se ha evidencia la relación de este compuesto con alteraciones del ciclo hormonal, incremento de cáncer de próstata, de mama y malformaciones reproductivas en distintas especies animales y en humanos.
En enero de 2015, la Comisión Europea presentó un dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) donde se recomendaba una disminución de la ingesta tolerable de esta sustancia. Pero estos valores fueron criticados, porque no se consideraron suficientes para reducir y prevenir riesgos. Entonces, la reevaluación de la EFSA concluyó que el BPA no presentaba riesgo alguno para la salud de los consumidores de ningún grupo de edad (incluidos bebés, niños y adolescentes) a los niveles establecidos, bajados a cuatro microgramos de kilo por peso corporal al día.
Cambios importantes para el bisfenol A
En la Unión Europea (UE), y de acuerdo con la legislación comunitaria, el bisfenol A está permitido en los materiales en contacto con los alimentos, tal y como establece el Reglamento 10/2011. La última de las propuestas de la UE para modificar la legislación incorpora cambios importantes:
Bajar el límite de migración específica de bisfenol A de 0,6 mg/kg a 0,05 mg/kg. El límite de migración específica (LME) es la cantidad máxima autorizada de una determinada sustancia liberada desde un material u objeto en alimentos.
Prohibir y restringir la utilización de BPA para el que no se permite la migración en materiales y objetos plásticos destinados a ponerse en contacto con alimentos para niños y bebés, al considerarlo un grupo vulnerable.
Restringir el empleo de BPA en barnices y recubrimientos aplicados a latas de uso alimentario.
Según la propuesta, la prohibición de utilizar BPA en biberones de policarbonato no se modifica. También, según las condiciones sugeridas, los materiales plásticos en contacto con alimentos y los materiales y productos barnizados en contacto con alimentos que se comercializaron, de forma legal, antes de la fecha de vigencia pueden permanecer en el mercado hasta que se agoten las existencias. De aprobarse la nueva ley, podría entrar en vigor a finales de 2018.
Bisfenol A, una sustancia envuelta de polémica
Desde los años 60 han sido numerosos los estudios que han evidenciado la relación de este compuesto con alteraciones del ciclo hormonal, incremento de cáncer de próstata, de mama y malformaciones reproductivas en distintas especies animales y en humanos. Canadá fue el primer país que lo prohibió en envases alimentarios en general, decisión que después imitaron EE.UU. y Dinamarca. En 2011, la Unión Europea lo prohibió con los biberones. Francia también prohibió su uso en 2013, una decisión no exenta de polémica por el riesgo de que la medida se extendiera a otros países, aunque a largo plazo. Entonces se puso de manifiesto que prohibir el bisfenol A implicaría un gasto económico enorme.
En España, está prohibido el uso de este compuesto químico para biberones destinados a niños y lactantes. Pese a las dudas que plantea esta sustancia sobre su inocuidad, no forma parte de la lista de los compuestos más tóxicos, pero sí se encuentra en constante evaluación. Numerosos expertos en toxicología y asociaciones exigen que las autoridades sanitarias se guíen por el principio de precaución, que establece la prohibición de emplear una sustancia pese a haber incertidumbre científica respecto a sus efectos reales sobre la salud.
En paralelo a las sucesivas investigaciones y trabajos que reducen los límites de migración, ya han aparecido en el mercado algunas alternativas y sustitutos, como envases metálicos, vidrio o plástico libre de BPA. Pero, ¿dónde está el problema? La controversia radica en la dosis real a la que el organismo empieza a notar los efectos. Según algunas fuentes, la dosis es muy baja, aunque otras sugieren dosis más elevadas. La EFSA tiene previsto reevaluar la ingesta diaria tolerable de 4 mg/kg de peso corporal al día aplicada en 2015 y que se fijó de forma temporal. La EFSA tiene previsto reevaluarla y acabar un dictamen científico en 2018.