El pasado 9 de octubre se celebró el Día Mundial del Huevo, instaurado por la International Egg Comission (IEC) hace 20 años a fin de recordar la importancia de este alimento y sus ventajas para la nutrición y la salud. El Instituto de Estudios del Huevo ha aprovechado este año para entregar el Premio a la Investigación 2015, dotado con 10.000 euros, a expertos de la Universidad de Oviedo tras desarrollar productos innovadores a partir de la yema. El año pasado lo recibieron científicos del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) por revolucionar los usos de la clara de huevo. El artículo detalla cuáles son los nuevos usos para la yema y la clara y también explica cómo se garantiza un huevo de etiqueta.
El huevo es un alimento con un papel muy destacado en la alimentación de las personas de todo el mundo. Supone una excelente fuente de proteínas de alta calidad y se trata de uno de los alimentos con una importante presencia en las cocinas domésticas. Gracias a su versatilidad, resulta apto para numerosas preparaciones culinarias: desde crudos para la elaboración de salsas como mayonesa, a fritos o escaldados, duros, cocinados en el microondas, en cocotera, a la plancha o revueltos.
El huevo está formado por tres partes: la yema, la clara y la cáscara. Según datos del Instituto del Huevo, la clara representa, en el huevo de gallina, un poco más del 57% del peso total; la yema, casi el 31%; y la cáscara, el 11,5%. Cada una de estas partes tiene un papel fundamental. Con motivo del Día Mundial del Huevo, el Instituto de Estudios del Huevo ha incidido en dos investigaciones sobre los nuevos usos de dos de estas partes: la yema y la clara.
Nuevos usos para la yema y la clara
El campaña «El huevo, de etiqueta». La finalidad de esta iniciativa es explicar al consumidor cómo identificar «las garantías del Modelo Europeo de Producción de huevos en el marcado y etiquetado». Este modelo exige normas muy estrictas a los huevos y ovoproductos comunitarios destinadas a facilitar su venta a terceros países por su calidad y seguridad.
Según la organización, la información que llevan los huevos en el envase es una de las máximas garantías de calidad y seguridad que se ofrecen al consumidor. Además de informar sobre el camino que siguen desde la granja hasta que se comercializan, ayuda a conocer cómo deben manipularse.
En la etiqueta se destaca la clase de peso (S, M, L o XL), el número de huevos que lleva el envase (opcional si son visibles), la forma de cría (jaula, suelo, camperas o ecológicas), el sistema de producción y lugar de origen. También aparece información sobre cómo deben conservarse (en frío hasta el momento de su consumo) y no más allá de los 28 días tras la puesta. El envase también incluye la identificación de la empresa que ha embalado o comercializado los huevos y el número de registro del centro del embalaje.