La Comisión Europea acaba de presentar la primera estrategia comunitaria sanidad animal. Con ella pretende fortalecer, durante el periodo 2007-2013, la sanidad animal basándose en el principio de «más vale prevenir que curar». Bajo esta premisa, y teniendo en cuenta también términos de control e investigación, la estrategia ha sido el resultado de dos años de consulta y análisis en los que se ha intentado dar forma no sólo a medidas en materia de sanidad animal, sino también de seguridad alimentaria y salud pública. Especial protagonismo tendrán las condiciones de aislamiento de animales enfermos y la desinfección de las instalaciones de cría y transporte, así como reducir la incidencia de epizootias como la fiebre aftosa que, seis años después del brote registrado en 2001 en el Reino Unido y que obligó a sacrificar 10 millones de cabezas de ganado, vuelve a hacer acto de presencia en las granjas británicas.
Fiebre aftosa en el Reino Unido, lengua azul en España o gripe aviar en Portugal y en Alemania son algunos de los últimos brotes de enfermedades animales detectadas en las últimas semanas. Ahora, hacer frente a epizootias como estas cuenta en la UE con la primera estrategia en materia de sanidad animal y, por extensión, de salud pública y seguridad alimentaria. Recientemente presentada, el principal objetivo de la iniciativa es, según admite en un comunicado de la Comisión Europea Markos Kyprianou, comisario de Sanidad, «contribuir a la salud pública y alcanzar el máximo nivel posible de salud y bienestar de los animales». La nueva estrategia pretende con este enfoque abarcar mucho más que el mero control de las enfermedades animales y contribuir a una política sanitaria animal eficiente y rigurosa.
La constante evolución y los sucesivos cambios en cuanto a amenazas de enfermedades animales ha sido una constante en los últimos. A la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), que se convirtió en una amenaza para la salud animal y pública hace unos años, se le suman nuevas enfermedades animales y riesgos biológicos. Poder evaluar y actuar los nuevos desafíos constituye una de las mayores garantías de seguridad alimentaria, especialmente a la hora de identificar el problema antes de que se convierta en una amenaza. Por ello, una de las prioridades que plantea la estrategia europea es endurecer los controles en las fronteras a los productos importados considerados de «alto riesgo» y poner cerco a la importación ilegal, considerada una de las principales amenazas de la sanidad animal.
Investigación al lado de prevención
La vacuna de la gripe aviar constituye un claro ejemplo de lo que la investigación puede aportar a la sanidad animal
La investigación pasa a formar parte de la nueva política sanitaria animal. Desde la perspectiva científica más rigurosa los responsables comunitarios confían poder dotar a la UE de las herramientas necesarias para fortalecer la actividad de la red de los laboratorios nacionales de referencia. Además, la actividad de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus inglesas) también se verá reforzada, así como el trabajo de los laboratorios de referencia comunitarios. Según admitía la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) el pasado mes de agosto, los costes de prevención en caso de crisis de origen animal son «insignificantes» al lado de los económicos, sociales e incluso ambientales.
El sector de la sanidad animal se servirá también de la Plataforma Tecnológica Europea para la Sanidad Animal Mundial que, desde 2004, y con el apoyo de la Dirección General de la Comisión Europea de Investigación, de Sanidad y de Protección de los Consumidores, fue concebida para obtener nuevas pruebas y vacunas. En ella confluyen comunidad científica e industria alimentaria, veterinaria y biotecnológica, ganaderos y autoridades de reglamentación. Y es que el de la normativa es uno de los campos en los que más se prevé actuar ya que con la investigación está previsto mejorar las normas ya existentes.
El fortalecimiento de la sanidad animal pasa también por incrementar la bioseguridad en explotaciones agrícolas, fronteras y medios de transporte.
Desde hace varias semanas los ganaderos británicos luchan contra la fiebre aftosa, de la que el país lleva ya, desde el pasado mes de agosto, seis casos confirmados. El temor a que se convierta en una amenaza como lo hizo en el brote registrado en 2001 ha movilizado no sólo a las autoridades del país sino a todos los países de la UE. A los brotes del pasado mes de agosto le han sucedido otros durante el mes de septiembre, que agudizan el temor. A pesar de que a finales de agosto la situación en el Reino Unido parecía mantenerse estable después de que las autoridades consideraran la situación «bajo control» y de que los estudios de epidemiología molecular clasificaran el patógeno aislado como un serotipo O, con posible origen en una fuga del laboratorio de la localidad de Pirbright, en semanas posteriores se han confirmado nuevos brotes.
El 13 de septiembre el Ministerio de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del país confirmaba, cerca de la localidad de Egham (al sur de Inglaterra), a unos 50 kilómetros de Surrey, donde en agosto se declaró un primer foco de la enfermedad. Tras este brote, la Unión Europea prohibía, de nuevo, la exportación de rumiantes y cerdos del país, además de la carne y derivados. Entonces, el país quedaba calificado por el Comité Permanente de la Cadena Alimentaria como «zona de alto riesgo» de fiebre aftosa. Una semana más tarde, las autoridades británicas confirmaban un nuevo foco de la enfermedad, esta vez en una explotación de corderos dentro de la zona de vigilancia impuesta tras los casos anteriores. Según las últimas investigaciones realizadas, el brote de agosto podría haber sido consecuencia de la combinación de varios factores, como las inundaciones sufridas por el país y el mal estado de las tuberías del laboratorio de Pirbright, cercano a las granjas afectadas.
A la fiebre aftosa se le ha unido además la lengua azul, que aparece por primera vez en una explotación británica, concretamente en una vaca de una granja cercana a la localidad inglesa de Ipswich, en el condado de Suffolk. Fruto de este nuevo brote, el Departamento de Agricultura ha propuesto la creación de una propuesta integrada para luchar contra las dos epizootias. Aunque, según reconoce en su página oficial Peter Kendall, presidente de la Unión Nacional de Granjeros, la lengua azul no es una «amenaza tan seria como la fiebre aftosa, sí representa una grave preocupación».