La Unión Europea ha puesto en marcha el proyecto de investigación CoExtra (coexistencia y trazabilidad de los sectores de OMG y no OMG), destinado a ofrecer a los consumidores, industriales y agricultores los métodos de gestión y de información que les permita conocer si un producto contiene o no organismos modificados genéticamente (OMG). Se trata de la trazabilidad, en este caso en un campo complejo, el de los transgénicos.
El proyecto, presentado el pasado 7 de junio y cuya duración será de 4 años, cuenta con la participación de 52 socios de 18 países de Europa, además de Rusia, Brasil y Argentina. Está coordinado por el Institut National de la Recherche Agronomica (INRA), en Francia, y lo integran un total de 250 investigadores e ingenieros. Su misión es desarrollar un «corpus de conocimientos» en este ámbito, así como generar herramientas y métodos que permitan garantizar la coexistencia entre dos sectores enfrentados desde hace años, el de los OMG y los no OMG. El proyecto prevé dar prioridad a la «calidad y seguridad alimentarias».
Uno de los propósitos del proyecto es garantizar además la trazabilidad de los OMG y de sus derivados tanto en la alimentación animal como humana. Todo ello desde el campo hasta el plato del consumidor. El objetivo final consiste en ofrecer al consumidor «una información y un etiquetado fiables al más bajo coste» de los productos comercializados, conforme a la normativa europea vigente desde el año pasado.
En el ámbito científico, CoExtra reúne a equipos de expertos que analizarán cuestiones sobre la coexistencia entre distintos sectores, como la biología, la agronomía, las metodologías de detección y las ciencias humanas. Está previsto además que una parte de los expertos examine las técnicas biológicas que permitirán limitar los flujos de genes, responsables de la presencia accidental de OMG en semillas o en alimentos.
Otro grupo de expertos desarrollará nuevos métodos de análisis y de muestreo, en asociación con sociedades privadas especializadas en la detección de OMG. Algunos expertos confirman que a la investigación sobre OMG le falta mucho camino por recorrer, y que la situación no es nada comparable con Estados Unidos, China o la India.
Niveles de actuación
CoExtra nace con la finalidad de responder a las exigencias de una información cada vez más fiable
Las líneas de trabajo definidos en el proyecto pertenecen al ámbito de la coexistencia entre cultivos OMG y cultivos no OMG. La finalidad básica es aportar a los consumidores información que le permita un etiquetado fiable de los productos. La libertad de elección de los consumidores es lo que prima, por lo que se pretende ofrecer toda la información necesaria de los productos que encuentra en el mercado.
«Este proyecto proporcionará herramientas y métodos para ayudar a los productores de productos destinados a los animales y a las personas, incluidas las PYMEs, a adaptar mejor sus prácticas para responder a la exigencia de una información fiable», afirma Yves Bertheau, investigador del INRA y coordinador científico de CoExtra. Además, y en opinión de Christian Patermann, director de Biotecnología, Agricultura y Alimentación de la Comisión Europea, «la coexistencia y trazabilidad de los OMG y no OMG son cuestiones que prevé la normativa europea actual y cuyas garantías son exigidas por los consumidores europeos».
Como parte de un proyecto integrado, y debido al hecho de que reúne a expertos de 18 países, CoExtra se concibe como herramienta para proporcionar los resultados que se obtengan tanto en el ámbito científico como tecnológico. La meta es aumentar el impulso de la competitividad europea y responder a las necesidades de la sociedad en cuanto a garantías al consumidor se refiere.
Contribución española
La iniciativa europea cuenta con la participación española del Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentarios (CREDA) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El primero de ellos participa con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y el Instituto de Investigación Tecnológica y Agraria (IRTA). De él se servirán de una contrastada experiencia en los métodos econométricos y estadísticos dirigidos a analizar el comportamiento de la elección de productos en términos estructurales.
Por otro lado, el CSIC, a través del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB) puede aportar al proyecto europeo su experiencia sobre biología molecular en plantas, especialmente maíz, arroz y patatas, entre otros. Además, el Servicio de Análisis Biológicas Cuantitativas (SABQ, en sus siglas catalanas) trabaja en la detección, identificación y cuantificación de los OMG en los alimentos.
Poder seguir el proceso de producción de un producto constituye, desde hace unos años, una de las exigencias de buena parte de los consumidores europeos. Los productos transgénicos, cuya percepción no sólo social sino también científica ha estado envuelta de numerosos debates y controversias, no deben quedar exentos de estos «privilegios».
La historia de producción de los alimentos ha sido protagonista de distintas reglamentaciones en la Unión Europea. La finalidad ha sido siempre doble: por un lado, garantizar la seguridad alimentaria y, por otro, informar al consumidor sobre la presencia de alimentos transgénicos o procedentes de OMG. La idea de esta última finalidad es conceder a los consumidores el derecho de estar informados sobre las características de los productos que se comercializan. El consumidor debe tener la máxima libertad de decidir si compra o no un alimento con OMG.
En este sentido, desde el 1 de enero de 2005, el Reglamento comunitario 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo establece un marco jurídico de estos alimentos o los compuestos por OMG, y de los alimentos y piensos producidos a partir de OMG, con el fin de facilitar el etiquetado preciso y el seguimiento de los efectos en el medio ambiente, entre otros aspectos. También incluye medidas de gestión de riesgo adecuadas, como la retirada de productos si así lo valoran las autoridades competentes.
Todas estas medidas ayudan, en buena medida, a mejorar la percepción hacia este tipo de productos. A pesar de todo, un estudio elaborado por el Instituto de Política Alimentaria de la Rutgers University y la Universidad del Estado de Nueva Jerseya reflejaba que los consumidores estadounidenses tienen poco o ningún conocimiento sobre los alimentos transgénciso que se encuentran en el mercado.
En contraposición, otro estudio, presentado esta misma semana, refleja que la percepción de los españoles hacia los alimentos transgénicos es de las más favorables. Los datos de un Eurobarómetro concluyen que el 30% de los españoles reconocen que autorizarían la producción de carne y otros alimentos mediante manipulación genética. El mismo estudio constata que los ciudadanos de Dinamarca y Chipre son los que más rechazo tienen hacia estos productos.