No están todas las que son, pero quienes figuran en este artículo merecen sin duda el espacio que se les dedica. Con motivo del Día Internacional de la Mujer, se visibiliza el trabajo de quienes viven entregadas a la defensa de los derechos de todas las mujeres del mundo. Ellas representan a quienes no tienen capacidad ni recursos para alzar su voz o a aquellas mujeres que, simplemente, desconocen que pueden hacerlo. Su historia es digna de ser contada.
Mujeres relevantes en todo el mundo
El Día de la Mujer se celebró por primera vez el 8 de marzo de 1911, pero no fue reconocido de manera universal por la Asamblea de Naciones Unidas hasta 1977. Pese a ello, algunas de las mujeres que se citan a continuación ya defendían antes sus derechos y luchaban por lograr para ellas el lugar que merecen. Estas son, por orden alfabético, algunas de las mujeres que defienden nuestros derechos en el mundo.
- Damiana Cavanha, líder guaraní.
Una maraca azul de plumas hecha con una calabaza acompaña sus cantos al borde de la carretera. A su alrededor se extiende la basura y a su espalda, los refugios que han construido con chapa ondulada desde que les expulsaron de sus tierras. Damiana pertenece a la tribu guaraní-kaiowá, que ocupaba 350.000 kilómetros cuadrados de tierra de bosque y llanuras en Brasil. No han conseguido recuperar esta extensión, pero el 15 de septiembre de 2013, Damiana abanderó la reocupación de la plantación de caña de azúcar que alberga ahora los terrenos donde vivían. «Hace una década, los terratenientes ganaderos intimidaron a Damiana y a su familia y la expulsaron de sus tierras ancestrales», recuerda Survival, que ha apoyado todo el proceso de retorno a sus tierras.
- Fauziah y Patrice, matronas en Indonesia y Ruanda.
Tan solo habían pasado 51 días desde que dio a luz, cuando Fauziah regresó a su trabajo como matrona. El tsunami que en 2004 afectó a la costa indonesia arrasó todo lo que conocía hasta entonces, incluido el hospital donde desarrollaba su actividad profesional. Save the Children ayudó a reconstruirlo para que Fauziah y sus compañeros atendieran a la población afectada, entre ellas, las mujeres embarazadas. Sus principales problemas eran la desnutrición, la ansiedad o el trauma por lo vivido. Algunas lo habían perdido todo, incluidas sus familias, y muchas tuvieron a sus bebés sin la atención adecuada. Al comienzo, Fauziah y sus compañeros trabajaron con material seriamente dañado por el agua, hasta que Save the Children colaboró en las tareas de reconstrucción del centro de salud de Pukesmas Pante Raja, cuyo material renovó, a la vez que dio formación al personal.
Como Fauziah, Patrice trabaja desde hace cinco años como matrona en Burera, en el norte de Ruanda. Desde que se mudó para estar más cerca del trabajo, cada día camina 30 minutos hasta el centro de salud donde desempeña su labor gracias al apoyo de Save the Children. Su preocupación por los riesgos a los que se enfrentan las mujeres embarazadas le hizo aumentar su deseo de atenderlas lo antes posible. Con frecuencia, las mujeres padecen anemia y no es excepción que den a luz de camino al centro sanitario y que, del mismo modo, los niños tengan riesgo de padecer neumonía al estar a la intemperie. Para evitar estas situaciones, Patrice solicitó una ambulancia y una sala de maternidad. Gracias a ella han mejorado las condiciones para atender a las futuras mamás.
- Justine Masika, activista de los derechos de las mujeres del este de República del Congo.
La violencia sexual centra la lucha de Justine en República Democrática del Congo (RDC). Desde 2003 trata de prevenirla, acompaña a las mujeres que han sufrido agresión sexual y denuncia el desamparo y la vulnerabilidad a los que se enfrentan las víctimas. Por esta labor en Synergie de Femmes Justine es perseguida desde 2007. Varias personas armadas entraron en su casa a buscarla, pero no estaba allí y, en su lugar, atacaron a su familia. «Desde entonces, parte de su familia se ha tenido que refugiar en otros países y ella dedica más tiempo a viajar por Europa y América, participando en distintos foros internacionales, denunciando la situación que viven las mujeres en el conflicto del este del Congo», recalca la organización vasca Alboan, que apoya a Synergie de Femmes.
- Marie Dolorose Kafanya, presidenta de la organización Femmes Engagées pour la Promotion de la Santé Intégrale (FEPSI).
En el año 2000, varias mujeres de República Democrática del Congo (RDC) crearon la organización socio-sanitaria FEPSI, presidida por Marie Dolorose. Con ella trabaja Farmamundi, que en 2003 ayudó a construir un centro hospitalario en Butembo, en Kivu Norte. Allí prestan atención a quienes viven con el VIH-sida, a las personas desplazadas por la guerra y los desastres naturales, a los pacientes que acuden de manera voluntaria y, en especial, a las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual. Y es que en RDC más de mil mujeres son violadas cada día, sobre todo en Kivu Norte, donde se registra el mayor número de agresiones sexuales de todo el planeta. El conflicto armado por el control de la explotación de las minas de coltán ha provocado que se use a las mujeres como arma de guerra. Marie Dolorose ha conseguido convertir en pieza clave la sensibilización a favor de la igualdad de género, por lo que FEPSI trabaja con hombres y mujeres tanto para identificar casos de violencia como para conseguir un cambio de actitudes.
- Patricia García Calvo, arquitecta cooperante.
En 2010 siguió la llamada de África y en 2011 se fue a Haití. Primero estuvo un año en Togo, donde supervisó la construcción de una escuela secundaria apoyada por Misiones Salesianas. Más tarde se trasladó a Haití, tras el terremoto, para encargarse de la supervisión técnica de la reconstrucción de escuelas y centros de los misioneros salesianos que se habían derrumbado. En la actualidad, permanece en Puerto Príncipe, donde se siente «como en casa» y le han dado «mucho». Su principal aportación es profesional, mediante sus conocimientos para la utilización de materiales locales en las construcciones, aunque también humana. «Patricia siempre se ha hecho un hueco en las comunidades que ha trabajado por su profesionalidad, disposición e implicación», recuerda la organización.
- Relinda Sosa, presidenta de CONAMOVIDI (Perú).
La Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral (CONAMOVIDI) es la mayor organización de mujeres de Perú. Al frente de ella está Relinda Sosa, que promueve la participación política de las mujeres. Ella forma parte del programa Avanzadoras de Oxfam Intermón, que apoya «a mujeres que avanzan y hacen avanzar». Relinda y la organización que preside destacan dentro de la promoción de los comedores populares. Estos son en especial relevantes en Perú, donde las mujeres se colocan al frente y compran alimentos de manera conjunta, que cocinan para el resto de la comunidad por un módico precio. Junto con otras compañeras, Relinda apostó por los comedores autogestionarios y entre todas han logrado la aprobación de una ley que reconoce jurídicamente a estos centros, han creado un programa de apoyo a su labor y han promovido la gestión compartida del programa por parte del Estado y las organizaciones. Su meta en la actualidad es que «la voz de las mujeres sea tenida en cuenta cuando se realizan reformas de los programas sociales, en los que ellas son expertas».
- Siannie Beyan, superviviente de Ébola.
La historia de Siannie Beyan se repite en otras mujeres. Pero ella ha decidido contarla para salir del anonimato y del estigma que rodea a quienes han padecido Ébola. Esta epidemia, que ya se ha cobrado la vida de más de 9.500 personas, arrastra consecuencias importantes para los supervivientes. Cuando Siannie la contrajo, su pareja se marchó mientras estaba ingresada y sus dos hijos, menores de 10 años, permanecieron solos en la vivienda familiar, sin pedir ayuda a nadie porque los vecinos temían que les contagiaran la enfermedad. Cuando la madre de Siannie lo supo, les llevó comida y unas semanas después, cuando Siannie salió del hospital, les acogió en su casa ya que el casero de Siannie le impidió entrar en su hogar. Los vecinos de su madre también pelearon por echarles, pero la abuela les ocultó hasta que Siannie recibió ayuda económica de una organización para mudarse. Ahora ha encontrado la felicidad ayudando a otras personas a superar la misma enfermedad que le causó tanta tristeza. Siannie trabaja como asistente psicosocial en el ELWA 3, el centro para pacientes de Ébola de Médicos Sin Fronteras en Monrovia (Liberia).
- Sogona Diarra, experta en la lucha contra la mutilación genital femenina en Malí.
Más de 140 millones de mujeres en el mundo han sufrido mutilación genital femenina, «un atentado grave contra los derechos humanos», describe Cruz Roja. Sus consecuencias son tanto físicas como psicológicas y, en ocasiones, implican la muerte de las niñas a quienes se practica. Sogona Diarra es responsable en Cruz Roja en Malí del proyecto de lucha contra la mutilación genital femenina. Mediante reuniones con los jefes de los pueblos y las mujeres, trabaja para sensibilizar e informar sobre las consecuencias de esta costumbre, que incluso sucede en nuestro país. «Este problema no es solo africano, es un problema humano», subraya.
- Yara Bader, activista siria.
Esta periodista ha denunciado de manera activa el abuso de derechos humanos en Siria, su país de origen. Es directora del Centro Sirio de Medios de Comunicación y Libertad de Expresión y como tal fue encarcelada durante tres meses por «difusión de actos terroristas». Otros compañeros, entre ellos su marido, continúan presos mientras esperan la sentencia del juicio que se celebró ante el Tribunal Antiterrorista. Así llevan un año. Mientras, Yara Bader mantiene su lucha para defender los derechos de la mujer, la libertad de expresión y los derechos humanos en general. En 2012 fue galardona con el Premio Ilara Alpi para mujeres periodistas «por su valor y coraje». Hace algunos días, durante la presentación en España del informe anual de Amnistía Internacional (AI), lamentó que los defensores de derechos humanos, periodistas, otros profesionales y ciudadanos hayan sido «las primeras dianas» del conflicto sirio, en el que la población «solo puede preocuparse del derecho a vivir». Elevó su voz para pedir a la comunidad internacional voluntad política para acabar con este conflicto. Y todo, recuerdan en AI, «sin perder nunca la sonrisa».
- Ana Liria, presidenta del Comité Español de ACNUR.
Ha trabajado durante casi 30 años en ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Por eso cuando se retiró en 2009 aceptó ser parte del Comité Español, que preside desde 2013 de manera voluntaria. Cambió el trabajo en terreno por la oficina. En su trayectoria en ACNUR ha ocupado distintos puestos de responsabilidad. Se inició como encargada de programas de asistencia a refugiados en Guinea Ecuatorial y Chad, para continuar después en diferentes países de África y América Latina, en la sede de la ONG en Ginebra, en Angola, Italia, Egipto y Turquía. Ha trabajado en grandes crisis de personas refugiadas y en la década de los ochenta apoyó la creación en América Central de FOREFEM, el Foro Regional sobre Mujeres Refugiadas, Desplazadas y Repatriadas. “Toda esta experiencia le ha permitido conocer a fondo la vida de los refugiados, así como las dificultades y retos a los que se enfrenta ACNUR para proteger y defender sus derechos en el mundo”, señala la organización.
- Anna Ferrer, presidenta de la Fundación Vicente Ferrer.
Llegó a la India en 1965 para terminar sus estudios y, sin saberlo, unió su vida para siempre a este país. Tres años después conocería a Vicente Ferrer -con quien se casó- y se convertiría en su principal apoyo en la Fundación del mismo nombre. La lucha contra la pobreza y el sufrimiento de las personas más pobres fue su máxima a partir de entonces, como lo es hoy en día tras recoger el testigo de la presidencia después de la muerte de su marido. Juntos pusieron en marcha el Programa de Desarrollo, “un modelo pionero en la cooperación y que ha conseguido sacar de la pobreza extrema a más de dos millones y medio de personas en la India rural”, destacan desde Fundación Vicente Ferrer. En la actualidad, Anna mantiene viva su defensa de los derechos de las mujeres dalits, ha impulsado la creación de una red sanitaria para toda la población y ha trabajado a favor de la integración social y laboral de las personas con discapacidad.
- Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas.
En 2012, Soledad Suárez fue elegida presidenta de Manos Unidas. Licenciada en Farmacia y voluntaria de la entidad desde 2005, tomó sus riendas tras jubilarse “para seguir trabajando en la denuncia de las estructuras injustas, que favorecen la discriminación que lleva a millones de seres humanos a vivir en la pobreza extrema y el hambre“. Sus ojos siempre miran hacia el Sur, adonde ha viajado en diversas ocasiones y donde ha visto cómo la cooperación al desarrollo “está siendo la mayor perjudicada por los recortes públicos”. En su opinión, no es cuestión de países, sino “de voluntad y, sobre todo, de acción y compromiso”, el mismo que ella demuestra con las mujeres de todo el mundo con quienes trabaja Manos Unidas. La organización centra este mes su campaña en Mauritania, “donde la falta de oportunidades se manifiesta con mayor crudeza en las mujeres”. Manos Unidas recuerda que en ellas se personifican “muchas de las desigualdades a las que deben enfrentarse cada día millones de mujeres en todo el mundo”, por lo que apoyará un proyecto de formación, alfabetización e inserción laboral, en el que tomarán parte cientos de mujeres.