Derechos Humanos: estos son los países donde es más peligroso defenderlos

Congo, México, China o la Federación Rusa son algunos países donde exigir el cumplimiento de los derechos humanos supone una mayor amenaza para la vida
Por Azucena García 28 de octubre de 2014
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Imagen: Jlhopgood

Defender los derechos humanos es un riesgo en ciertos países. A pesar de estar reconocidos por Naciones Unidas como inherentes a todas las personas, quienes exigen su cumplimiento se enfrentan a persecuciones, amenazas e, incluso, la posibilidad de perder la vida. Amnistía Internacional realiza informes de la situación de los defensores de derechos humanos en distintos países del mundo y llama a la participación de la población en favor de estos derechos y personas. En este artículo se recoge cuáles son los países donde es más peligroso defender los derechos humanos, se destaca quiénes son más vulnerables y cómo se les protege.

Defender los derechos humanos: un riesgo para la vida

La intimidación y el hostigamiento se emplean para amedrentar a quienes defienden los derechos humanos «con el fin de desacreditar e impedir su trabajo»

Todas las personas son titulares de derechos humanos, pero no todas gozan de ellos ni pueden defenderlos en condiciones de seguridad. Ondear esta bandera es un peligro en demasiados lugares, si bien por ello los defensores de derechos humanos no dejan de serlo. Amnistía Internacional monitoriza el estado de los derechos en el mundo y ha documentado «multitud de ataques a defensoras y defensores de derechos humanos». «Cuestionar a los Estados y a los poderes políticos, militares y económicos con respecto a sus obligaciones en materia de derechos humanos sigue siendo una empresa peligrosa», asevera.

Amnistía Internacional reconoce que la intimidación y el hostigamiento son el modo en que se intenta amedrentar a quienes defienden los derechos humanos «con el fin de desacreditar e impedir su trabajo». Incluso se recurre a medidas judiciales para entorpecer y paralizar su labor, así como al homicidio, la tortura, la detención, las desapariciones y las amenazas.. Estas prácticas se han documentado en más de un país, pero los siguientes destacan por ser los lugares donde resulta más complicado si cabe defender los derechos humanos.

  • China. Las autoridades han perseguido incluso a quienes firmaron un documento que pedía «un mayor respeto por los derechos humanos y la participación de la población».
  • Federación Rusa. Se ha secuestrado y entregado sin vida a trabajadores de centros de derechos humanos, sin que se esclarezcan los hechos.
  • Honduras y Guatemala. La vigilancia de las viviendas y los lugares de trabajo, las persecuciones, así como los procesamientos infundados se emplean para asustar a los defensores de derechos humanos.
  • México. La inseguridad se palpa entre quienes defienden la justicia, se enfrentan a los intereses de las grandes empresas y reclaman que se protejan los derechos de los pueblos indígenas, las personas migrantes o las mujeres, entre otros.
  • República Democrática del Congo. La impunidad es la seña de identidad de un país sacudido por la inestabilidad y que no provee ningún tipo de protección a los defensores.

En todos ellos, Amnistía Internacional ha documentado cómo las autoridades han violado los derechos humanos «con total impunidad». No obstante, en su informe «El estado de los derechos humanos en el mundo 2013«, Amnistía Internacional recuerda que la violación de derechos humanos se da «desde Australia hasta Kenia», con ataques sexuales a mujeres o el encierro de solicitantes de asilo que solo buscan escapar del peligro en sus países de origen.

Los defensores de derechos humanos se aprecian como figuras molestas y por ello los ataques son frecuentes. Se les considera «como una amenaza a intereses creados», destaca la organización en referencia a la situación en México. La presión es una constante sobre estas personas, cuya vida está consagrada a la de los demás. Si bien se dispone incluso de normas internacionales que protegen a quienes defienden los derechos humanos, estos nunca han dejado de ser víctimas de ataques.

Defensores especialmente vulnerables

En países como el nuestro sorprende que alguien pueda perder la vida por un trabajo tan digno como la defensa de los derechos humanos. Pero basta conocer la situación más allá de nuestras fronteras para ser conscientes de los peligros a los que se enfrentan. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) apunta a los siguientes como grupos de defensores en situación de «especial indefensión»: líderes sindicales, líderes campesinos y comunitarios, líderes indígenas y afrodescendientes, operadoras y operadores de justicia y mujeres.

En opinión de la CIDH, «los Estados deben otorgar especial atención» a estos grupos de defensores de derechos humanos, ya que «están más expuestos al menoscabo de sus derechos». Estas personas son conocidas por tomar parte en conflictos sociales o laborales. El escenario en el que se mueven y realizan acciones no son neutrales, sino que expresan ideas y opiniones enfrentadas a ciertos intereses, que les hacen convertirse en enemigos de quienes ejercen el poder. A esto se añade el género: «Las defensoras de derechos humanos, en razón de su género, están expuestas a amenazas o ataques específicos de carácter sexual, como amenazas de violación sexual o de ataques sexuales», agrega la CIDH.

Cómo se protege a quienes defienden los derechos humanos

La máxima es protegerse. Por mucho que haya normas internacionales que velan por la integridad de las personas que defienden los derechos humanos, son ellas mismas quienes han de tener en cuenta una serie de precauciones. En 1998, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la Declaración sobre los Defensores de los Derechos Humanos, pero desde entonces los ataques han proseguido.

Este texto recoge los principios que han de respetar los gobiernos para garantizar que los defensores de derechos humanos «pueden llevar a cabo su trabajo libremente y sin temor a represalias». Sin embargo, en ocasiones, los propios gobiernos entorpecen esta tarea o ayudan a evitarla. Es el caso de China, que «ha intensificado la presión que ejercía sobre toda oposición interna, deteniendo y hostigando a decenas de profesionales de la abogacía y defensores y defensoras de los derechos humanos», señala Amnistía Internacional.

Malala Yousafzai, defensora de derechos humanos y Premio Nobel de la Paz

En 2012, con tan solo 14 años, Malala Yousafzai sufrió un ataque en Pakistán, su país natal. Entonces el mundo entero conoció su lucha a favor de la educación de las niñas y acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz. Pero de no haber sido víctima de aquel ataque en el que estuvo a punto de perder la vida, es posible que pocas personas supieran quién es, el motivo de su reivindicación y, mucho menos, sus logros. Los defensores de derechos humanos salen poco en los medios de comunicación, apenas se les conoce. Aunque esto a menudo es así porque no pretenden la fama ni darse a conocer: supone arriesgar su integridad.

Pese a ello, mantienen su lucha. El miedo que tratan de infundirles les hace más fuertes porque es un síntoma de que esta tiene razón de ser. Malala comparte galardón con Kailash Satyarthi, defensor de los derechos de los niños como ella. A juicio de UNICEF, el hecho de que se haya reconocido el trabajo de ambos es “una prueba de la inquebrantable convicción de que los niños son una fuerza para el cambio”, pero sobre todo, premia “a dos valientes luchadores” y es “una inspiración para todos los millones de niños anónimos de todo el mundo que cada día pelean en silencio por su derecho a la educación, su derecho a ser escuchados y su derecho a ser protegidos”.

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