Algunos puntos encierran una valiosa información. Su forma redonda protege un código sin pretensiones de ser secreto, aunque simule un mensaje cifrado. Es el Braille, un lenguaje compuesto a partir de la combinación de varios puntos. Su estratégica posición crea mensajes, e incluso sueños, al hacer posible el acceso a la información. Gracias a él, las personas ciegas o con discapacidad visual, unos 160 millones en todo el mundo, mantienen un contacto cercano a la realidad. Se pueden comunicar entre ellas y con el entorno.
Una forma óptima de comunicación
El braille ha conquistado diversos ámbitos en los últimos años, pero necesita ocupar nuevos territorios. Su utilidad es tan amplia, que se cuentan por decenas las aplicaciones, en paralelo a unos resultados que llegan cada vez a más personas. Sirve de vía de comunicación, crea un diálogo entre usuarios y entorno que, sin él, sería muy difícil de mantener.
Louis Braille fue el creador de este sistema hace algo más de 200 años. Desde entonces, se ha luchado por su evolución y unificación para superar barreras y se han creado diversos organismos internacionales encargados de regular esta disciplina, como la Comisión Braille Española, el Consejo Iberoamericano y el Consejo Mundial del Braille.
Se reclama que los productos destaquen en braille, al menos, el nombre y la fecha de caducidad
Se ha apostado por un uso cada vez mayor como medio para mejorar la calidad de vida, en especial en los países desarrollados, donde su uso ha llegado, entre otros, a carteles, rótulos, elementos informativos y literatura -ni siquiera Don Quijote de la Mancha se ha podido resistir-, aunque es necesario que alimentos y fármacos no olviden incluir en
Otro ámbito con amplias posibilidades son las nuevas tecnologías. Su impulso ha favorecido el desarrollo de diversos medios que mejoran la accesibilidad. Por primera vez, se han dado soluciones para todas las personas -el uso de medios informáticos “ha abierto múltiples posibilidades laborales, de educación o de ocio” a las personas sordociegas-, pese a que todavía no se haya llegado a todos los campos.
Es tal la influencia de las máquinas, que se ha creado el braille informático. Este sistema se basa en ocho puntos, divididos en dos columnas de cuatro, de manera que de las 64 combinaciones tradicionales (algunos expertos las cifran en 63) se pasa a un total de 256. Se establece una cierta identificación con el byte (formado por ocho bites), con el fin de acceder a un mayor número de documentos y es posible utilizar dispositivos externos o periféricos, como las “líneas braille” o los anotadores digitales. Con ellos, la información de la pantalla del ordenador se transforma en caracteres braille o bien, mediante un teclado especial, se introducen datos y se convierten en voz sintética o en sistema de puntos.
Si no fuera así, el avance de las nuevas tecnologías, el uso masivo de Internet, ¿quedaría vetado a las personas ciegas? La Red ha supuesto uno de los mayores cambios de los últimos años. El uso del chat, del correo electrónico o la videoconferencia ha desplazado a otros modos de comunicación casi “monopolistas” con anterioridad. En función del uso y de cómo sea éste, la tecnología puede ser un motor de futuro fundamental o un factor terrible de exclusión.
Al abordar los cambios, hay que tener en cuenta a todas las personas, sin distinción. No es posible inventar para unas cuantas, aunque sean mayoría. Si la información sobre braille en Internet es abundante, ¿por qué no serlo también los medios para acceder a ella?
Mejoras en la enseñanza
“El braille es imprescindible en la alfabetización y en el aprendizaje de muchas materias”, recuerda la ONCE. Según sus datos, es un método imprescindible en la educación de 7.500 niños y jóvenes en nuestro país. Se le considera una de las puertas de acceso a las nuevas tecnologías y a la sociedad de la información.
Los menores que aprenden braille tienen la oportunidad de ampliar sus conocimientos, siempre que a la par se adapte el material necesario. Deben proliferar los servicios de adaptación para dar respuesta a las carencias. Aunque en la actualidad se traducen en braille material gráfico, obras literarias o textos destinados a la educación y el ámbito laboral, debe dejar de ser la excepción para convertirse en la norma.
Son necesarios más libros infantiles de literatura con dibujos y texto en braille
Del mismo modo, los libros táctiles o sonoros son una magnífica herramienta para pequeños y mayores. Tanto quienes todavía desconocen el braille como quienes lo dominan, pero se decantan por otros medios, cuentan con ellos como aliados. Hoy en día, se reclaman libros infantiles de literatura con dibujos y texto en braille, una base de datos sobre e-bibliotecas y otros centros que prestan libros en braille, además de un impulso a su enseñanza.
Aprender Braille
El braille no es difícil ni todos los brailles son iguales. Las personas videntes (familiares, personas interesadas, etc.) lo pueden aprender de manera más sencilla, ya que no requieren usar las yemas de los dedos, sino que pueden leer los puntos. Las personas invidentes deben aprender a utilizar sus manos para entender el significado de los seis puntos que conforman los caracteres en braille, distribudos en dos columnas y tres filas.
Los símbolos en relieve representan una letra o un signo. Cada punto se numera de 1 a 6, desde arriba hacia abajo y de izquierda a derecha: mientras el punto superior izquierdo es el 1, el punto inferior derecho es el 6. Las diferentes combinaciones conforman un total de 64, incluido el espacio en blanco (sin punto). Se distingue entre signografía básica, matemática, química, lingüística, para electrónica y para ajedrez, junto con musicografía o escritura musical.
Se distingue entre signografía básica, matemática, química, lingüística, entre otras
El grado de ceguera o deficiencia visual determina el nivel de conocimiento que se alcanzará, para ajustarse a las necesidades de cada persona. Se pueden aprender los fundamentos básicos del braille, como “el alfabeto, la perforación manual con punzón y el uso de máquinas de escribir e impresoras”, precisa la ONCE, o formarse en las combinaciones de puntos que consiguen “distintos tipos de letras, números o signos de puntuación”.
El braille además sabe idiomas. Desde los mayoritarios, como inglés, alemán o español, a otros considerados difíciles de aprender, como el chino, el japonés o el árabe, y lenguas minoritarias. Una torre de Babel a la que se intenta encontrar un punto de encuentro para unificar y regular su utilización.