Pasar una semana en un hotel es hoy en día un lujo que no está al alcance de todos los bolsillos. Las facturas, las cuotas de la hipoteca, la devolución de un préstamo personal o la vuelta al colegio de los niños dejan muy poco dinero disponible a final de mes. No obstante, hay alojamientos alternativos, por lo general bien situados y mucho más baratos, que permiten darse un capricho de vez en cuando. Para quienes no quieren privarse de viajar y de conocer otros lugares pese a tener un presupuesto ajustado, los albergues son una alternativa que se debe tener en cuenta.
Albergues para todos los gustos
Repartidos a lo largo de España y por la mayoría de los países, los albergues destacan por ser de todo tipo: céntricos, alejados de la ciudad, urbanos, de costa, ubicados en zonas naturales… Algunos cuentan con servicios adicionales y otros solo ofrecen a los viajeros un sitio donde dormir. Las instalaciones son muy diversas y, al igual que sucede con los hoteles, los hostales y las pensiones, la calidad varía de unos a otros, pero no están clasificados por estrellas, como ocurre con otros establecimientos.
Es habitual que cuenten con zonas comunes, como sala de televisión o comedor. Muchos tienen cocina donde los huéspedes pueden hacerse la comida y utilizar para ello los utensilios que están a disposición de los viajeros: sartenes, cazuelas, etc. Algunos albergues, los de mayor calidad, tienen incluso salas de exposiciones, alquiler de bicicletas o de equipos multimedia, spa o estancias habilitadas para grupos musicales.
Algunos albergues tienen spa, salas de exposiciones y alquiler de bicicletas o de equipos multimedia
La proliferación de espacios comunes hace que los albergues sean lugares que favorecen el diálogo y el intercambio cultural de las personas que en ellos se alojan. Compartir la cocina o la sala de televisión con desconocidos hace que surja amistad entre los huéspedes que antes no se conocían. El fomento de estas relaciones es uno de los principios que prevalece en la filosofía de quienes promueven el alojamiento en albergues.
Antes de reservar, es muy importante conocer su situación exacta y cómo está comunicado con el resto de la zona. Es muy común que quienes se hospedan en ellos utilicen el transporte público para llegar a la localidad donde se encuentran y para moverse por ella. En este caso, convendrá que esté céntrico para acceder a él sin necesidad de coger un taxi. Si los viajeros llegan hasta la zona con el vehículo privado, la ubicación no es tan relevante.
Habitaciones y baño
También hay que tener en cuenta el tipo de habitaciones que oferta el establecimiento. Muchos albergues tienen grandes dormitorios en los que se hospeda un gran número de personas. Es probable que 16, 20 o 30 huéspedes, muchos desconocidos entre sí, compartan un mismo cuarto con hileras de camas o literas. Esto es un inconveniente para quienes quieren tener cierta privacidad o dormir solo con sus amigos. También pueden darse problemas de ruidos por el elevado número de personas que se congrega. Pero puede ser interesante tener contacto con gente a la que hasta ahora no se conocía. Además, el precio es bastante más barato que el del dormitorio más pequeño.
Compartir espacios comunes fomenta el diálogo y el intercambio cultural
En los albergues también hay habitaciones de un tamaño más reducido y que no tienen por qué ser compartidas. Si el grupo de viajeros lo forman seis personas, pueden descansar en una estancia con este número de camas sin necesidad de alojarse con desconocidos. Si son cuatro y no hay habitaciones más pequeñas, sucede lo mismo que en las salas de gran tamaño: se comparte con otros dos huéspedes o se paga por la cama vacía.
Algunos albergues tienen habitaciones mixtas donde duermen tanto hombres como mujeres, pero en otros hay separación por sexos. Conviene confirmar este extremo al hacer la reserva.
Cada vez es más frecuente encontrar habitaciones individuales o dobles que, a un precio algo más elevado pero sin llegar al coste de un hotel, permiten disfrutar de un poco de intimidad durante el viaje. Es importante saber que un establecimiento tiene este tipo de dormitorios antes de reservar, ya que de lo contrario los turistas pueden descubrir que la estancia no se adecúa a sus deseos.
En cuanto a los cuartos de baño, las habitaciones dobles lo tienen casi siempre dentro de la habitación, aunque también puede estar fuera y ser compartido. En los dormitorios con muchas personas, es más frecuente que haya un gran servicio en cada planta con varios inodoros y duchas.
Normas
Aunque por su precio y las condiciones del alojamiento los albergues están dirigidos sobre todo a jóvenes, este tipo de establecimientos permite la entrada a personas de cualquier edad. No obstante, en el supuesto de que haya pocas plazas, en la reserva dan preferencia a los menores de 26 años.
Las habitaciones pueden ser individuales, dobles o acoger a grupos de más de 20 personas
Algunos de estos centros tienen una estricta normativa con respecto a los horarios. A diferencia de otros establecimientos, como los hoteles y los hostales, que permiten la entrada y la salida de huéspedes durante la noche, ciertos albergues cierran y no permiten que nadie pase después de la hora establecida. Entre las 23:00 y las 7:00 horas, casi siempre, el acceso está prohibido. Por este motivo, conviene que quienes tengan planes nocturnos conozcan con antelación las normas del hotel.
Lugares y precio
Los amantes del turismo cultural cuentan en España con una amplia red de albergues en los que pueden pernoctar. Muchos de ellos sorprenden por la calidad de sus instalaciones, su céntrica ubicación y su precio. En Córdoba, quienes deseen dormir en la judería, casi al lado de la mezquita, pueden hacerlo por un precio que oscila entre los 21 euros de la temporada baja y los 27 de la alta. En épocas de excesiva ocupación, como Semana Santa, se paga 32 euros. Los menores de 26 años abonan entre 15 y 21 euros y 26 en la temporada extra. En todos los casos incluye el desayuno.
También hay numerosos establecimientos repartidos por espacios naturales de interior, sierras, pequeños pueblos en los que se puede practicar el turismo rural y de aventura. Con mucha frecuencia, en el propio centro se encuentran rutas para hacer solos, con el grupo de amigos o con las personas que se hospedan en el establecimiento. Hasta el 30 de noviembre, quien lo desee puede pasar unos días en Sabiñánigo (Huesca), a las puertas del Pirineo, por 18 euros con alojamiento y desayuno o 23 si prefiere media pensión.
Las localidades costeras acogen un sinfín de albergues donde pasar unos días. El turismo de sol y playa puede ser de bajo coste. A los menores de 25 años, el albergue de Palma, a 300 metros del mar, les cuesta 9 euros en temporada baja, 12,40 en la media y 14,50 en la alta e incluye el desayuno. Por unos seis euros más, pueden disfrutar de la media pensión y si suman a esta otros cinco euros, tendrán pensión completa. Las tarifas para quienes hayan cumplido los 26 años son un euro más caras.
Hacer turismo internacional de forma asequible también es posible gracias a los albergues. El alojamiento en hoteles de algunas capitales europeas es bastante caro, pero quien quiera conocer el continente puede hospedarse en zonas céntricas por poco dinero. En París se pueden encontrar establecimientos muy céntricos por poco más de 22 euros. Algunos cuentan con cine gratuito, amplios jardines y acceso a Internet incluido. En Amsterdam hay alojamientos desde 14 euros, aunque la mayoría ronda los 20 euros.
Carné de alberguista
Para hospedarse en uno de los 250 establecimientos gestionados por la Red Española de Albergues Juveniles (REAJ), es necesario tener un carné expedido por este organismo. También se acepta en los 4.000 centros repartidos por todo el mundo que se acogen a Hostelling International.
Cualquier persona puede acceder a este en sus distintas categorías:
- Joven: menor de 30 años. Se pagan 5 euros por el carné.
- Adulto: a partir de 30 años. Cuesta 12 euros.
- Familia: vale para el matrimonio y los hijos. Asciende a 24 euros.
- Grupo: con al menos 10 integrantes. Cuesta 15 euros.
Esta identificación se expide tanto en los puntos de información juvenil como en los propios albergues y se puede obtener con la sola presentación del DNI o el pasaporte y el abono de su importe. Su validez es de 12 meses.
No siempre es imprescindible ser socio si se reserva desde determinados portales de Internet
Hace unos años, la única forma de hospedarse en un albergue era utilizar los servicios de REAJ o de Hostelling International porque eran casi los únicos organismos que gestionaban esta amplia red de establecimientos. Hoy, con Internet, las búsquedas y reservas se hacen con facilidad desde diferentes páginas web, por lo que se puede acceder a alojamientos que no estén incluidos en estas organizaciones y donde el carné de alberguista no es necesario. Incluso en los adheridos a Hostelling International no siempre es imprescindible ser socio si se reserva desde determinados portales.
Ventajas
- Precio: es una de sus ventajas más destacadas. Por el mismo dinero que se paga por dormir en un hotel, es posible pasar tres noches en un albergue. Esto permite alargar el viaje y conocer lugares muy diversos sin terminar con el presupuesto anual.
Poder usar las zonas comunes como la cocina, las lavadoras o la sala de Internet supone un ahorro en restaurantes, en lavandería o en cibercafés.
Los servicios extra que ofrecen los centros, como el alquiler de bicicletas a un precio asequible, facilitan mucho el viaje.
También son muy importantes las relaciones que se crean entre quienes pasan allí unos días, sobre todo si se duerme en las habitaciones compartidas. La utilización de los espacios comunes por parte de personas que no se conocen puede generar amistad entre los huéspedes. Las actividades comunes que se planean en los albergues son una alternativa para conocer la zona desde otro punto de vista. Frente al individualismo que prima en otro tipo de alojamientos, como los hoteles, el involucrarse en las necesidades de los demás es uno de los principios que destaca del turismo en albergues.
Inconvenientes
- Estrictos horarios fijados en algunos establecimientos. Si bien es muy positivo para quienes descansan en ellos, en ocasiones, pueden romper los planes que tienen otras personas, como visitar la ciudad de noche o tomarse unas copas en los bares de la localidad.
El hospedaje en un albergue es descartable para personas que deseen intimidad o no quieran dormir con extraños, salvo que el lugar cuente con habitaciones individuales o dobles.
Los baños compartidos y la falta de un espacio propio.