El dolor de cabeza puede dificultar mucho la vida a las personas y disminuir el rendimiento laboral, así como las relaciones sociales. En definitiva, impide llevar una vida normal y pasar unas buenas vacaciones cuando llega el periodo estival. En esta época, a pesar de la reducción del estrés, la cefalea puede ser un malestar habitual. En este artículo se explican los principales motivos de la aparición de dolor de cabeza en verano y qué hacer para evitar que las migrañas estropeen los meses de mayor tranquilidad.
Los cambios de hábitos del verano pueden aumentar la frecuencia de desarrollo del dolor de cabeza o de las migrañas, alerta el Instituto Universitario USP Dexeus (Barcelona). Los motivos son varios, pero están relacionados con la modificación de costumbres respecto al resto del año y la importante presencia del sol, mucho más intenso que en otras estaciones. En paralelo, la Sociedad Española de Neurología (SEN) advierte de que el calor y las altas temperaturas incrementan las migrañas (una de las cefaleas más graves).
¿Por qué aumenta el dolor de cabeza en verano?
Hay muchos causas que pueden provocar dolor de cabeza en verano. Más allá de las altas temperaturas, en la época estival muchas personas susceptibles a sufrirlo están más expuestas a los factores precipitantes, que en invierno controlan de manera mucho más rigurosa:
- Alteraciones de las rutinas del sueño. El hecho de que haya más horas de luz durante el verano modifica la segregación de hormonas y el sueño, un factor importante en el desarrollo de cefaleas. En el invierno, la segregación de melatonina se da hacia medianoche y como único pico, mientras que en verano se producen dos picos, uno a la misma hora y otro hacia las 6:00 horas. Esto provoca un sueño de menor calidad e, incluso, despertares nocturnos.
- Cambios de hábitos y de alimentación. El abandono temporal de las rutinas (como llevar a los niños al colegio) y el aumento en el consumo de alimentos que pueden provocar dolor de cabeza y de alcohol son factores que predisponen a esta molestia.
- Exposición prolongada al sol. La cefalea relacionada con la insolación es un malestar que se manifiesta sobre todo en la frente y que se acompaña de náuseas, visión borrosa y, en casos extremos, puede llegar a ocasionar un golpe de calor y la pérdida de consciencia.
- Luz intensa del sol. El cerebro es sensible a la estimulación sensorial, y la luz es uno de los estímulos más potentes.
- Viajar. Durante las vacaciones también pueden generarse momentos de estrés por el simple hecho de viajar. La propia tensión del desplazamiento, preparar las maletas, organizar el viaje y pretender que todo vaya a la perfección puede ser contraproducente y provocar un malestar innecesario, si todo se realiza con calma y tranquilidad. Asimismo, viajar muchas horas en coche puede producir también cefalea.
- Variaciones barométricas propias del verano. Los científicos han detectado, aun sin saber la causa desencadenante, que determinados pacientes pueden verse afectados por las tormentas de tarde, frecuentes en verano.
- Estímulos fríos causados por un cambio brusco de la temperatura corporal, bien por la ingesta de una bebida muy fría o de un helado. Esta cefalea está directamente relacionada con el verano, y afecta a la parte inferior y anterior del cerebro. Es un dolor brusco, violento, casi como un latigazo. En general, son muy breves y no suponen mayor complicación.
Nueve consejos para evitar la cefalea en verano
Como en muchas enfermedades, lo mejor es prevenir y controlar los factores que precipitan la cefalea. Aunque en verano se baje la guardia por la reducción del estrés y la relajación de las vacaciones, no hay que excederse. Según los especialistas, hay otras recomendaciones que hay que tener en cuenta:
- 1. Mantener una rutina en los horarios de sueño.
- 2. Seguir una dieta semejante a la del resto del año.
- 3. Conviene tomar bebidas frescas y consumir de forma moderada alcohol, café y bebidas excitantes.
- 4. Reducir la exposición excesiva al sol y buscar sombras.
- 5. Usar ropa adecuada (ancha y de colores claros para absorber menos el calor), emplear protectores solares y, sobre todo, hidratarse de forma constante. Se recomienda, asimismo, llevar calzado abierto. Para evitar un mayor calentamiento corporal, también es conveniente llevar el pelo recogido en caso de tenerlo largo.
- 6. Respecto a la alimentación, a pesar de que no a todas las personas les afecta del mismo modo, es aconsejable que quienes sean propensos eviten alimentos como el chocolate o el queso curado. Además, si se toman durante la noche y acompañados de alcohol, la mezcla puede ser un fuerte potencial de dolor de cabeza. Los embutidos también pueden ser un factor de riesgo importante.
- 7. Utilizar gafas de sol para la protección ocular. Hay que estar seguro de llevar unas de calidad y adquiridas en comercios autorizados. También se recomienda usar gorras que, además de resguardar del calor, protegen ligeramente de la luz.
- 8. Hay remedios naturales que pueden ayudar a aliviar esta dolencia una vez se ha desencadenado, como las compresas frías en la frente o la nuca. No se aconseja el hielo directamente aplicado en la piel.
- 9. Antes de emprender un viaje, es conveniente ingerir algún alimento e hidratarse bien. En los viajes es mejor poner música relajante aunque no demasiado lenta.Verano e insomnio
El calor, el ruido, una vida social más activa, la sequedad ambiental del aire acondicionado, las siestas más largas o las comidas excesivas, ir a dormir más tarde, el aumento del consumo de estimulantes o de tabaco e, incluso, el cambio de colchón son aspectos que provocan que durante el verano y las vacaciones se sufra más insomnio y despertares nocturnos. El organismo debe habituarse al cambio de temperatura y al aumento de horas de luz, y ello requiere tiempo.
Un incremento de la cantidad de luz produce una mayor estimulación de la retina que, a su vez, provoca dificultad a la hora de dormir. Con todo, el verano es un “estimulador” del insomnio que hay que evitar, incluso en personas que durante el resto del año no tienen problemas para dormir. Porque quitar horas de descanso produce debilidad, depresión, ansiedad, hipertensión, disminución del rendimiento físico y mental, irritabilidad, pérdida de reflejos, enrojecimiento de los ojos e inflamación de los párpados y las temibles migrañas.
Mojarse los brazos, la nuca, buscar el lado frío de la almohada o utilizar un ventilador pueden ser recursos que, aunque no funcionan ni siempre ni a todo el mundo, pueden ayudar.