Las fiestas navideñas deberían ser una excelente ocasión para disfrutar de la compañía de la familia y los amigos. Pero no siempre es así. Las personas que se ocupan de organizar las celebraciones corren el riesgo de estresarse, debido a la carga de trabajo y el gasto económico, y de decepcionarse, si algunas malas relaciones familiares echan al traste la fiesta. Este artículo describe los desencadenantes más frecuentes de estrés en Navidad y algunas soluciones para hacerlos frente.
Estrés por el trabajo y la economía que suponen las Navidades
Las luces de Navidad ya alegran las calles, los anuncios de televisión recuerdan que hay que comprar turrones y regalos, los niños ya están ilusionados por la llegada de los Reyes Magos. Para muchas personas, las fiestas navideñas son una época de felicidad. No obstante, también pueden ser una fuente de estrés para quienes organizan las celebraciones familiares. Comprar la comida para muchas personas, cocinar, preparar la casa y recogerla tras el evento, atender a los invitados… puede ser tan satisfactorio como estresante. Por eso, muchos no quieren hacerse cargo de ellas. Como explica Carolina Yegros, psicóloga y psicoanalista, «suele ser un motivo de disputa decidir quién se encarga de organizarlas». Y es que el estrés que genera preparar las celebraciones navideñas puede estar causado por varios motivos.
Si una persona, trabaje o no, siente que preparar las fiestas es demasiado estresante, tiene todo el derecho a solicitar ayuda a hijos, nietos o hermanos
En primer lugar, por la carga de trabajo que supone comprar, cocinar, adecentar el hogar… para muchas más personas de lo habitual. A la vez, se puede sentir ansiedad al tener que seguir la tradición de elaborar grandes cenas o comidas, con platos muy elaborados que no siempre salen bien.
Por otro lado, al trabajo que las fiestas suponen se une el estrés provocado por motivos económicos. Debido a la actual situación de crisis, muchas personas no pueden afrontar este gasto extra. Así que, si no se puede, es mejor decirlo y no encargarse de nada. Otra opción es ajustar la celebración a un presupuesto asumible. Una cena de fin de año no será más especial por el hecho de que haya marisco en lugar de pollo. Por esa razón, en el caso de que sea necesario, se puede pedir a familiares y amigos que colaboren en los gastos. Yegros recomienda «aceptar la situación social y económica de cada uno. Con todos los problemas de falta de trabajo o recortes de sueldos, será necesario recortar en gastos. Hay que tener en cuenta que estas preocupaciones son una importante fuente de estrés». Además, si una persona, trabaje o no, siente que preparar las fiestas es demasiado estresante, tiene todo el derecho a solicitar ayuda a hijos, nietos o hermanos, entre otros, aunque no vivan en la casa que acogerá las celebraciones.
Navidad y relaciones familiares
En Navidad, es aconsejable formarse unas expectativas realistas
Otro desencadenante de estrés son las malas relaciones personales. Muchos familiares solo se reúnen durante la cena de Nochebuena o Nochevieja porque no tienen buena relación. No obstante, en Navidad toca verse. «Estas fechas ponen sobre la mesa conflictos latentes que circulan en toda la familia, pero que durante el año se mantienen de una forma más velada», afirma la psicóloga. A veces, agrias discusiones echan al traste la celebración; otras, reina la frialdad. En ambos casos, puede ser una decepción para la persona que ha estado varios días preparando la fiesta.
«Una queja frecuente es que las reuniones familiares, en muchas ocasiones, parecen un montaje, una fachada, y hay que comportarse como si todo estuviera bien, cuando en realidad no lo está», recuerda Yegros. Es aconsejable formarse unas expectativas realistas. Si dos familiares no se llevan bien, no hay que esperar que en Navidad hagan las paces. «No hay que luchar para sostener un ideal, que es lo que conduce al estrés y a la ansiedad», apunta la psicóloga.
Según un estudio de la consultora Deloitte, cada hogar español prevé gastar en Navidad unos 684 euros, frente a los 668 euros del año pasado. Las Navidades son una época de muchos dispendios: la comida, los regalos, algún viaje… Pero hay que pensar con calma cuál es el presupuesto máximo que se puede dedicar y aceptar las limitaciones económicas que implique. Si como mucho se pueden hacer un par de obsequios, no pasa nada. Además, las personas que se encargan de preparar las comidas o las cenas típicas de Navidad tendrán que invertir buena parte de su dinero en las viandas.
Para ahorrar, es aconsejable comprar con antelación, apostar por las marcas blancas y no obcecarse en adquirir productos caros si no alcanza el presupuesto. También es importante planificar bien la compra, para no dejarse llevar por impulsos caros. Asimismo, se puede reducir un poco la intensidad de la calefacción cuando hay más personas de lo habitual en casa. Hacerse con iluminación navideña de bajo consumo resulta otra buena medida de ahorro en casa.