Turistas que se alojan en pisos particulares en el centro de la ciudad, propietarios que consiguen dinero rápido y seguro, tenderos que ven sus negocios florecer… pero también vecinos en pie de guerra, hosteleros indignados contra una competencia considerada “desleal” y políticos intentando organizar la nueva realidad. Son muchos los agentes implicados en el nuevo modo de alquiler vacacional basado en los apartamentos turísticos. ¿Cómo afecta a cada uno de ellos este fenómeno? Conozca los pros y contras de estos pisos para cada colectivo.
La visión del propietario: alquilar rápido y a buenos precios
¿Tiene un piso para alquilar en Barcelona, Granada, San Sebastián o Madrid? Muchos no lo dudan… y lo dedican al alquiler turístico por días o semanas. Y es que el propietario, con este tipo de transacción, «obtiene, en general, del 5 % al 20 % más de rentabilidad que si dedicase su casa a un alquiler al uso, de larga duración», explican fuentes de la plataforma Airbnb. De hecho, señalan que solo el año pasado, el home sharing (compartir vivienda con viajeros) a través de su plataforma «impulsó la economía española en casi 4,2 billones de euros, y el anfitrión típico ganó 3.400 euros mensuales». Almudena Ucha, directora de Rentalia, añade un dato más: «Miles de familias han conseguido pagar sus hipotecas en los peores años de la crisis gracias al alquiler vacacional».
Además del factor económico, a un propietario le interesa alquilar con rapidez y sin problemas. Y con estos pisos es sencillo. La existencia de las plataformas que ponen en contacto a propietarios y turistas hace posible encontrar inquilinos a gran velocidad, «sobre todo si el apartamento está en el centro», aclara Ucha.
Pero ser propietario de una vivienda vacacional no solo tiene ventajas. ¿Qué obligaciones tienen que cumplir? Al depender de las comunidades autónomas, en España hay 17 normativas turísticas de alquiler vacacional, que se unen a las respectivas ordenanzas municipales que se están instaurando poco a poco. De ahí que «para el propietario sea un verdadero rompecabezas legislativo empezar a operar con una vivienda turística», indica la responsable de Rentalia. Desde Airbnb recalcan que «se pide a los anfitriones que cumplan con las leyes locales antes de anunciar su espacio y se aseguren de que tienen permiso para anunciarlo». Además, cuentan con una página para anfitriones responsables en las principales ciudades, como Madrid, con información exhaustiva que incluye enlaces a las regulaciones locales.
Lo habitual es que la mayoría de las normativas exija al propietario «una declaración responsable, inscribir el alojamiento en la delegación de turismo de su comunidad autónoma, un seguro y un teléfono donde el viajero pueda localizarle ante cualquier incidencia», informa Almudena Ucha. En Cataluña, por ejemplo, hay que disponer de cédula de habitabilidad, como cualquier otra vivienda, y no puede ser ocupada con más plazas que las indicadas en ella. Además, la casa debe cumplir las condiciones técnicas y de calidad exigibles a las viviendas en general, estar suficientemente amueblada y dotada de los aparatos y utensilios necesarios para su ocupación inmediata y, además, en perfecto estado de higiene. Y en Madrid, otro destino top, deben estar dadas de alta en el Registro oficial de la Comunidad.
Usuario: buenos precios y las comodidades de casa
Alojarse en pleno centro de las ciudades, con las comodidades de casa y a un buen precio. Es lo que quiere la mayoría de los viajeros que opta por los apartamentos turísticos frente a los hoteles. El turista busca, además, «una forma de viajar local, personal y auténtica. Vivir experiencias más genuinas, en vez de turismo de masas, y por ello este tipo de turismo tiene éxito», manifiestan desde Airbnb.
Pero toda cara tiene su cruz, y los problemas siempre pueden surgir. ¿Cómo se puede defender un turista? ¿Cómo no ser víctima de engaños?
Desde Rentalia, Ucha explica que las plataformas generan un entorno de autocontrol de la calidad de los servicios gracias a los sistemas de valoraciones. Los viajeros pueden encontrar información sobre el propietario, datos de contacto, su tiempo de publicación en la plataforma, opiniones de otras personas que ya han estado en su alojamiento, etc., «creándose un entorno de calidad autorregulada».
Para tener una estancia satisfactoria, no obstante, lo mejor es confirmar todos los detalles y características del alojamiento antes de realizar la reserva, desconfiar de las gangas superlativas, hacer contrato por escrito o formalizarla mediante reserva online y no acceder a solicitudes de propietarios interesados en saltarse estos pagos online, que son los que más garantía ofrecen al viajero, apunta Ucha. En esta idea inciden las fuentes de la compañía Airbnb, al señalar que los usuarios «deben saber que mientras permanezcan en la plataforma y solo paguen a través de Airbnb, el dinero siempre estará protegido».
Asimismo, se elimina cualquier tipo de información de contacto para proteger la privacidad y evitar que los usuarios salgan de la página web. En los mensajes entre huéspedes y anfitriones y en las imágenes de los anuncios, «el sistema monitoriza y elimina automáticamente números de teléfono, direcciones de correo y otro tipo de información personal hasta que la reserva se ha hecho efectiva, ayudando a mantener seguras las cuentas», apuntan.
Además, en caso de que una estancia no cumpla con la calidad o servicios esperados, como consumidores pueden ponerse en contacto de inmediato con el anfitrión y, si entre ellos no consiguen ponerse de acuerdo, notificarlo a través de la plataforma de alquiler vacacional. En última instancia, pueden presentar reclamaciones ante los organismos competentes.
¿Qué pasa con el vecindario? Molestias y alquileres desorbitados
Ruidos, gente desconocida entrando y saliendo continuamente del edificio, basuras e incluso peleas… Muchos vecinos se quejan de lo molestos que resultan a veces los turistas de estos apartamentos vacacionales, y hasta en algunos barrios o ciudades están en pie de guerra contra este sistema de alquiler. Almudena Ucha confiesa que entiende las negativas de los vecinos, pero cree también que «no se puede criminalizar a toda una industria por la mala imagen que generan unos pocos grupos de turistas ruidosos, cuyo porcentaje con respecto con el total de turistas que usan las viviendas turísticas es ínfimo». Además, añade, muchos de los altercados que se producen en calles, playas o zonas de bares tienen como protagonistas a personas que se alojan tanto en pisos turísticos como en hoteles, «pero parece que solo se señala a los primeros».
Los efectos sobre el vecindario pueden ir más allá de ruidos y peleas. Desde la asociación Exceltur alertan de los efectos negativos que tienen los pisos turísticos sobre la sostenibilidad de ciertos destinos, debido al carácter descontrolado de su crecimiento y su incidencia «sobre la capacidad de carga de los destinos, el acceso a la vivienda y la convivencia ciudadana».
Por su parte, en Rentalia se oponen a esta idea, con los datos de un informe encargado por FEVITUR (Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos). En él se puede comprobar que «tan solo el 1,4 % de las viviendas en Palma son pisos turísticos, por ejemplo, y se ha visto que no han tenido impacto en el aumento de precios del alquiler residencial», puntualiza Almudena Ucha.
Respecto a este tema, desde la plataforma Airbnb sostienen que la plataforma «se toma las preocupaciones locales de manera seria» y pretende trabajar con las administraciones en España para desarrollar leyes claras que permitan que los beneficios del turismo se distribuyan entre las familias locales. Por esta razón ha implementado medidas como la política «Un anfitrión, una casa» en Barcelona, para ayudar a garantizar que el home sharing crezca de forma responsable y sostenible. La propuesta fue bienvenida en la ciudad y, como parte de esta medida, la plataforma ha eliminado ya más de 1.000 anuncios que podrían haber afectado a la disponibilidad de vivienda de largo plazo.
Los pisos o apartamentos turísticos son un nuevo modelo de alojamiento que ayuda a diversificar el turismo, “haciendo llegar los beneficios a nuevas comunidades y a negocios locales, en vez de dejarlos en manos de unos pocos”, sostienen desde Airbnb. Coincide con esta afirmación Almudena Ucha, directora de Rentalia: “Infinidad de tiendas de barrio, bares y restaurantes reciben ingresos provenientes de turistas que se alojan en apartamentos y casas de vacaciones”.
La propia gerente de la Asociación de Comerciantes de Lavapiés (Madrid), Irene Serrano, ha reconocido a los medios que con estos apartamentos el tejido comercial se está “revitalizando” y se abren “nuevos comercios de calidad y muy atractivos, regentados por gente joven”.