La demanda de gas natural crece año tras año de forma espectacular: si la producción mundial total de energía ha aumentado en un 87% desde 1973, la de gas natural lo ha hecho en un 240%. Sin embargo, la reciente crisis causada por Rusia al cortar el suministro a Europa ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema. Mientras sus defensores recuerdan las ventajas de consumir gas natural y sostienen que todavía quedan reservas para décadas, algunos expertos señalan diversos problemas que podrían poner en peligro el abastecimiento para los próximos años.
Por qué aumenta el uso del gas natural
Las previsiones para los próximos años indican que la demanda de gas natural continuará en ascenso, para generar calor y electricidad tanto a nivel doméstico como industrial, o incluso como combustible para vehículos. La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA en sus siglas en inglés) prevé que podría incrementarse en un 50% de 2005 a 2030, mientras que en Europa podría crecer un 43%, según Eurogas. Se estima que los mayores incrementos se darán en las economías emergentes de los países asiáticos y del este de Europa, que triplicarán su uso del gas durante el periodo 2002-2025. En España, el Ministerio de Economía cree que dicha demanda se multiplicará por 2,2 en 2011, hasta alcanzar los 44 bcm (miles de millones de metros cúbicos).
Sólo con los yacimientos conocidos, las reservas contabilizadas de gas natural a finales de 2008 aseguran una disponibilidad en el mundo durante unos 62 años
En este sentido, según datos de la empresa Gas Natural, en su combustión se produce de un 40 a un 45% menos dióxido de carbono (CO2) que en la del carbón, y entre un 20 y un 30% menos que en la de los productos derivados del petróleo. Además, no emite partículas sólidas ni cenizas, las emisiones de dióxido de azufre son prácticamente nulas y las de óxidos de nitrógeno son inferiores a las del carbón y los productos petrolíferos.
¿Habrá dificultades de suministro?
Algunos expertos señalan diversas razones que podrían producir en los próximos años dificultades e incluso parones en el suministro. René Snijder, consultor en temas de energía y miembro del Comité de Estrategia y Regulación de la Unión Internacional del Gas, sostiene que desarrollar nuevas reservas cuesta mucho dinero y que, a menudo, éstas no pueden empezar a explotarse hasta transcurrido un largo plazo de transición.
Snijder recuerda también que la mayor parte de los recursos de gas natural se localizan en unos pocos países y fuera de las principales regiones consumidoras, de manera que pueden elegir qué mercado les resulta más conveniente para sus intereses económicos y geopolíticos. Por ello, este experto sostiene que está empezando a haber problemas comparables a los planteados por el petróleo.
La mayor parte de los recursos de gas natural se localizan en unos pocos países y fuera de las principales regiones consumidoras
Según la asociación Ferrolterra-Ciudadanos Aliados para Proteger su Entorno (F-CAPE), el GNL tiene la ventaja de no depender de un suministrador determinado, ya que se puede comprar a otros de cualquier parte del mundo, y permite la entrada en el mercado mundial de nuevos productores. En caso de una emergencia, como la reciente crisis rusa, son una buena solución. Por ello, en la última década, el comercio de GNL prácticamente se ha duplicado.
Por otra parte, algunos expertos recuerdan que las materias primas y los materiales de construcción y de equipamiento de las plantas de gas han crecido a gran ritmo en los últimos años, y que hay una escasez mundial de capacidad de ingeniería y mano de obra cualificada. Por todo ello, la creación y puesta en marcha de la mayor parte de las plantas de licuefacción planeadas se encuentra en el aíre.
Asimismo, los expertos recuerdan que el GNL es la opción más cara por los costes adicionales de los procesos de licuefacción, transporte en barco y regasificación, y que sólo es más rentable que el gasoducto a distancias superiores a 3.000 kilómetros. Sin embargo, Snijder afirma que en la actualidad no se dispone de capacidad sobrante para la producción de GNL y que incluso se está volviendo más competitiva la utilización de gasoductos por encima de los 3.000 kilómetros de distancia.
España, un caso especial
El consumo de gas natural también se ha incrementado en los últimos años en España. En concreto, los responsables de la asociación F-CAPE señalan el peso cada vez mayor de las centrales térmicas de ciclo combinado que utilizan dicho combustible.
En cuanto al suministro, Marta Margarit, de Sedigas, recuerda que España, al igual que la mayoría de los países europeos es un país energéticamente dependiente. En relación con el gas natural, la principal diferencia entre España y el resto de países de la Europa Continental es la diversidad de fuentes. Margarit señala que mientras cerca del 70% de los países de Europa depende de un único suministrador, España recibe gas natural de diez países: en 2008, Argelia, con una cuota del 35%, fue el principal proveedor; después le siguieron Nigeria (18,9%); los Países del Golfo (13,4%); Egipto (12,4%); y Trinidad y Tobago (10,9%).