Levantarse en mitad de la noche para ir a orinar es un síntoma de la micción nocturna que deteriora la calidad de vida de quienes lo padecen. Un reciente estudio sobre el mismo aporta nuevos hallazgos sobre la frecuencia de la micción y el tipo de problemas que conducen a él, así como claves para el tratamiento de estos pacientes en el futuro. Entretanto, los expertos que lo han realizado defienden la extensión de la figura del asesor de continencia para ayudar a paliarlo.
Sin descanso
“Nicturia”, según los libros clásicos de medicina, o “nocturia”, aceptada por la Asociación Española de Urología, es un síntoma y no una enfermedad. El paciente se ve obligado a levantarse para orinar durante la noche al menos un par de veces, por distintas causas o por malos hábitos, como beber mucho líquido antes de acostarse. “Levantarse una vez es normal, pero dos o más afecta a la calidad de vida y es molesto”, explica José Emilio Batista, urólogo, coordinador de la Unidad de Urodinamia del Centro Médico Teknon y presidente de la Asociación Continentia.
Este síntoma se da en personas mayores, a partir de 50 años, aunque de forma ocasional, algunos pacientes lo sufren antes. Afecta más a los hombres: de cada diez afectados, sólo tres son mujeres. Estas personas se despiertan con ganas de orinar, se levantan, van al lavabo y vuelven a dormir. El síntoma, por lo tanto, no tiene nada que ver con la enuresis o micciones incontroladas de los niños durante la noche, puesto que los afectados tienen control de la orina.
La nocturia provoca que los afectados se sienten faltos de energía y de capacidad para realizar actividad física durante el día
De manera tradicional, se ha distinguido entre dos tipos principales. Por un lado, la nocturia de pacientes que producen orina en exceso por la noche debido, entre otras razones, a que toman fármacos diuréticos por un problema cardiaco. Por otro lado, destacan las personas con un trastorno en la vejiga, sin exceso de producción de líquidos.
El estudio de la nocturia
Esta tipificación se ha efectuado, hasta ahora, mediante cuestionarios que los pacientes debían rellenar a diario. Además, este síntoma se estudiaba entre muchos otros, sin que se haya considerado como un síntoma aislado. En una encuesta ambulatoria en la que se preguntó sobre la nocturia, los pacientes afirmaron que, con diferencia, “era el síntoma que más les había impactado sobre la calidad de vida en general, entre un 15% y un 20%”. Supone un deterioro muy importante para la calidad de vida de los afectados, ya que al día siguiente se sienten faltos de energía y de capacidad para realizar actividad física, además de la percepción de aislamiento frente al problema.
Ahora, por primera vez, se ha realizado un estudio específico, “Nocturia Study”, que ha relacionado los trabajos sobre este síntoma y otros sobre el sueño, con la colaboración de Eduard Estivill, doctor experto en sueño, quien ha realizado un registro continuo y pionero de estos pacientes. Los participantes ingresaron en el hospital por la tarde con la intención de pasar toda la noche, cenaron, se les pidió que realizasen las actividades que, de forma habitual, realizaban en casa y que se levantaran al baño cuando sintieran necesidad.
Los voluntarios recibieron un diario para apuntar la hora a la que se iban a dormir y a la que se levantaban para miccionar. Entonces se realizaba una flujometría, una prueba que mide la cantidad de orina que la vejiga es capaz de expulsar por segundo, la duración de la micción y cualquier cantidad de flujo intermitente, con el objetivo de conocer la capacidad de este órgano, el estado de las vías urinarias y la fuerza de los músculos urinarios, entre otros. Con ella se obtuvo una medición objetiva, más allá de las impresiones, a menudo inconcretas, de los pacientes.
Percepción de los afectados
La percepción subjetiva de los pacientes es peor que la realidad, por norma general. “A menudo aseveran que se levantan una media de cuatro veces durante la noche, pero los registros señalan tres, es decir, entre 1 y 1,5 veces reales por debajo”, destaca José Emilio Batista. Los resultados también concluyen que la clasificación clásica, según la cual se separa a los pacientes que tienen problemas de líquidos y de vejiga, es irreal. “La mayoría padece de ambos problemas”, añade el experto.
Un estudio urodinámico completo de estos pacientes ha permitido averiguar que buena parte de ellos tiene los dos problemas. Ésta no es una buena noticia, pero explica por qué la nocturia es un síntoma de tan difícil tratamiento. “Esperamos que, en un futuro, este resultado ayude a plantear mejor el tratamiento. Deberemos tratar ambos problemas y buscar nuevas estrategias, porque las que tenemos no acaban de funcionar”, expone. Hasta ahora, cerca de 30 pacientes han pasado por el “Nocturia Study”.
Muchos casos de nocturia guardan relación con ciertas costumbres erróneas muy extendidas
La razón de este pequeño número es que “es una prueba nueva y a los pacientes les cuesta entenderla”. No la cubren ni la Seguridad Social ni las compañías de seguros, sino que se ha llevado a cabo gracias a una beca de un laboratorio. “Por eso, el reclutamiento de los pacientes ha sido lento”, indica Batista. Los resultados obtenidos ya se han presentado en el Congreso de la Sociedad Internacional de Continencia, en San Francisco (EE.UU.), en 2009, y en el Congreso Nacional de Urología, que ha tenido lugar en Bilbao del 11 al 14 de junio.
Hasta 2011, se espera reclutar a otros 25 ó 30 pacientes más. El problema, opina Batista, es que a diferencia de la investigación en cuanto a diagnóstico y tratamiento de síntomas y enfermedades cardiovasculares, los estudios de incontinencia urinaria llevan un retraso de 30 años.
Asesor de continencia
El asesor de continencia es una figura profesional que surgió hace apenas 20 años a través de un grupo urológico de Bristol, en Reino Unido. Ese grupo marcó todas las pautas de diagnóstico y tratamiento médicos en el hospital y otros dispositivos asistenciales, así como el seguimiento, con el apoyo del asesor de continencia, de un fisioterapeuta o enfermera que se encargaban de las medidas de apoyo al paciente con incontinencia o alteraciones del ciclo miccional.
El papel del asesor es dar soporte a los pacientes y aconsejarles respecto a medidas dietéticas, dispositivos, tratamiento farmacológico y el sondaje intermitente para vaciar la vejiga, entre otros. Gracias a su papel, que complementa al del médico y la enfermera, que no podrían realizar un seguimiento tan estrecho de los pacientes, en Bristol se detectó un consumo menor de pañales y una mejora en la calidad de vida de las personas incontinentes, lo que constituye un éxito destacable.
“Los pañales son una de las primeras partidas de gasto de la Seguridad Social, suponen más cantidad de dinero que algunas de las medicaciones más prescritas, como el omeprazol para la úlcera gástrica y duodenal”, destaca Batista. Después de ese éxito, la figura del asesor de continencia se extendió al resto de centros ambulatorios y hospitales del Reino Unido. Sin embargo, el asesor de continencia apenas existe en España. Batista conoció de primera mano el papel de este profesional en 2004 y, desde entonces, su equipo ha celebrado distintas jornadas internacionales para dar a conocer esta figura. La intención final es que, como sucede en problemas de salud, como en la hipertensión arterial, el tratamiento se lleve a cabo por equipos multidisciplinares.