Miguel Ángel Martínez González ejerció la Cardiología hasta que decidió adelantar su función médica y dedicarse a la investigación con el objetivo de ahondar en la medicina preventiva. Forma parte del equipo directivo del proyecto PREMIDED, el ensayo clínico más ambicioso que se ha realizado sobre la influencia de la dieta mediterránea en la salud, particularmente en las patologías cardiovasculares y la diabetes. Este mes finaliza el estudio de campo que se ha prolongado durante cinco años y ha contado con más de 7.000 pacientes y un numeroso equipo de dietistas, enfermeros y médicos, ayudados por voluntarios, en diecinueve hospitales y universidades españolas.
El término lo acuñó Ancel Benjamin Keys, un fisiólogo americano que murió en 2004, a los 100 años, el mismo año que murió el fundador de McDonals con 60. Keys comparó los hábitos alimentarios en 16 poblaciones de siete países y comprobó que en los países del área mediterránea la tasa de mortalidad por enfermedades coronarias era mucho menor al resto. Interpretó que tenía mucho que ver la fuente de la grasa. Eran países donde se cocinaba con aceite de oliva y no con mantequilla ni margarina, y el consumo de carne era muy bajo mientras que el de verdura, frutas y hortalizas era muy alto. En definitiva, concluyó que la dieta mediterránea era saludable.
He de reconocer que al principio era receloso de la gran bondad que se le otorgaba al aceite de oliva. Me parecía exagerado. Pero cuando hicimos un estudio de Casos y Controles en Navarra, en 2002, me encontré con la sorpresa de que entre los pacientes que más consumían aceite de oliva y los que menos había un 82% de reducción relativa de riesgo de infarto de miocardio. Los números fueron muy tercos. El estudio sirvió de base para el estudio PREDIMED, una idea que surgió de Ramon Estruch, del Hospital Clínic de Barcelona. Cuando publicamos nuestras conclusiones, Ramon me llamó y me propuso embarcarnos en un estudio más ambicioso, casi quimérico, el PREDIMED.
“Hay que diseñar un patrón dietético que incluya hasta la más pequeña circunstancia y ofrecer herramientas para cumplir las normas”
Con mucho esfuerzo, con la ayuda de la Administración, que el 6 de enero de 2003 nos hizo “el regalo de Reyes” publicando en el BOE una partida de 3 millones de euros para materializarlo y con la ventaja de haber contado con una red de profesionales muy sensibilizados con la investigación. Cuando allá por 2002 presentábamos el proyecto en congresos internacionales, investigadores de mucha solvencia nos felicitaban por la idea pero mostraban serias dudas de que pudiera llevarse adelante.
PREDIMED es una investigación que va más allá de la observación, radica en la intervención, es decir, se desarrolla con estudios clínicos en los que los pacientes tienen que confiarse al investigador. No se trata de un ensayo nutricional basado en observar los efectos de la ingestión de una píldora en el tiempo, se trata de que un paciente debe respetar unas normas muy concretas de comportamiento. Su dietista, atendiendo a su cuadro clínico, le marca una dieta diaria con determinados alimentos en determinadas cantidades.
Obedientes y cumplidores, y no era fácil. Son de personas con hábitos muy arraigados que como mínimo tienen 55 años, la mitad padecen diabetes y la gran mayoría hipertensión. La labor de los dietistas ha sido clave, por eso, independientemente de las conclusiones a las que nos conduzca el estudio, abogamos e insistimos en la necesidad de que se habiliten, cuanto antes, consultas de dietistas en Atención Primaria.
Los médicos cursan en toda su carrera una asignatura dedicada a la endocrinología y la nutrición, y es a la primera de estas disciplinas a la que más atención se le presta. Los dietistas pasan tres años formándose y se convierten en los agentes sanitarios más competentes para poder desarrollar la atención primaria y de prevención a los problemas derivados de la alimentación que cada día que pasa son mayores y se revelan más graves.
“Es un escándalo que las cartas de los restaurantes no ofrezcan al consumidor el valor calórico de sus platos”
Sí, ella evaluó hasta qué punto era efectiva la actuación del dietista en un centro de salud para conseguir el cambio de hábitos alimentarios insanos por otros más sanos.
La lucha de los americanos por la comida fast food es muy seria y han encontrado en la dieta mediterránea una salida posible y atractiva. Se trata de una comida agradable al paladar, que es fácil de seguir porque es apetitosa y nada tiene que ver con la poca aceptación de una dieta baja en grasas.
Con mucho arte y alejándose de recetas simplonas. La medicina preventiva parecía limitada a dar órdenes: no fume, si bebe alcohol que sea poco, haga algo de ejercicio físico y procure no ganar peso. Ninguna de estas normas es fácil de cumplir ni sencilla de obedecer. Hay que diseñar un patrón dietético que incluya hasta la más pequeña circunstancia y ofrecer herramientas para cumplir las normas: hay que enseñar cómo debe ser la lista de la compra, facilitar la elaboración de recetas, menús de temporada, de meses, de circunstancias de la vida, variados y atractivos. En PREDIMED contábamos con personas a las que les incluíamos aceite de oliva virgen en su dieta, y para que pudieran cumplir la pauta los voluntarios les llevaban las garrafas de aceite a su casa, o si tenían que seguir una dieta de frutos secos, los kilos de nueces.
Claro, son personas mayores que no pueden cargar con 15 litros. Por eso había tantas dudas de si iba a ser posible llevar adelante la investigación, los recursos humanos eran enormes. El equipo ha ido más allá de lo que les obliga el contrato. No es raro que desde Harvard estén siguiendo con mucha atención el proceso. No sólo esperan el resultado, es que el procedimiento es también muy excitante.
Durante el desarrollo del ensayo clínico está prohibido. Hasta que la Data and Safety Monitoring Board (DSMB), un grupo imparcial que supervisa el estudio clínico y examina los resultados para ver si son aceptables, no dé su visto bueno no pueden hacerse públicos.
Porque nunca les hemos impueso nada. El paciente y el dietista negocian. El objetivo es que un paciente siga la dieta mediterránea, que tiene la gran ventaja de que es muy variada en alimentos, en forma de preparación y en la frecuencia de consumo de lo que más gusta. Se ha conseguido reducir el consumo de carne, por ejemplo, algo determinante en una Dieta Mediterránea en la que la carne tiene poca presencia. También hemos detectado cambios significativos en otros parámetros, porque por supuesto los pacientes son sometidos a análisis de orina que sirven de marcadores bioquímicos.
La fast food, el sedentarismo y el mando a distancia para todo afecta a todo el mundo. ¿Qué varón tiene ahora un perímetro abdominal inferior a 94? Es difícil de encontrar y por encima de esa cifra existe mucho riesgo de sufrir un accidente cardiaco. El patrón alimentario puede cambiarse: ¿por qué desayuno con bollería y no con una tostada de aceite de oliva, que además está más rica?
Hasta que no vea que baja la prevalencia de la obesidad infantil no voy a conformarme. Hay un dato que me insufla esperanza: en EE.UU. sólo el 2% de los médicos fuman. La salud pública no ha sido conformista. Tras ganar la guerra al tabaco toca erradicar los malos hábitos en la alimentación.
Daría más importancia al consumo excesivo de calorías que a la alteración del patrón alimentario. Además, alertaría de que el término se está utilizando como banderín de enganche con productos que nada tienen que ver con la dieta mediterránea clásica. A unas patatas fritas con grasa trans se les daba el sobrenombre de mediterráneo, a algunos cárnicos se les llamaba mediterráneos cuando la carne casi no está presente en la dieta mediterránea. El ser humano necesita un gramo de proteína por kilo y día. Estamos duplicando esta ingestión. Después del cáncer de pulmón, el cáncer que más mata en España es del colon y recto. Esto no se cuenta.
Por supuesto. Es un escándalo que las cartas de los restaurantes no ofrezcan esa información al consumidor. Es también un escándalo que las etiquetas de los alimentos ni se entiendan ni se pueden leer sin lupa. Es un problema compartido en todo el mundo. Hasta que no haya una normativa europea que lo exija seguiremos sin entender los ingredientes.
A mí me había llamado la atención la obesidad de EE.UU. y los altos índices de diabetes entre la población, y que todo el mundo bebe soda por la calle. En vasos muy grandes. Durante mi estancia en el Departamento de Nutrición en Harvard conocí a un investigador que estaba estudiando la relación de las enfermedades con el consumo de refrescos azucarados.
Potencia la resistencia a la insulina. Cuando el agua tiene un gran componente de azúcar simple, como sucede en los refrescos, el cerebro no percibe ingestión de calorías, con lo que en la comida no ocupa espacio, se come lo mismo. Además, tiene un efecto en el tiempo. El cuerpo absorbe rápidamente el azúcar lo que conduce a una elevación de la glucemia que provoca una elevación de la insulina, que genera una resistencia a la insulina. Llega a darse un efecto rebote de hipoglucemia con lo que dos horas después de beber el refresco con azúcar el cuerpo te pide mucha comida.
Lo que se publica cada semana da vértigo. No hablamos sólo de publicaciones científicas prestigiosas de nutrición, es que la alimentación comienza a estar presente en revistas médicas generales y específicas de otras disciplinas, como la oncología. El avance que se ha experimentado en esta década en entender los mecanismos del cuerpo en su relación con la nutrición y la salud son enormes, y todo apunta a que van a ser muchos más los descubrimientos en un corto periodo de tiempo.
Hoy en día, la dieta mediterránea es posiblemente el concepto dietético y nutricional más difundido tanto entre la comunidad científica como entre los consumidores del mundo desarrollado. Numerosos estudios básicos, clínicos y epidemiológicos han llevado a considerarla como un factor protector en el desarrollo de múltiples procesos como las enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, las enfermedades neurodegenerativas e incluso el propio envejecimiento. No obstante, hasta el momento actual muy pocos estudios han analizado la eficacia de una intervención con una alimentación de tipo mediterráneo.
La concesión de ayudas por parte del Ministerio de Sanidad y Consumo para el desarrollo de Redes Temáticas en Investigación Cooperativa ha permitido la constitución de la Red de Grupos sobre Nutrición y Enfermedad Cardiovascular, que engloba a la mayoría de grupos españoles que trabajan e investigan en estas áreas de conocimiento. Se trata de una red multidisciplinaria que reúne médicos clínicos, tanto de hospital como de atención primaria, epidemiólogos e investigadores básicos, procedentes de distintas instituciones estatales y autonómicas. La unión virtual de todos ellos en el entramado de las modernas tecnologías de comunicación permite una completa complementariedad de sus acciones. Todo ello se estudia en el proyecto Predimed.