Los últimos casos de ataques de perros a niños han reavivado la alarma social respecto a estos animales de compañía. Sin embargo, a menudo, un perro no muerde a un niño a menos que éste le moleste y casi todas las mordeduras son leves y superficiales. Cuando la herida es profunda, hay que llevar al pequeño al centro sanitario más próximo antes de seis horas, puesto que transcurrido ese tiempo es más probable que la herida se infecte, explica Juan Manuel Contreras, miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que ejerce en Alcalá La Real (Jaén).
Sí, tres de cada cuatro mordeduras de perro que se atienden en los servicios de urgencias afectan a los niños.
En ocasiones, los niños juegan y molestan a los perros sin saber muy bien qué hacen con ellos, puesto que a menudo no se les ha enseñado cómo tratarlos. Cuando un perro muerde, casi siempre es porque el niño lo ha importunado.
“Tras una mordedura, en primer lugar hay que lavar bien la herida y, si hay un cuerpo extraño, retirarlo”
En general, se habla de los perros grandes, como el pastor alemán, pero tienen peor fama los rottweiler, los pitbull y los dóberman. Estos últimos, sin embargo, no son tan peligrosos. Otros perros destacados son los chow-chow y, entre los pequeños, figura alguna raza como el jack russell. Los progenitores desconocen que estos tienen mucho temperamento y controlan su territorio. Les molesta, de manera especial, que les interrumpan mientras comen.
Estos son poco frecuentes. Aparte de las mordeduras, alguna vez hemos conocido empujones de un perro a un bebé que jugaba con él, que pueden ocasionar un traumatismo o lesión leve. En cuanto a posibles mordeduras de otras mascotas, la más curiosa que hemos tratado ha sido la de un caimán. El animal medía 40 centímetros, estaba en la casa con la familia y el niño jugaba a tirarle una toalla. Aunque está prohibido tener este tipo de animales, cada vez hay más mascotas exóticas en las casas.
“Es difícil que el gato ataque, ya que en cuanto siente que le molestan, huye”
La enfermedad del arañazo de gato es una patología vírica que figura en los libros de medicina, pero hace mucho tiempo que en la práctica clínica no se detecta. Por norma general, es difícil que el gato ataque, sobre todo a un niño, ya que en cuanto siente que le molestan, huye.
El perro entra en el juego, hasta que le molestan demasiado.
La mayoría son leves y casi siempre se pueden tratar fuera del hospital, en el ámbito ambulatorio. En general, son heridas superficiales, poco profundas y que no causan mucho daño en los tejidos circundantes.
“Las heridas profundas en pies y manos se inflaman e infectan con más facilidad”
En primer lugar, se debe
Porque es una zona muy vascularizada y es más fácil que se infecten si transcurren más de seis horas, sobre todo si la herida es profunda, se ha perdido la integridad cutánea y los tendones, ligamentos y articulaciones están afectados. En cambio, si la lesión, el arañazo, la picadura o mordedura de un perro son superficiales, es menos probable que ocurra.
“Las lesiones superficiales son muy fáciles de limpiar y apenas entrañan riesgo”
Por saliva de perro, las infecciones más frecuentes se deben a “Pasteurella” y “Bacteroides”, pero sólo se infecta una de cada cinco mordeduras. Hay que tener en cuenta que las lesiones superficiales son muy fáciles de limpiar y, por norma general, no entrañan riesgo.
Con antibióticos. Pero en un segundo nivel, cuando la herida es más profunda, se requiere hospitalización, sutura o atención quirúrgica.
“Si se tiene la sospecha de que no se ha completado el calendario vacunal, hay que repetir una dosis o adecuar la pauta de vacunación”
En nuestro país, la infección por tétanos es prácticamente nula porque toda la población está vacunada contra esta enfermedad. Ahora bien, si se tiene la sospecha de que no se ha completado el calendario vacunal, hay que repetir la dosis de la antitetánica o adecuar una pauta de vacunación. No obstante, el tétanos por mordedura de perro no se ha descrito. En cuanto a la rabia, hace muchísimo tiempo que no hay ningún caso en España ni en Estados Unidos, aunque es posible infectarse en zonas donde es endémica, como países lejanos y lugares donde viven animales salvajes. En Europa, tampoco se conocen casos de rabia por contacto con perros callejeros o salvajes. Si se visita un país donde la enfermedad es propia de la zona y se sufre una mordedura de un animal sospechoso, el médico que atiende al afectado se encarga de comunicarlo al centro de control de enfermedades infecciosas.
Hay que acudir al servicio más cercano.
“Hay que enseñar a los niños a tratar a los animales, a evitar el contacto visual y a no molestarlos cuando comen, duermen o dan de mamar”
Si es posible, por supuesto, antes de seis horas. Hoy en día es difícil no llegar antes de seis horas a un centro sanitario, por su distribución en el territorio español. Pero aún así, en ocasiones, la mordedura se registra en el campo o en una zona aislada, donde una persona con una herida sospechosa o más profunda puede tardar en recibir atención médica. La consecuencia es un mayor riesgo de infección, sobre todo, en manos y extremidades inferiores.
La mayor parte de las mordeduras de perro son leves y no tienen ninguna trascendencia física. Pero, en la mayoría de los casos, el niño coge miedo a acercarse a un perro. Ésta es la principal secuela emocional. El ataque grave es poco frecuente y, en general, el niño aprende a ser más precavido.
En esos casos, un ataque puede ser incluso mortal. Las secuelas físicas dependen de la zona afectada y son de todo tipo, como amputaciones o pérdida importante de tejido, entre otras.
Las mordeduras de perros se pueden prevenir en la mayoría de los casos. El pediatra Juan Manuel Contreras subraya la necesidad de “enseñar a los niños a tratar con mucho respeto a los animales y a evitar el contacto visual, ya que, ante la duda, es posible que un perro se decida a atacar”. Tampoco hay que molestarlos “cuando comen, duermen o dan de mamar a sus cachorros, porque el resultado puede ser grave”. Además de estas recomendaciones, recuerda que se debe advertir a los niños de que no se acerquen a un perro extraño y que no jueguen con ninguno, a menos que les vigile un adulto, y que no corran ni griten delante de él, puesto que el perro puede interpretarlo como un enfrentamiento.
Corresponde a los padres enseñar a sus hijos estas instrucciones y normas de adiestramiento para que las integren y comprendan. “Un perro que se sienta acosado o acorralado atacará al niño, sin entender que es un pequeño. Lo percibirá como un peligro y no encontrará otra salida que la vía del ataque. Si el niño grita o corre delante de éste, será peor”, apostilla este experto.