Entrevista

Pilar Muñoz Calero, presidenta y directora médica de la Consulta de Medicina Ambiental de la Fundación Alborada, en Brunete (Madrid)

Las sustancias tóxicas son el detonante de una gran proporción de enfermedades
Por Clara Bassi 28 de abril de 2014
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Imagen: CONSUMER EROSKI

La medicina ambiental es una especialidad que puede enriquecer al resto de especialidades médicas, pues se dedica al conocimiento de numerosos contaminantes y sustancias tóxicas y cómo estas influyen en el organismo y en la salud. Hay más de 103.000 sustancias que se han liberado al mercado, sin que en la gran mayoría se hayan analizado sus efectos en la salud humana. Aunque se van conociendo poco a poco, sería preciso aplicar el principio de precaución para minimizar al máximo la carga de tóxicos a los que los ciudadanos se exponen a diario. De hecho, se sabe que la mayoría de las enfermedades se desarrollan por factores medioambientales, según explica Pilar Muñoz Calero, directora médico de la consulta del Hospital de Día Clínico de la Fundación Alborada y miembro de la Academia Americana de Medicina Ambiental. Lo hace en esta entrevista concedida con motivo de la celebración del VII Congreso Internacional de Medicina Ambiental, organizado por la Fundación Alborada, en Brunete (Madrid), y que concitó a numerosos especialistas en la materia.

¿Qué es la medicina ambiental? ¿Cómo la definiría?

Es la medicina que trata todas las patologías cuya causa está vinculada a determinadas sustancias contaminantes. Y no me refiero solo a los del humo del tabaco, los coches o las industrias, sino a numerosos productos tan cotidianos como jabones, suavizantes, colonias, cosméticos, lacas, agua o alimentos contaminados, y muchos más productos que hay en nuestras casas.

¿Es una especialidad médica?

“Solo el 3% de las enfermedades tiene un origen genético, el resto se relacionan con factores medioambientales”

La Asamblea del Parlamento Europeo la reconoció como una disciplina médica transversal que también enriquece al resto de especialidades. Así, puede ayudar a un neumólogo, puesto que un especialista en medicina ambiental sabe de contaminantes; a un endocrino, ya que hay sustancias que pueden ser tóxicas y que afectan a la glándula tiroides. No hay una especialidad como tal, sino que beneficia a las demás especialidades.

¿Son tantas las sustancias que suponen un riesgo para la salud humana?

En efecto, hay muchas sustancias que se liberan al mercado sin tener en cuenta el principio de precaución y sin haber demostrado su inocuidad. Los riesgos pueden surgir con el tiempo. En concreto, hay más de 103.000 sustancias tóxicas y solo el 10% de ellas se han analizado de manera individual. No hay que confundir una dosis legal con una dosis segura.

Cuando una persona acude a la consulta de un especialista en medicina ambiental, ¿qué pruebas le hacen estos médicos? ¿Cómo trabajan?

“Hay más de 103.000 sustancias tóxicas liberadas al mercado y solo el 10% de ellas se han analizado de manera individual”

Trabajamos para hacer un diagnóstico. Hacemos una historia clínica del paciente y también buscamos otros datos y parámetros diferentes a los propios de la consulta, mediante una investigación exhaustiva de su vivienda y hábitos: se estudia a qué sustancias ha estado expuesto durante el embarazo, cómo fue el momento del parto…, y se mira si vive cerca de una industria, los productos que utiliza de forma habitual, sus aficiones (si va a una piscina con cloro o le gusta la pintura), etc. Se realiza una anamnesis muy precisa y se recaban muchos datos. Cuando se detecta que algún producto químico daña a una persona, se puede evitar retirándola del entorno y cambiando ciertas costumbres. Solo con la eliminación de ciertos tóxicos de su casa, se logran mejorías de la migraña o del asma, por ejemplo. La detección de los focos del problema ambiental se hace tanto en el entorno de la persona, como en su hogar.

Las sustancias químicas y tóxicas a las que gran parte de la población está expuesta, ¿qué suponen para la salud?

Son la causa de muchas enfermedades: desde las infecciosas hasta el cáncer. Según el nuevo paradigma, muchas patologías están vinculadas a los tóxicos y son multicausales. Las sustancias tóxicas son el detonante en una gran proporción de enfermedades y la justificación de enfermedades inexplicadas, como la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson, trastornos como el autismo, el síndrome de fatiga crónica, el síndrome de hipersensibilidad química múltiple, el asma, las alergias, entre otras. Se habla de cómo los receptores NMDA, existentes en casi todas nuestras células, están muy excitados por los tóxicos. De hecho, en todas las enfermedades, todos los grupos de tóxicos tienen una característica común: conducen a la inflamación y a la hipersensibilidad.

¿Los tóxicos son ubicuos?

Sí, pero se puede minimizar mucho la carga de tóxicos e intentar estar lo menos rodeados posible de ellos, por ejemplo, en la vivienda. Esto es relativamente fácil de conseguir.

¿De qué manera?

“La comodidad que nos proporcionan los conservantes a largo plazo puede convertirse en una enfermedad”

Se pueden cambiar los productos de limpieza que tienen sustancias químicas muy tóxicas por otros naturales que no las contengan, o también comer alimentos sin aditivos ni conservantes ni que hayan sido tratados con herbicidas o pesticidas, como los biológicos o ecológicos, en vez de los convencionales. Hay que tener en cuenta que muchos productos pueden durar largo tiempo en el refrigerador sin estropearse, a diferencia de los del huerto. Se han cambiado cosas del mundo actual, para obtener más comodidad y facilitarnos la vida, sin tener en cuenta las consecuencias que esto puede tener en la salud. La mantequilla ya no se pone rancia y puede durar meses en la nevera, pero no a cambio de nada. La comodidad que nos proporcionan los conservantes a largo plazo puede convertirse en una enfermedad. Hay que tener en cuenta que los alimentos son nuestro combustible y hay que dedicarse más a ellos.

En el desarrollo de enfermedades, ¿influye más el medio ambiente que la genética?

Se tiene la idea de que las enfermedades están determinadas por la genética y de que hay unos genes “malos” que son los responsables. Pero hay que tener en cuenta la epigenética: estos genes pueden expresarse o no según el medio ambiente. Solo el 3% de las enfermedades tiene un origen genético (en el caso del cáncer de mama, solo el 6% es de origen genético) y el resto están relacionadas con factores medioambientales, con lo que comemos, lo que respiramos y la vida que llevamos. Es muy importante el entorno.

Está claro, entonces, que el peso del medio ambiente en el desarrollo de enfermedades es muy superior.

Christopher P. Wild, director de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, afirma que el 90% de los cánceres son de origen ambiental. Esto significa que dos de cada tres podrían evitarse.

Información sobre tóxicos y cambio de cultura

La presencia de los tóxicos en el agua, los alimentos y el aire que respira el ser humano tiene una influencia directa en la salud, y cada vez hay más evidencias científicas al respecto. En fechas recientes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en reconocer la vinculación entre contaminación del aire y un tipo de cáncer de pulmón. Asimismo, se han relacionado diversas sustancias tóxicas con trastornos como el autismo, la hiperactividad y la fibromialgia.

Pero los contaminantes no son el único tóxico que se debe evitar, sino numerosas sustancias de las que aún se sabe muy poco y que, a largo plazo, podrían ser nocivas. Sin embargo, para aplicar el principio de precaución en la vida cotidiana e impedir la exposición a estas sustancias “se necesita más información y un cambio de cultura. Si no sabemos los efectos que pueden causar en la salud y no nos informamos, es imposible que llevemos a cabo estos cambios”, destaca Pilar Muñoz. La Fundación Alborada, a la que está vinculada, es un espacio reconocido como Zona Blanca, libre de tóxicos y de ondas electromagnéticas.

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