Galletas, un pequeño bocadillo, zumo, yogur, fruta o cereales son algunos de los alimentos que componen el desayuno que se realiza en la escuela a media mañana, en la hora del recreo. En este momento del día, es recomendable completar el desayuno que se ha tomado en casa. La tendencia actual más generalizada apuesta por distintos envoltorios reciclables para llevar los alimentos a la escuela. Los más comunes son las fiambreras, que han desplazado al tradicional papel de aluminio. El alimento que se elija, el tipo de envase donde se almacene y la forma en que se manipule son tres aspectos claves para evitar riesgos alimentarios en los menores.
Imagen: elias minasi
Desde el punto de vista nutricional, los expertos recomiendan que los niños tomen un pequeño tentempié a media mañana, como una fruta, un pequeño bocadillo o un zumo, para evitar que pasen muchas horas sin comer entre el desayuno y la comida. Gestionar bien todos estos alimentos es fundamental para que cuando se consuman conserven todas sus propiedades de calidad y organolépticas. Algunos de los factores más importantes para conseguirlo son la temperatura (algunas bacterias patógenas son muy activas a temperatura ambiente), el tiempo y el tipo de alimento (algunos, como la mermelada, impiden la proliferación de bacterias, mientras que en otros, como frutas peladas y cortadas, las bacterias proliferan de forma más rápida). Elegir los más adecuados será imprescindible para que el almuerzo de media mañana se realice con todas las garantías.
Propuestas seguras
Antes de tomar el desayuno, los niños deberán lavarse bien las manos. Pueden optar por distintos alimentos, cada uno de ellos con necesidades de conservación y manipulación muy concretas:
- Yogur o productos lácteos. Son quizá los más vulnerables a la contaminación, sobre todo, porque precisan una temperatura de conservación de refrigeración. Se optará por este alimento si se cuenta con un refrigerador que permita conservarlos antes de consumir o si se ingerirán en un espacio corto de tiempo. Una opción más segura es elegir quesos curados y lácteos sin refrigeración (como yogures pasteurizados).
Fruta. Puede tomarse de distintas formas: la pieza entera o en trozos pequeños. En el primer caso, se lavará con agua abundante para eliminar de la superficie restos de tierra o de heces de insectos y aves. La mayoría de las frutas se caracterizan por una contaminación superficial que procede de las manos o utensilios usados durante la recolección y posterior manipulación. En el caso de que la fruta se pele y corte, como la manzana o la pera, deberá consumirse lo antes posible (menos de dos horas) porque el gusto y el aspecto se deterioran con facilidad.
Pequeño bocadillo. El pan, combinado con embutidos, lácteos o vegetales, es una de las opciones más seguras para el desayuno porque no requiere el uso de cubiertos y las posibilidades de relleno son numerosas y muy seguras.
Frutos secos. Avellanas, almendras o nueces peladas son alimentos de bajo riesgo sanitario, de ahí que sean una buena opción, ya que no precisan pautas de manipulación muy específicas, aunque sí las medidas básicas de higiene.
Cereales. En copos, inflados o en barritas, los cereales constituyen una buena forma para completar el desayuno. Las barritas son resistentes al calor y al frío, y no necesitan ningún tipo de aislante térmico.
En todos los casos, cuanto menos tengan que manipular los niños los alimentos, menos riesgos correrán. Es fundamental mantener limpia la zona donde vayan a comer y eliminar los posibles restos de comida que hayan podido quedar después de desayunar. La acumulación de desperdicios de comida es un caldo de cultivo para los microorganismos patógenos.
El envase sí cuenta
Los envases donde se introduzcan los alimentos juegan un papel decisivo en la seguridad. En la mayoría de los casos, los alimentos que se reparten en el desayuno en la escuela se entregan en un táper fácil de abrir para los más pequeños. Uno de los envases más seguros son los térmicos, capaces de mantener los alimentos a temperaturas adecuadas durante más tiempo y proteger a los niños de posibles enfermedades de transmisión alimentaria.Estos resultan útiles, sobre todo, para los alimentos más sensibles, como el yogur, que pueden permanecer a temperatura ambiente como máximo dos horas. Transcurrido este tiempo, pueden ser poco seguros. De regreso a casa, si los envases aún contienen restos de comida, estos deben retirarse de forma completa y lavarlos con agua caliente y jabón.
En ocasiones, las celebraciones de cumpleaños en la escuela implican el consumo de tartas y pasteles que se preparan en casa y que sirven como desayuno para todos los compañeros de clase. Hay que conservar y preparar los alimentos de forma adecuada para evitar enfermedades transmitidas por estos a causa de patógenos como “salmonella”. Además, los gérmenes apenas son visibles, de ahí que la manera de eliminarlos sea, sobre todo, a través del lavado de manos y de la limpieza de superficies y utensilios. Hay que tener especial cuidado con la higiene, el tiempo y la temperatura si las preparaciones tienen huevo, como tartas o bizcochos.
En primer lugar, debe evitarse la presencia de bacterias en el huevo en su origen, además de conservar el plato final en el frigorífico y consumirlo 24 horas después de su elaboración. Una de las opciones más seguras son otras preparaciones como galletas de distintas formas que, además de resultar muy atractivas para los pequeños, son fáciles de elaborar y tienen menos riesgo de proliferación de bacterias. Los alimentos se protegerán y trasladarán en recipientes cerrados o tapados con envoltorios de papel o de aluminio. Debe evitarse el uso de ingredientes como nata o crema, puesto que en la mayoría de los casos las preparaciones se cocinan el día anterior y, por tanto, el riesgo de contaminación con patógenos es mayor, sobre todo, si no se mantienen a temperaturas de refrigeración.