La mitad de los fallecimientos por un ataque al corazón se producen en las tres o cuatro primeras horas desde la manifestación de los síntomas iniciales y, a veces, antes de llegar al hospital. Por ello, en un infarto es vital actuar cuanto antes, ya que la recuperación de la víctima depende de la rapidez con que reciba asistencia médica: cada segundo cuenta y está relacionado de forma directa con las consecuencias, sea incapacidad o muerte. En este artículo se describen cuáles son las primeras señales de un infarto y cómo actuar ante un suceso cardiaco de esta magnitud.
La acumulación de sustancias, como colesterol o calcio, en las paredes de las arterias puede reducir, de forma progresiva, su diámetro hasta llegar a obturarlo y provocar un infarto de miocardio (IAM). Si esta situación no se revierte rápido, puede causar graves daños en el músculo cardiaco e, incluso, la muerte. La mitad de los fallecimientos por ataque al corazón se producen durante las tres o cuatro primeras horas después de la aparición de los primeros síntomas, a veces hasta antes de recibir asistencia médica. Por eso, la rapidez en que se instaura el tratamiento es fundamental para evitar consecuencias adversas en la salud del afectado.
Infarto de miocardio: los primeros síntomas
A pesar de que no todas las personas manifiestan ni los mismos síntomas ni todos los considerados como «típicos», es importante conocer cuáles son los más frecuentes. Son habituales: dolor intenso en el pecho (zona del esternón) que puede ser opresivo, de presión o tensión, se puede irradiar al brazo izquierdo, a la mandíbula o al cuello y, a veces, al brazo derecho, que no cede con la movilización ni la respiración; dificultad para respirar; palpitaciones; náuseas; vómitos; sudor frío; y ansiedad.
Ante la pequeña posibilidad de que alguien esté sufriendo un infarto, hay que llamar al 112 sin perder tiempo
También, aunque en menor frecuencia, se manifiesta con dolor abdominal junto con dificultad respiratoria, náuseas y pérdida de conocimiento. En el caso de las mujeres, es más usual sentir ahogo, debilidad, fatiga y sensación de indigestión.
Si bien estas son las señales más típicas y más conocidas, hay que tener en cuenta que los síntomas pueden variar según la persona: puede ser un dolor difuso en vez de intenso; no siempre surge de manera repentina, sino que también puede manifestarse de forma gradual e, incluso, intermitente. Además, en personas diabéticas, mujeres y ancianos no siempre los signos son tan claros. Por ello, ante un dolor de pecho en estos grupos de población, hay que ser muy precavido y consultar lo más rápido posible con un médico.
¿Sospecha de ataque al corazón? ¡Llame de inmediato al 112!
Tal y como reza la iniciativa «Stent For Life» de la Sociedad Europea de Cardiología, «Los segundos cuentan, salva una vida» insta a todos los ciudadanos a que, ante la pequeña posibilidad de que alguien, o uno mismo, esté sufriendo un infarto, llamen al 112 sin perder tiempo; aunque haya dudas de que lo sea en realidad. El objetivo de esta campaña, en la que también participa la Sociedad Española de Cardiología, es acortar el tiempo de atención al IAM, desde los primeros síntomas hasta que se empieza el tratamiento, algo crucial para la buena evolución del afectado. Por desgracia, solo un 30% de las personas que sufren un infarto pide atención urgente.
La iniciativa, que viene de la mano de la Asociación Europea de Intervenciones Cardiovasculares Percutáneas (EAPCI), tiene como fin llevar a cabo el programa de reperfusión (angioplastia primaria) en la fase aguda del IAM, que consiste en desobstruir de forma precoz la trombosis coronaria que ha provocado el infarto.
Según datos de la Fundación Española del Corazón (FEC), se estima que las enfermedades cardiovasculares provocan el 40% de las defunciones que se producen en Europa y el 31,2% en España. Como primera causa está el infarto de miocardio que, además, constituye el 50% de toda la mortalidad cardiovascular, seguido por el ictus. Además, desde la misma fundación indican que un 90% de los infartos se podrían prevenir. Por desgracia, a pesar de toda la información que hay disponible, los factores de riesgo cardiovascular clásicos y modificables persisten y, a menudo, se subestiman por parte de la población española. Los estudios COROPINA y COREVALÚA (2007), enmarcados dentro de CORRESPONDE, concluían que cerca del 60% de los pacientes con enfermedades cardiovasculares tenía, al menos, un factor de riesgo modificable, como la hipertensión arterial.
Para mantener la salud del corazón y del sistema vascular es imprescindible seguir una dieta equilibrada y practicar ejercicio físico con regularidad. La Fundación Española del Corazón y la Sociedad Española de Cardiología van más allá y publican un decálogo que se hace indispensable para mantener alejados los factores de riesgo cardiovascular:
- 1. Seguir una alimentación cardiosaludable, equilibrada y variada. Incrementar el consumo de frutas, verduras, hortalizas, pescado, aceite de oliva, carnes magras, cereales y lácteos desnatados, y limitar la sal, los azúcares y el alcohol.
- 2. Realizar 30 minutos diarios de ejercicio físico. Basta con andar rápido, correr, bailar…
- 3. No fumar.
- 4. Controlar el peso. Mantener el Índice de Masa Corporal (IMC) dividiendo el peso (kilos) entre la altura (metros) elevada al cuadrado. Si el resultado da más de 25 kg/m² se considera sobrepeso; mayor de 30 kg/m², obesidad.
- 5. Controlar la grasa abdominal. El perímetro a nivel del ombligo debe ser inferior de 88 cm para las mujeres y de 102 para los hombres.
- 6. Vigilar la tensión arterial. Una persona sana o hipertensa debe tener unas cifras inferiores a 140/90 mmHg. Si se tienen antecedentes de enfermedad renal, cardiovascular, cerebrovascular o diabetes, las cifras óptimas deben ser inferiores a 130/80 mmHg.
- 7. Mantener niveles de colesterol y glucosa correctos. La situación más adecuada es que las cifras de colesterol total estén por debajo de 90 mg/dl de colesterol total y la glucosa inferior a 110 mg/dl (en ayunas).
- 8. Conocer el propio riesgo cardiovascular. Lo idóneo es acudir al médico de familia para que señale los factores de riesgo de cada uno e instruya cómo mantenerlos a raya con un estilo de vida adecuado.
- 9. Ayudarse de la familia o personas afines para hacer más fácil la consecución de los objetivos marcados.
- 10. Mantener el estrés y la ansiedad bajo control, ya que son factores de riesgo cardiovascular. Buscar la manera para reducir la tensión emocional que más se adapte al estilo de vida.