Menos contaminación en la carne por perdigones de plomo

La prohibición aplicada en 2001 de los perdigones de plomo ha reducido la exposición alimentaria a este metal a través del consumo de carne
Por Marta Chavarrías 5 de febrero de 2014
Img perdigones contaminacion hd
Imagen: Andrew Ratto

En octubre de 2001 se prohibía el uso de perdigones de plomo en ciertos humedales españoles. La decisión respondía a la necesidad de poner freno a un problema de contaminación de la carne de aves y del medio ambiente. Desde hace años se ha demostrado que el uso de plomo en perdigones pone en riesgo no solo la vida silvestre sino que supone un problema también para los consumidores. Según un estudio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, restricciones como la citada empiezan a dar resultados en un doble sentido: por un lado, se reduce la exposición al plomo a través del consumo de carne y, por otro lado, se reducen los casos de intoxicaciones por plomo en aves acuáticas. El artículo explica qué es el plumbismo o intoxicación por plomo y cómo reducir la exposición dietética a este metal.

Un único perdigón por pechuga puede contaminar la carne por encima del nivel máximo de plomo establecido por la Unión Europea en carne de aves de corral, que es de 0,1 microgramos de plomo por gramo de tejido. Esta era la conclusión de un estudio realizado en 2008 por expertos del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Castilla-La Mancha. Por motivos como este, se empezó a restringir el uso de perdigones con este metal en ciertas zonas y se han empezado a sustituir por perdigones de acero. En concreto, en España el Real Decreto 581/2001 prohíbe la tenencia y el uso de munición que contenga plomo durante la caza y el tiro deportivo en zonas húmedas del territorio incluidas en la Lista del Convenio sobre Humedales de Importancia Internacional Ramsar).

Plumbismo o intoxicación por plomo

Pese a los progresos conseguidos, y que ha disminuido de forma sustancial la contaminación en muchas de las especies que habitan en los principales humedales, todavía se detectan intoxicaciones por plomo debido, según los expertos, a que los perdigones de plomo muestran mucha persistencia y permanecen aún en los sedimentos, incluso después de décadas de estar prohibidos. Para el estudio, los expertos han evaluado un total de 937 aves acuáticas del delta del Ebro entre 2007 y 2012.

El plomo permanece en los sedimentos incluso décadas después de su prohibición

La acumulación de perdigones de plomo en humedales a lo largo de los años a consecuencia de la práctica de caza o del tiro deportivo ha hecho que aumentara el riesgo de ingestión de perdigones por aves acuáticas. Debe tenerse en cuenta que el plomo se acumula al medio ambiente y entra a formar parte de la cadena trófica, incluyendo la humana. De ahí que se continúe avanzando en las medidas que prohíben el uso de este metal en cartuchos de caza en todas las zonas, no solo los humedales. En la mayoría de los casos, la intoxicación aguda por plomo se produce por la ingesta de perdigones que permanecen diseminados en las áreas naturales donde se llevan a cabo actividades cinegéticas.

Algunos estudios han demostrado que la carne de caza puede contener cantidades variables de plomo en pequeños fragmentos ya que se trata de un tipo de munición que tiende a fragmentarse y dispersarse a lo largo de la herida, pasando a los tejidos. La exposición humana a este metal a través de carne de caza depende de varios factores, como la cantidad de carne que se ingiere, la manipulación y cuidado que se realiza de la herida o del tipo de cocción a la que se somete la carne. Por ejemplo, se ha demostrado que una preparación de la carne con vinagre (escabeche) aumenta la concentración de plomo en la carne.

Reducir la exposición dietética al plomo

No existe una legislación específica para la carne de caza y la exposición al plomo. Las normativas europeas se basan, en este sentido, en el principio de mantener los contaminantes (el plomo en este caso), «en las menores concentraciones posibles». Ante esta realidad, lo que sí se plantean son ciertas recomendaciones en el consumo de la carne procedente de la actividad cinegética, tal y como recoge el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre el riesgo asociado a la presencia de plomo en carne de caza silvestre en España, de 2012.

  • Limitar el consumo a una ración a la semana, lo que equivaldría a unos 150 gramos.

  • Evitar el consumo de esta carne en mujeres embarazadas y niños menores de seis años.

  • Eliminar la carne dañada por la munición y sus alrededores ya que el plomo puede dispersarse por la herida a zonas próximas.

  • Si se elabora carne picada, debe lavarse la picadora de manera frecuente, cada vez que se cambie de pieza, ya que el plomo puede ser picado y extenderse a zonas que no están afectadas.

  • Debe tenerse especial cuidado con el lavado ya que, si bien elimina el plomo en zonas próximas a la herida, también puede extender la contaminación a otras zonas.

ALTERNATIVAS MENOS TÓXICAS

Una de las medidas más efectivas para reducir la contaminación por plomo es la prohibición de este metal en los perdigones. Una medida, sin embargo, cuyos resultados no se aprecian hasta pasados algunos años debido a su elevada persistencia en el medio ambiente. Algunas alternativas al plomo, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), serían otros materiales menos peligrosos:

  • Acero
  • Tungsteno
  • Bismuto
  • Cobre
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