Los bebés, así como son capaces de saludar con la mano o pedir “aúpa” desde el suelo, también pueden aprender una gran cantidad de gestos que facilitan su comunicación con los mayores. Este artículo explica las posibilidades de hablar y entenderse con los niños pequeños a través de signos y gestos, las ventajas del uso de esta forma de comunicación y las razones que esgrimen sus detractores para rechazarla. Además, se apuntan varios trucos para adentrarse en la enseñanza de signos al bebé.
Gestos y signos para hablar con el bebé
El lenguaje de signos es utilizado por algunos expertos para ayudar a los padres a comunicarse con sus bebés que aún no hablan
La lengua de signos es una herramienta muy útil para las personas sordas, y diversos estudios han demostrado que los niños con problemas graves de audición adquieren esta forma de comunicación de un modo natural y espontáneo. Sin embargo, este código no tiene por qué limitarse a esas personas. Muchos expertos promueven el uso de los signos para comunicarse con todos los bebés desde bien pronto, hasta el momento en que pueden hacerlo a través de la palabra.
Esta corriente tiene su origen en los estudios desarrollados a partir de la década de 1980 por las investigadoras estadounidenses Linda Acredolo y Susan Goodwyn. En su libro ‘Los gestos del bebé. Cómo hablar con tu hijo antes de que él sepa hablar’ (Oniro, 2001) explican cómo los pequeños pueden aprender con facilidad gestos sencillos para indicar objetos, acontecimientos y necesidades desde antes del año de vida.
Padres y bebés que hablan con gestos
Los expertos recomiendan comenzar con gestos simples que el bebé asocie con actividades diarias, como bañarse, comer o dormirEn España, una de las principales expertas en esta materia es Ruth Cañadas, intérprete de lengua de signos y además doula o acompañante durante el parto y educadora infantil. Cuenta que su aprendizaje se basa en su propia experiencia como madre: cuando nació su primer hijo, ella y su pareja le enseñaron gestos para hacer más fácil la comunicación.
«Nos sorprendió lo rápido que el bebé imitó algunos signos y la facilidad con la que nos decía a través de ellos lo que quería o necesitaba en cada momento, cómo nos mostraba el mundo a través de sus manos», cuenta Cañadas, quien ha guardado en su blog Otanana numerosos vídeos con gestos sencillos para enseñar a los pequeños. «Mi bebé los usaba con naturalidad, aprendía con facilidad y con ellos se expresaba de una forma en la que nos entendíamos a la perfección», añade.
Claudia Carter es creadora del portal Cinco Deditos. Explica que del mismo modo que a los seis meses los pequeños son capaces de decir adiós con la mano, pedir «aúpa» con los brazos y señalar los objetos que desean alcanzar, «los bebés también pueden aprender a gesticular cientos de palabras si reciben la estimulación apropiada».
Ventajas de utilizar el lenguaje de signos con los bebés
Estas especialistas enumeran varias ventajas de utilizar el lenguaje de signos y gestos para hablar con los niños. «Los signos facilitan la comunicación, ayudan al bebé a expresarse y a sus padres a entenderlo«, añade Carter. Pero, además, hay otros. Según estas especialistas, el lenguaje de gestos con los pequeños que aún no hablan evita algunos llantos infantiles y reduce el estrés, tanto de ellos como de los adultos, mientras que mejora la atención visual y el control del espacio de los bebés.
Los trabajos de Acredolo y Goodwyn concluyeron, además, que el lenguaje de gestos para bebés no frena el desarrollo del habla, sino que parece facilitar la adquisición del lenguaje oral.
Detractores de usar la lengua de signos con el bebé
Sin embargo, no todos los especialistas se muestran a favor de estas prácticas. Miquel Serra i Raventós, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona, afirma que el lenguaje de signos «puede ser útil, como cualquier bilinguismo o bimodalismo, si hay un pariente sordo o como una actividad para mostrar la diversidad, pero no porque aporte ninguna ventaja directa al crecimiento cognitivo del niño«.
Serra i Raventós reconoce que «si el pequeño tiene dificultades, esta puede ser una ayuda para un arranque comunicativo inicial». Pero cree que, en vez de destinar esfuerzos a enseñar numerosos signos que solo serán válidos durante algunos meses, resulta más valioso interactuar y comunicarse con el niño de manera correcta y abundante en su lengua natural.
La recomendación de este catedrádico, autor de ‘Comunicación y lenguaje. La nueva neuropsicología cognitiva (Universidad de Barcelona, 2013), es clara: «Lo natural es comunicarse con los niños de forma completa: lenguaje y gestos«. Esta práctica incluye realizar actividades en las que los cuerpos actúen de modo conjunto, no enseñar a hacer signos separados de las actividades naturales. Y añade que es fundamental «negociar soluciones comunicativas del modo que sea, pero siempre hablando mientras se actúa».
Cada bebé es diferente, pero en general es entre los seis u ocho meses cuando el niño ya está preparado para empezar a comunicarse a través de signos. Algunas capacidades (mantenerse sentado por sí mismo, señalar lo que desea, sostener la mirada con atención o emplear un repertorio cada vez más amplio de sonidos) son un signo para identificar cuándo el pequeño puede comenzar a hacerlo.
“Los bebés son capaces de entender seis tipos de conceptos: nombrar algo, buscar o encontrar algo, dirigirse a alguien, la desaparición de algo o alguien o el fin de una acción, pedir más de algo o de una acción y tener algo“, explica el experto estadounidense Joseph Garcia en su libro ‘Sign with your Baby. How to Communicate with infants before they can speak’ (Signos con el bebé, cómo comunicarse con los niños antes de que hablen).
Los especialistas recomiendan usar signos normalizados, como los de la lengua de signos española o catalana, entre otras cosas porque “no son aleatorios, sino que se corresponden con la cultura y el entorno en los que vivimos”, señala Cañadas. De todas formas, es posible utilizar signos inventados, aunque será un código interno para la familia y deberá explicarse a cualquier otra persona que se quiera comunicar con el niño.
Los expertos recomiendan comenzar con cuatro o cinco gestos simples que el bebé asocie con actividades y rutinas diarias: bañarse, comer, dormir, cambiar el pañal, etc. Una vez que los haya aprendido, se podrá enseñarle, de forma progresiva, otros como diferentes comidas (pan, frutas, galletas), juguetes u otros objetos. Siempre hay que hacerlo cuando el pequeño se encuentre bien, ya que si está con sueño o enfermo, lo más probable es que no pueda asimilar nada.