Consumir fruta siempre es recomendable. Su ingesta diaria ejerce efectos positivos sobre nuestro cuerpo y puede protegernos de numerosas enfermedades crónicas. Las entidades de referencia aconsejan tomar un mínimo de tres raciones diarias de fruta, pero no hacen énfasis en un tipo concreto. Pese a ello, es muy habitual leer en determinados medios que algunas frutas son más recomendables que otras. Las frutas del bosque casi siempre aparecen en la lista de elecciones que priorizar, por lo que conviene revisar si tales afirmaciones tienen un sólido sustento científico. El siguiente artículo repasa sus cualidades demostradas.
Las frutas del bosque, además de ser deliciosas, son una importante fuente de vitamina C y fibra dietética, entre otros muchos nutrientes. Desde hace unos años sabemos, además, que encabezan las listas de alimentos con mayor contenido en antioxidantes. A su vez, varias investigaciones preliminares sugirieron que los antioxidantes podrían tener la capacidad de prevenir algunas enfermedades, por lo que las ventas de suplementos con antioxidantes, y también de frutas del bosque, han aumentado de forma considerable. No obstante, en nutrición humana las evidencias científicas no siempre van de la mano de la fama de un nutriente o alimento.
Frutas del bosque, ricas en antioxidantes
Entre los estudios que revelaron que las frutas del bosque eran una importante fuente de antioxidantes, uno de los más destacados fue el publicado en julio de 2006 por la doctora Bente Halvorsen y colaboradores en la revista American Journal of Clinical Nutrition. Estos investigadores, pertenecientes al departamento de Nutrición la Universidad de Oslo, elaboraron una tabla en la que los alimentos se clasificaban en función de su contenido en antioxidantes.
El estudio reveló que, de acuerdo a una ración habitual de consumo, muchas frutas del bosque (moras, fresas, arándanos, frambuesas, etc.) están «en la cima de la lista» de los alimentos que aportan antioxidantes a nuestra dieta. Pese a ello, en su investigación, los autores indicaron que su tabla «no puede ser usada para emitir recomendaciones dietéticas en la etapa actual», dado que el hecho de que un alimento tenga antioxidantes no prueba que sea más saludable. Los estudios revisados por Halvorsen y su equipo resultaron ser «preliminares», por lo que declararon que «la evidencia general es limitada y se necesitan muchas más investigaciones» para sugerir que los antioxidantes de los alimentos pueden usarse como marcadores de su salubridad.
Conviene tomar una variedad de frutas, sin distinción botánica
Un año después, en 2007, se publicó uno de los informes más relevantes en relación al papel de la alimentación en la salud. Lo llevó a cabo el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, en colaboración con el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer y se tituló ‘Alimentos, nutrición, actividad física y la prevención del cáncer: una perspectiva global‘. En él, tras una exhaustiva revisión de la literatura científica, se concluyó que el consumo de frutas es probable que proteja del cáncer bucal, de faringe, de laringe, de esófago, de pulmón y de estómago. Como era de esperar, no se emitió recomendación alguna en relación a la pertinencia de elegir uno u otro alimento en función de sus antioxidantes.
En enero de 2010, se recogieron nuevas pruebas en relación a la alta cantidad de antioxidantes de las frutas del bosque. Las mostró, de nuevo, el departamento de nutrición de la Universidad de Oslo, en un estudio capitaneado por la doctora Monica Hauger Carlsen y publicado en la revista Nutrition Journal. Como en la anterior investigación, las frutas del bosque se citan entre los alimentos con más antioxidantes. De nuevo, los autores no consideraron probado que una mayor concentración de antioxidantes se traduzca en mayores beneficios para la salud, aunque añadieron algo más: «Un alimento con un bajo contenido en antioxidantes puede ejercer beneficios para la salud gracias a otros componentes».
Antioxidantes, cuidado con los engaños dietéticos
A día de hoy, las entidades de referencia aconsejan aún a la población consumir una amplia variedad de frutas frescas, sin insistir en que tomemos ninguna de ellas en particular. No extraña, por tanto, que se alcen voces que alerten de los posibles engaños que aparecen de vez en cuando en algunos medios de comunicación en relación a supuestos beneficios mayúsculos gracias al consumo de una o varias frutas del bosque, o de complementos alimenticios elaborados con extractos de dichos alimentos.
Una voz muy acreditada, la del doctor Steven Novella, explicó en agosto de 2012 en el blog Science-Based Medicine que «en el último par de décadas hemos visto el surgimiento del zumo de noni, la baya del acai, derivados de la granada, arándanos rojos ahora, entre otros, acompañados de reclamos increíbles y de una simplista y exagerada narrativa no respaldada por la ciencia». Como se detalló en el artículo ‘La falacia de los antioxidantes‘, publicado en EROSKI CONSUMER en noviembre de 2013, la ciencia desaconseja el uso de suplementos de antioxidantes, a la vez que cada vez es más explícita a la hora de probar que una dieta rica en frutas y hortalizas no tiene comodines, talismanes o varitas mágicas.