La obesidad infantil es, en palabras del Ministerio de Sanidad, un “grave problema de salud pública”. Y lo es no solo por la discriminación que sufren muchos niños con exceso de peso, sino también por las consecuencias fisiológicas que puede generar. La obesidad infantil es un trastorno que, sobre todo, conviene prevenir. En cualquier caso, una vez instaurada, es preciso tener claro qué conviene hacer y, no menos importante, qué es necesario evitar. Sobre estas cuestiones profundiza el presente artículo, en el que se explica cómo reconocer el problema y cómo actuar para solucionarlo.
Obesidad y sobrepeso: reconocer el problema
El primer paso para abordar un problema es saber que el problema existe. Sin embargo, muchos padres no reconocen el exceso de peso de sus hijos, tal y como ha revelado una investigación recién coordinada por el doctor Dustin T. Duncan y publicada en la revista Childhood Obesity. Algunos progenitores subestiman cuánto pesa el menor y otros consideran que el exceso de peso del pequeño es masa muscular, cuando en la mayor parte de los casos es grasa.
Así, muchos adultos se sorprenden cuando se diagnostica a su hijo como un menor con sobrepeso o con obesidad. El artículo ‘¿Cómo sé si mi hijo tiene obesidad?‘ detalla el modo en que los profesionales sanitarios diagnostican, hoy por hoy, el sobrepeso o la obesidad en la infancia.
Es un diagnóstico que conviene tomar en serio, dado que cerca del 40% de los niños con exceso de peso tendrá también sobrepeso en la adolescencia, mientras que entre el 75% y el 80% de los adolescentes con obesidad tendrá obesidad en la edad adulta, tal y como aseguró en 2008 el doctor Fima Lifshitz en el Journal of clinical research in pediatric endocrinology. Se sabe, además, que el pequeño con exceso de peso se expone a un mayor riesgo de padecer cardiopatías, diabetes, trastornos osteomusculares e incluso algunos tipos de cáncer, según la Organización Mundial de la Salud.
¿Qué hará el profesional sanitario tras el diagnóstico de obesidad?
El profesional sanitario que diagnostique el exceso de peso, además de insistir en la importancia de proteger al menor de posibles discriminaciones, valorará si es preciso derivar al niño y a sus parientes a otros profesionales (dietistas-nutricionistas, psicólogos o fisioterapeutas, entre otros). Sin duda, hará hincapié en que toda la familia siga una dieta saludable y huya del sedentarismo. Es decir, no es cuestión de «poner a dieta» al niño, sino de hacer lo posible por mejorar su estilo de vida, y eso incluye sus hábitos dietéticos.
Pese a que España es un importante productor y exportador de alimentos saludables, la alimentación infantil en este país debe mejorar. Según señaló en septiembre de 2014 el pediatra Carlos Casabona, en una entrevista concedida a EROSKI CONSUMER, «es descorazonador que esto suceda en un país que ha sido un modelo nutricional avalado por la comunidad científica por tener a las frutas, las hortalizas y las legumbres como base de la alimentación diaria».
No cabe duda de que si un menor tiene exceso de peso, debe evitar las dietas estrictas (que generan el llamado «efecto yoyó«), cualquier clase de dieta milagro y todo tipo de tratamientos alternativos, tal y como aconseja el Ministerio de Sanidad en su ‘Guía de Práctica Clínica de prevención y tratamiento de la obesidad infanto-juvenil‘.
El tiempo dedicado a juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados, debería superar los 60 minutos diarios. Asimismo, conviene que el niño realice un mínimo de tres veces por semana actividades vigorosas que refuercen músculos y huesos.
Es posible que profesional considere útil derivarle a un programa de pérdida de peso, sin olvidar que puede ser más eficaz tratar a toda la familia y no tan solo al pequeño, según han mostrado investigaciones como la publicada por Quattrin y sus colaboradores en octubre de 2012 (Pediatrics) o la recién publicada por Vollmer y sus colaboradores, en junio de 2015 (J Acad Nutr Diet).
Ante el exceso de peso, control encubierto, pero no manifiesto
Si no tiene sentido obligar a un niño a comer (ni en casa ni en la escuela), menos todavía lo tiene en menores con exceso de peso, aunque sean alimentos saludables, dado que, además de ser antiético, puede resultar contraproducente.
Tampoco es aconsejable prohibir el consumo de alimentos que el pequeño tiene a su alcance. Es mucho más útil que no estén en casa, sobre todo si se trata de productos superfluos. En diciembre de 2007, en un consenso de 12 sociedades sanitarias se indicó lo siguiente: «Permita que el niño [con exceso de peso] autorregule sus comidas y evite el uso de conductas alimentarias restrictivas». Es una postura que han confirmado otras investigaciones. Por desgracia, la implementación de las recomendaciones recogidas en dicho consenso es insuficiente, tal y como detalló un estudio publicado en febrero de 2013 por Sharifi y sus colaboradores.
Aunque parezca paradójico, las investigaciones muestran que las restricciones alimentarias, más comunes en padres de hijos con sobrepeso u obesidad, se asocian a un aumento del peso de los pequeños, según indicaron Birch y Davison en agosto de 2001 (Pediatr Clin North Am).
Es preciso, por tanto, diferenciar entre el «control manifiesto» («no comas más» o «esto no te conviene») del «control encubierto». Este último supone que los adultos limitarán la disponibilidad de alimentos superfluos en el hogar y ofrecerán raciones sensatas de comida, para que el niño pueda decidir, con independencia, cómo alimentarse, sin restricciones o reglas estrictas.
Cuatro consejos útiles para combatir el exceso de peso infantil
Además de las consideraciones antes detalladas, algunos consejos que pueden ser de utilidad en el momento de abordar el exceso de peso en la infancia son los siguientes:
- No solo es prioritario evitar que en el hogar exista un amplio surtido de alimentos superfluos, también debe haber una gran oferta de alimentos saludables a la vista y al alcance del menor. Aunque muchas personas piensan que los zumos son bebidas recomendables, la bebida más saludable es el agua.
- Comer en familia, en un ambiente relajado, ha mostrado un papel preventivo en el incremento de peso en niños.
- Es posible que evitar utilizar platos grandes contribuya a limitar la cantidad de comida que ingieren tanto los adultos como los menores.
- El ejemplo de los padres es determinante. Para el doctor David Benton, el estilo de vida de los progenitores es un factor «crítico» en el desarrollo de las preferencias alimentarias de sus hijos y en el riesgo de obesidad, según indicó en julio de 2014 en la revista International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders.