Comer por imitación

Las madres obsesionadas con la alimentación y pendientes de estar a dieta pueden predisponer a sus hijas a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria
Por Maite Zudaire 30 de mayo de 2012
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Los estudios demuestran cómo las niñas imitan el estilo alimentario de la madre. Lo preocupante es si las madres están pendientes y obsesionadas con las dietas o con el peso. Este mal comportamiento puede predisponer a sus hijas a una relación insana con la alimentación. De hecho, las madres con hijas adolescentes que desarrollan problemas de la conducta alimentaria también muestran unas actitudes y unos comportamientos más preocupantes que las madres de hijas sin trastornos alimentarios, tal y como recogen diversas investigaciones.

Comer (o no comer) por imitación

Las madres influyen en el consumo de alimentos sanos o insanos por parte de sus hijas adolescentes

Las niñas imitan la forma de alimentarse de la madre. Este comportamiento es todavía más evidente y patente si las madres siguen alguna dieta, modo especial o radical de alimentarse. Los autores de un estudio llevado a cabo en el Centro Flinders de Innovación en Cáncer, de la Universidad australiana de Flinders, constataron una sospecha en el comportamiento alimentario de chicas adolescentes: las madres pueden tener una influencia determinante en el consumo de alimentos sanos (vegetales, frutas, verduras) o insanos (alta carga energética, ricos en azúcares y grasas) por parte de sus hijas adolescentes.

Esta influencia estaba más marcada en función de la cercanía o proximidad entre madre e hija. Lo preocupante es que, si las madres están pendientes y obsesionadas con la alimentación y siguen dietas de forma continua, pueden predisponer a sus hijas a una conducta alimentaria patológica y a una relación insana con la alimentación.

Relación negativa con la comida

Los mensajes negativos que los niños reciben de forma constante durante toda su vida, en cuanto al modo de alimentarse («no comas tanto», «esto no te conviene», «no comas más que engorda», «esto tiene muchas calorías», «eso ni probar porque tiene demasiada grasa»…) no ayudan a que los niños tengan una relación buena y sana con la comida. Decir lo mismo con un tono constructivo e identificar dieta con alimentación saludable es básico para conseguir que comer bien se asocie con sentirse bien.

Obsesión con la comida y con el peso

En palabras del psicólogo clínico Esteban Cañamares, los progenitores tienen un problema serio que merece atención especial si «están siempre vigilantes de lo que comen o dejan de comer sus retoños, angustiados por el exceso de peso, angustiados ante la idea de que puedan estar mal alimentados». Esta obsesión puede llevar a mantener a los hijos a dieta desde pequeños y a ser demasiado estrictos con su alimentación, con el riesgo que esto conlleva. Y es que, con los años, los hijos pueden desarrollar un problema serio de conducta alimentaria o adoptar una forma de alimentación contraria a la inculcada durante niños.

Imagen y aspecto corporal

En este mismo contexto, las actitudes y comentarios de las madres sobre el aspecto corporal de sus hijos es determinante en su desarrollo y madurez psicológica. Las madres pueden influir en los comportamientos alimentarios de sus hijas, sus percepciones y su imagen corporal, hasta el punto de modelar su propia actitud y comportamiento.

Los comentarios de las madres sobre el aspecto corporal de sus hijas es determinante en el desarrollo y madurez psicológica de las niñas

Las madres que tienen más interiorizados mensajes sobre la delgadez, la esbeltez, los problemas de peso o la belleza asociada a la báscula, o bien quienes dan mucha importancia a la imagen corporal, tienen más probabilidades de tener hijas con una patología de la conducta alimentaria. Quedó constancia de esto en un estudio realizado por la División de Psicología de la Universidad norteamericana Western Oregon.

Según la investigación, entre las variables predictoras de las hijas en relación a su imagen corporal y su mayor riesgo de trastorno de la conducta alimentaria, se incluyen: la retroalimentación negativa de la madre, la desaprobación de la madre de la figura de su hija o el voto negativo de estas sobre el patrón de alimentación de las niñas.

MENSAJES PUBLICITARIOS

La publicidad, las campañas sobre moda, así como la promoción de diferentes productos u objetos (desde coches, paisajes, bebidas, alimentos…), a menudo se acompaña de imágenes de mujeres delgadas, bonitas, altas y esbeltas, con las cuales la inmensa mayoría de las mujeres no se “reconoce” ni se identifica. En la guía “Alimentación, modelo estético femenino y medios de comunicación”, publicada por Rosa Maria Raich, recomendable por su valor didáctico, se alerta y se invita a la reflexión sobre los “mensajes” que transmite la publicidad y sobre los que se debe estar alerta:

  • “Debes tener un cuerpo perfecto y delgado, lo que te proporcionará éxito y felicidad”.

  • “Tienes el cuerpo que quieres”.

  • “Hay medios para conseguir este cuerpo”.

La experta también advierte de lo que “oculta” la publicidad. Y es que hacer dieta en la adolescencia contribuye a un aumento de peso posterior y esto se explica porque muchas de las dietas comerciales carecen de fundamento y cumplen con los criterios de dietas milagro: no funcionan y no son seguras ni eficaces para perder peso, ni para mantener una buena salud. Además, la publicidad tampoco muestra los efectos del maquillaje o todo el trabajo de retoque fotográfico que hay detrás.

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