Entrevista

Nancy Babio Sánchez, doctora en Nutrición y Metabolismo y profesora en la Universidad Rovira i Virgili

Las dietas milagro no solo son estrictas, también están carentes de ciertos nutrientes
Por Maite Zudaire 16 de septiembre de 2011
Img nancy babio
Imagen: CONSUMER EROSKI

Licenciada en Nutrición por la Universidad de Buenos Aires (UBA) en el año 1996, Nancy Babio Sánchez, doctora en Nutrición y Metabolismo, ha ligado su oficio a la docencia y la investigación. Comenzó como responsable de las asignaturas de Nutrición infantil y Evaluación del estado Nutricional en la Facultad de Medicina, y conformó equipo en un grupo interdisciplinario de Trastornos de la Conducta alimentaria en el Hospital bonaerense Ramos Mejía. Se especializó en Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) con capacitación pedagógica. Realizó el doctorado en Nutrición y Metabolismo en la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Reus (Tarragona), centro del que forma parte de su profesorado y en el que coordinó la parte dietética del estudio PREDIMED. Tras conseguir Cum laude en su tesis doctoral, Babio se enfrenta a un horizonte en el que los trastornos de las conductas alimentarias se adelantan en el tiempo y, si bien son menos severos, cada día son más habituales.

Su tesis doctoral se centra en la severidad de las alteraciones de la conducta alimentaria bajo un patrón dietético comparativo entre escolares de primaria y secundaria. ¿Qué influencia tiene la alimentación en el desarrollo de estos trastornos?

Son muy pocos los estudios que han valorado la alimentación de forma cuantitativa y, en este estudio transversal, no podemos hablar de influencia de un patrón dietético en el desarrollo de los TCA, pero sí de una asociación estrecha en el consumo o no de determinados alimentos y su mayor riesgo de desarrollar TCA. En el grupo de primaria se pudo observar que el menor consumo de aceite podría ser un indicador precoz de riesgo. En el grupo de adolescentes, la restricción dietética detectada fue mucho más generalizada, con principales limitaciones de dos nutrientes: el calcio y el hierro, claves para la etapa biológica de crecimiento y desarrollo. Los datos nos inducen a pensar que se comienza con una restricción de grasas que evoluciona en una reducción de nutrientes más generalizada.

¿Qué consecuencias puede tener?

“La restricción inicial de grasas evoluciona en una reducción de nutrientes más generalizada”

La restricción de lípidos, si es acentuada y constante en la pubertad, puede afectar a la biodisponibilidad de las vitaminas liposolubles y al desarrollo hormonal adecuado. Se ha observado en diferentes estudios que someterse a regímenes nutricionales y energéticos inadecuados puede alterar el desarrollo normal de la pubertad, e incluso, retrasar la menarquía (primera menstruación). Además, la restricción de los nutrientes, básicos para la síntesis de determinados neurotransmisores, puede no solo precipitar, sino perpetuar, los síntomas de los TCA.

Una de las novedades más llamativas de su investigación es la posibilidad de trastornos en niños menores de diez años. ¿Cómo se detecta que no son solo un mal comedor?

En el grupo de menor edad se observó un porcentaje de niños que cumplían todos los criterios de diagnóstico de la anorexia o bulimia nerviosa, excepto uno, así que no puede clasificarse de TCA, pero sí de un trastorno en la conducta alimentaria no especificado (TCANE), y evidencia una exposición al riesgo de padecer TCA. La detección concluyente se hace a través de unos test de cribado validados que determinan un trastorno, aunque la confirmación deviene de las entrevistas estructuradas y psicológicas. De cualquier forma, en los niños, antes de confirmar un TCA, hay que valorar el síndrome denominado trastorno de alimentación selectiva.

¿En qué consiste?

“Un 20% de los niños menores de cinco años padecen un trastorno de alimentación selectiva”

Es uno de los comportamientos alimentarios observados en la primera infancia y la mitad de la segunda descrita por Lask y Bryant-Waugh en el año 2000. Equivale dentro del manual de psiquiatría ICD-10 al “feeding disorder of infancy and childhood”, que se define como un TCA de variadas manifestaciones. Incluye rechazo y extrema manía alimentaria ante la disponibilidad de alimentos y en ausencia de enfermad orgánica. Este trastorno es reconocido y, sin embargo, es un fenómeno poco estudiado. Ocurre en general en niños sanos, pero malos comedores, y se considera como una fase de la alimentación de los pequeños que se resuelve con la edad.

¿Podría continuar para toda la vida?

En España no se conoce la prevalencia, pero en otros países se indica que un 20% de los niños menores de cinco años lo padecen y un tercio de ellos persisten con este trastorno hasta los ocho años. Se desconoce la prevalencia en adolescentes y adultos. Sin embargo, este trastorno no debe confundirse con los TCA como la anorexia nerviosa, que se caracteriza por un temor al consumo de alimentos por un aumento de peso y una distorsión de la imagen corporal. Aunque algunos autores consideran que si se prolonga en la adolescencia podría ser la antesala de la anorexia nerviosa.

Comentaba en este mismo espacio Gonzalo Morandé Lavin que hacer de la anorexia un fenómeno mediático ayudó a su detección temprana. Sin embargo, parece que el impacto mediático de los trastornos alimentarios ha dejado de ocupar un espacio preferente. ¿Es coherente con un descenso de casos? ¿Y de su gravedad?

En los últimos años ha disminuido su severidad, pero ha habido un aumento en la prevalencia de estos trastornos, sobre todo, en sus formas parciales (TCANE, subclínicos y sintomatología de riesgo). Los estudios señalan que la prevalencia de la anorexia (0,17 – 0,69%) no es muy elevada y la de la bulimia es algo mayor (0,41 – 1,38%). Sin embargo, la prevalencia de los TCANE (3,1 – 4,86%) o los sujetos con síntomas de riesgo de TCA (14,75 – 20,65% -mujeres-; 2,2 – 8,8% -varones-) se ha disparado.

¿A qué se debe?

El fenómeno mediático ha servido para que los padres estén más alerta, pero el fuerte impacto que ejercen los medios masivos de comunicación, la promoción del ideal de belleza y de éxito como el equivalente a estar delgado, son una influencia negativa sobre las mujeres jóvenes y adultas. Autores de gran prestigio afirman que la promoción de los estándares sociales de belleza imposibles de alcanzar origina una disminución de la autoestima, elevados niveles de ansiedad, hábitos dietéticos alterados con realización de dietas severas y aparición de TCA. Sin embargo, es importante recalcar que los medios de comunicación actúan en determinados sujetos, vulnerables desde el punto de vista biológico psíquico, como agentes “gatillo” de favorecer el desarrollo de un TCA que en otras circunstancias permanecería latente a pesar de la predisposición.

En el mercado se multiplican los impactos de dietas milagro, ¿han medido si causa una repercusión social y de salud? De hecho, la AEDN denuncia que es publicidad fraudulenta que provoca problemas de salud pública.

Las dietas milagro no solo son estrictas, también están carentes en determinados nutrientes y provocan serios problemas de salud. De hecho, la dieta es otro factor asociado a los TCA. En este sentido, en un análisis realizado en 1999 se estudió una cohorte durante tres años y se detectó que las mujeres adolescentes que realizaban dietas a un nivel severo, evaluadas mediante la Adolescent Dieting Scale, tenían 18 veces más probabilidad de desarrollar un TCA que quienes no hacían dieta. Sus hallazgos mostraron que la dieta era el más importante predictor de nuevos casos de TCA. Por otra parte, diversos autores han sugerido que la restricción dietética puede generar un síndrome por atracón por el debilitamiento de las señales de hambre y saciedad.

¿Qué conductas pueden dar pistas a la familia o amistades de la situación crítica?

Un factor asociado al TCA se refiere a la autoevaluación subjetiva y negativa de la propia figura corporal o parte de la misma. Si la familia observa conductas depresivas y de aislamiento, debe estar alerta a su alimentación y contactar con un equipo de salud.

¿Cómo debe actuar durante el tratamiento?

La familia es clave en la recuperación, debe apoyar y evitar enfrentamientos con el enfermo y tener mucha, mucha paciencia.

El Ministerio de Sanidad, alertado por usuarios de Twitter, propuso cerrar cuentas en las redes sociales que promocionan acciones como dejar de comer. ¿Silenciar voces es eficaz?

Desde mi punto de vista, sí puede ayudar. Muchas veces, personas con riesgo de desarrollar TCA aprenden las técnicas insanas de perder peso o conductas compensatorias a través de Internet. Lo mismo sucede con aquellas campañas de prevención de TCA de determinados profesionales que explican todos los síntomas y estrategias que llevan a cabo las pacientes y no se dan cuenta de que, en lugar de hacer prevención, promocionan la enfermedad.

¿En qué se basa la intervención nutricional en el tratamiento de un paciente de TCA?

Lo más idóneo es que haya un equipo interdisciplinario, no solo multidisciplinario, y que este equipo trabaje en forma conjunta y con muy buena comunicación, dado que es una patología que necesita un control clínico (médico), psicológico (psicólogo) y nutricional (dietista-nutricionista). Este es el equipo básico, aunque si fuera necesario, también lo integra el psiquiatra, el ginecólogo, e incluso, el odontólogo.

¿Es necesario acabar con el tópico de que las TCA no se superan?

La recuperación es lenta, dura un promedio de tres a cuatro años, al menos, pero se supera la enfermedad. El éxito es muy posible, siempre y cuando se trate con un buen equipo.

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