Desde que nacen, los bebés emplean muchos gestos y conductas para expresar sus necesidades. A medida que conocen a su hijo, madres y padres aprenden a interpretar esos signos para saber cuándo tiene hambre y de ese modo evitar que llegue a la señal más reconocible: el llanto. Este artículo explica cómo identificar si un niño tiene hambre antes de que llore, la importancia de conocer al pequeño para interpretar las necesidades que expresa, las señales más comunes en los bebés y qué hacer si no las manifiestan.
El llanto y otras señales del hambre en los bebés
Buena parte de las señales que los bebés emiten desde los primeros momentos de sus vidas para expresarse están dirigidas a satisfacer sus necesidades básicas. Y entre estas, desde luego, comer es una de las principales. Sin embargo, cuando el niño es pequeño, madres y padres primerizos a veces tienen problemas para reconocer esos signos y darse cuenta de que su hijo pide que le amamanten. ¿Cómo hacer para saber cuáles son?
El bebé da distintas señales de que tiene hambre y llora solo cuando esos avisos no han sido atendidos
La señal más evidente es el llanto del niño. Sin embargo, hay que prestar atención, porque no siempre cuando llora es por hambre. «Es importante conocer los tipos de llanto para poder atender de manera correcta al bebé«, afirma el Ministerio de Sanidad, en una guía sobre el cuidado infantil. «Cuando el niño tiene hambre, el llanto es enérgico y, poco a poco, se hace más fuerte y rítmico«, añaden estos expertos. En ocasiones, también puede golpearse la mejilla, se muerde el puño o se chupa los dedos.
Pero el pequeño no siempre llora porque tenga hambre. Ni siempre que tiene hambre llora. Mejor dicho: el bebé da señales de que tiene hambre antes de echarse a llorar. Cuando estalla en llanto, es porque sus avisos anteriores no han sido atendidos.
Bebés con hambre, sus señales más comunes
Cada niño es distinto y, en consecuencia, tiene sus propias maneras de comportarse y de expresarse. Quienes mejor le conocen son su madre y su padre, así que lo más probable es que pronto aprendan a interpretar sus mensajes de manera correcta. «Las ganas de comer del bebé son fáciles de identificar con un poco de práctica«, apunta Ana Isabel Fraga, autora de ‘El manual de instrucciones que perdiste cuando nació tu hijo’ (Mandala, 2009) y del blog Susurradora de Bebés.
Entre las sugerencias para amamantar con éxito, Unicef recomienda «procurar tener al niño cerca, sobre todo al principio. De esta manera, es más fácil aprender a reconocer cuándo el necesita comer«. Esto es importante, sobre todo, por la noche: si la madre duerme cerca del bebé, podrá darle el pecho sin que sea muy molesto para ninguno. Este es uno de los principales argumentos esgrimidos por los promotores del colecho.
Pero más allá de las peculiaridades de cada pequeño, existe una serie de conductas y comportamientos que la gran mayoría de los niños repite cuando tienen hambre. El servicio de Queensland (Australia) ha publicado un documento ilustrado con las señales más comunes del bebé hambriento, divididas en tres grupos, según el grado de necesidad:
- Señales tempranas («tengo hambre»): el pequeño se agita, abre la boca, gira la cabeza y busca el pecho.
- Señales intermedias («tengo mucha hambre»): se estira, incrementa los movimientos y la inquietud de su cuerpo, se lleva la mano a la boca.
- Señales tardías («primero cálmame y luego aliméntame»): mueve los brazos con agitación, se pone colorado y llora. Y ¿cuáles son las recomendaciones para calmarle antes de amamantarlo? Abrazarle, hacer que su piel entre en contacto con la piel del pecho, hablarle, acariciarlo. Y luego, sí, darle de mamar.
Otras señales comunes son: el bebé se lame los labios; hace chasquidos con la lengua; succiona y se lleva a la boca los pies, la ropa o los juguetes; y, si alguien lo tiene en brazos, busca ponerse en la posición habitual en que toma el pecho.
Los expertos recomiendan que la lactancia materna sea a demanda: cuando el bebé lo pida y durante el tiempo que él quieraLa “Guía de la Lactancia Materna” publicada por la Consejería de Salud de Baleares señala que muchos bebés, “tras mamar nada más nacer, prefieren dormir el resto del primer día”. Estos expertos, sin embargo, enfatizan que si a partir del segundo día no muestra interés por mamar y prefiere dormir, se debe probar a ofrecerle el pecho con frecuencia. “Es importante que mame, por lo menos, ocho veces al día”, explican. No solo por su alimentación sino también para garantizar una buena producción de leche por parte de la madre.
La cantidad de tomas recomendada es de entre 8 y 12 por día, pero estos especialistas apuntan que la lactancia materna debe ser “a demanda”, cuando el niño lo pida y durante el tiempo que quiera. “Es un error iniciar la lactancia de un recién nacido limitando e imponiendo el horario de las tomas”, dicen, “ya que esto puede ocasionar obstáculos en la lactancia“. Entre ellos, que el bebé pase hambre, no se sacie, sufra de cólicos o que no aumente de peso de forma correcta. Para lograr una regulación natural de la lactancia, dicen estos profesionales, es importante olvidarse del reloj, ya que cada niño tiene un ritmo diferente, sobre todo durante los primeros días.