El juego tiene una importancia vital en el desarrollo físico, mental y social del niño. Para él representa una manera de estimular el aprendizaje y conocer lo que le rodea. En una etapa de tantos cambios como la que va de uno a tres años de edad, esto se hace muy notorio. El pequeño dará sus primeros pasos, dirá sus primeras palabras y sentará muchas de las bases de su interacción con el mundo, mientras juega a ocultarse y aparecer, a ser ayudante de sus padres con distintos juguetes o tan solo a andar y trepar aquí y allá.
El juego y su importancia en el desarrollo del niño
Entre su primer cumpleaños y los tres años de vida, el niño crece hasta dejar de ser un bebé. Es una etapa extensa y llena de cambios, durante la cual el juego desempeña un papel fundamental en el pequeño.
El juego «contribuye al desarrollo armónico del niño, tanto desde el punto físico, como mental y social», indica Eduardo Ramos Polo, pediatra del Hospital Universitario Central de Asturias. «A través del juego elaboran sus vivencias emocionales y ponen en marcha los papeles sociales que tendrán que desarrollar como adultos», explica. Ramos Polo enfatiza que si los adultos participan en las actividades lúdicas, también «se estimula y aumenta el aprendizaje».
El experto colombiano Juan Fernando Gómez Ramírez, por su parte, destaca en el artículo ‘El juego infantil y su importancia en el desarrollo‘ algunos beneficios del juego en los menores: les permite conocer el mundo, enriquece su imaginación, desarrolla la observación y ejercita la atención, la concentración y la memoria.
A continuación se ofrece un listado con algunos de los juegos que los niños más disfrutan en la etapa que va desde los 12 a los 36 meses de vida.
1. Ocultarse y aparecer
Los pequeños disfrutan de este juego desde antes de cumplir un año, pero lo siguen haciendo después. Ya no se trata solo de que sus padres oculten su cara detrás de una tela y luego la hagan visible de nuevo, sino que ahora pueden «desaparecer» por completo, sentados en el suelo, debajo de una sábana o una manta. Al principio, el menor observará extrañado y agradecerá mucho que el adulto le ayude dejando ver una mano o un brazo. Encontrarle por fin le hará mucha ilusión y querrá repetirlo muchas veces. Una variante del juego consiste en que quien se tape con una sábana o una manta sea el propio niño.
Este juego, además de la diversión que proporciona, ayuda al pequeño a afianzar la idea de que los objetos y las personas no dejan de existir cuando él no los ve.
2. El balón
Jugar con una pelota es otra de las actividades que gustan a casi todos los niños. Como los hay de muy diversos tamaños, pesos y texturas, el balón da lugar a los juegos más variados. Al principio, los pequeños aprenderán a sujetarlo con sus manos y luego a lanzarlo. Más tarde le darán patadas, una actividad que les ayudará a afianzar su equilibrio y fortalecer sus piernas.
Es bueno dejar que el menor se invente sus propios juegos, ya que contribuye a desarrollar su creatividad e imaginación. De esa forma, con naturalidad, los juegos se irán haciendo cada vez más complejos.
3. El correpasillos
Además de ser muy entretenidos, los correpasillos también ayudan a los niños a ganar estabilidad en sus desplazamientos. Hay de diversas formas y variados precios. Funcionan como preparación para cuando deseen montar en triciclos y, más adelante, en bicicletas.
4. El columpio
El columpio es otro de los juegos preferidos de los pequeños en esta etapa (y también después, claro). Pero para poder jugar con un columpio es preciso tomar las precauciones adecuadas a fin de evitar accidentes. El niño ya debe ser capaz no solo de permanecer erguido sino también de coger con fuerza las cuerdas o cadenas del balancín, además de estar agarrado al asiento con cinturones, arneses o similares. Estas medidas se deben tener presentes tanto si los menores juegan en plazas o parques públicos como en columpios fabricados de forma casera.
5. El ayudante
Los pequeños desean ser grandes. Por eso, entre los juegos que más ilusión les hace está el de jugar a ser adultos y actuar como ellos. Cuando se les da la oportunidad de hacerlo «de verdad», lo agradecen mucho. Ofrecerles jugar al «ayudante» consiste en proponerles que hagan las tareas de la casa junto a la madre o el padre. Para ellos es un juego y lo que hacen es acompañar al adulto, pero se divierten y, al mismo tiempo, incorporan nociones para aprender a ser obedientes.
6. Andar y trepar
Los niños tienen mucha energía y necesitan estar en actividad y en movimiento. Y si es al aire libre, mejor. Por eso, es conveniente que puedan visitar parques o salir al campo para andar, trepar y moverse todo lo que deseen. Los adultos pueden dejar que los pequeños inventen sus propios juegos o andar junto a ellos en actividades que serán como un preparativo para el «corre que te pillo» y otros juegos que surgirán después. Además, si invierten energías, duermen mejor por la noche y, en definitiva, son más felices.