Aunque parezca difícil de entender (o reconocer) a priori, algunos padres experimentan celos hacia sus propios bebés, advierten los expertos. Como con la llegada de un recién nacido toda la atención de la madre se traslada hacia el nuevo miembro de la familia, este impulso irracional hace que estos hombres se sientan excluidos de esa relación. Es lo que se llama complejo de Layo. Este artículo explica cómo reconocer los celos entre padres y bebés y de qué manera evitar o resolver esta situación.
¿Celos de los padres hacia sus propios hijos?
Algunas mujeres experimentan una sensación un poco extraña poco después de convertirse en madres: notan que sus parejas están de malhumor, se enfadan y les exigen cosas que ellas a menudo no pueden darles. Lo que sucede, en definitiva, es que esos hombres -por raro que suene o difícil sea de reconocer- sienten celos del bebé que acaba de llegar a sus vidas.
Los celos del padre suelen aparecer durante los primeros meses del bebé, la etapa más difícil
Por lo general, este impulso irracional aparece en algunos padres al recibir menos atención por parte de sus parejas (algo tan normal como inevitable) y percibirse desplazados por la nueva presencia en la familia. Algunos especialistas, como el pediatra Carlos González, denominan a estos celos entre padres y sus bebés como complejo de Layo.
Según la mitología griega, Layo fue el padre de Edipo, quien lo asesinó y se casó con su propia madre, Yocasta. En su libro ‘Bésame mucho: cómo criar a tus hijos con amor‘ (Temas de Hoy, 2006), González afirma que, aunque la psicología popularizó el llamado complejo de Edipo, este relato mitológico habla más bien de otra cosa: del «temor irracional que tienen algunos padres por verse suplantados por su hijo en el amor de la madre«.
Pero, ¿es común entre los hombres el complejo de Layo? «No hay datos concluyentes para saber cómo son de frecuentes los celos entre padres y bebés, pero haberlos, los hay», responde González.
Miedo del padre ante la llegada del recién nacido
«El padre puede sentirse excluido de una relación tan estrecha como la que surge entre la madre y el niño en los primeros meses», añade este especialista. Además, los celos pueden dirigirse en ambos sentidos, es decir, de forma irracional desearía ser tanto la madre como el bebé.
Los celos y el complejo de Layo suelen originarse en las primeras semanas después del nacimiento del hijo. Y es que, como explica la psicóloga perinatal Anainés Cazador, «durante esos primeros meses la madre pone toda su libido y toda su atención en el bebé«.
Pero los posibles celos del padre no son el único problema de este momento tan especial de la pareja. Los cambios físicos y hormonales en la mujer, el agobio por desconocer las tareas a las que obligan los roles de madre y padre recientes, el cansancio y lafalta de sueño son otros elementos que hacen que esta etapa sea en particular difícil y que, en ocasiones, acabe con la ruptura de la pareja.
«El proceso es muy fuerte y muy intenso al principio, pero no es duradero, no va a ser durante toda la vida así», explica Cazador. Si bien esa incorporación en la familia es definitiva, a medida que el bebé va creciendo y se van estabilizando las rutinas, con sus horas de sueño y de alimentación, se pueden volver a hacer muchísimas cosas en pareja. Pero, «la clave fundamental para poder acompañarse es entender qué significan estos primeros meses para todos», dice esta experta.
Celos del padre hacia el bebé y depresión
Otro elemento de esta etapa que podría vincularse con los celos del padre hacia el hijo, y que aparece en uno de cada diez casos durante las primeras semanas de vida del niño, es la depresión posparto masculina.
Esta patología, que según algunos estudios se debe a cambios hormonales que también se producen en el hombre, no se manifiesta en forma de tristeza, como la femenina, sino como ansiedad y agresividad.
El pediatra Carlos González señala una medida para evitar que el padre sienta celos de la relación entre el hijo y la madre: que el hombre se implique lo más que pueda en el cuidado y la crianza del niño. Oportunidades no faltan, pues hay que bañar, vestir, cambiar o pasear al bebé, además de cocinar, fregar, etc.
Otro elemento clave es la comunicación de la pareja. Es esencial dialogar mucho y de la manera más abierta, para poder expresar las sensaciones y necesidades, sin juzgar ni sentir temor de ser juzgados.
Hay que hacer un esfuerzo por expresar el cariño. Aunque la llegada de un hijo genera que casi todo el esfuerzo y la atención se vuelquen en el recién nacido, esto no significa que de pronto se deje de querer o se quiera menos a la pareja. Por eso, es muy valioso que cada uno tenga hacia el otro gestos -aunque sean pequeños- que muestren ese amor, como pueden ser un beso, una caricia o incluso una mirada cómplice.
También es fundamental la paciencia, tratar de mantener la calma y no perder los nervios. El objetivo debe ser funcionar como un equipo, y si se advierte que el problema es importante, la pareja debe acudir a un profesional para que la ayude y guíe en esta etapa.