La ciencia derriba mitos. Un estudio comprobó que reconocer el llanto del bebé propio no es una habilidad exclusiva de las madres, sino que los padres tienen la misma capacidad para lograrlo. La clave no radica en el instinto ni en una predisposición natural de uno u otro sexo, sino en la cantidad de tiempo compartido con la criatura. Este artículo explica por qué los padres son tan capaces como las madres de identificar el llanto de sus hijos. Y también se refiere al idioma en que lloran los niños y a los distintos tipos de llanto según sus causas.
Nuestra cultura tradicionalmente ha atribuido a las mujeres ciertas capacidades que, en teoría, forman parte del instinto maternal y de las cuales, según esta visión, los hombres carecen. Estas creencias siempre fueron alimentadas por diversas prácticas sociales y por la observación, en otras especies de mamíferos, de habilidades diferentes entre las hembras y los machos, producto de sus propias necesidades evolutivas.
Sin embargo, siempre fue escasa la evidencia científica para sostener que muchas de estas diferencias también existían entre los hombres y mujeres. Y, por otra parte, la evolución de nuestra especie se ha caracterizado por la cooperación entre ambos sexos. Debido a ello, estas ideas se tornaban por lo menos incongruentes. En los últimos años, la ciencia ha confirmado que muchas de ellas son incorrectas.
Los padres, tan capaces de reconocer a sus bebés como las madres
Una de esas creencias indicaba que las madres son capaces de reconocer el llanto de sus propios bebés, mientras que los padres no. Un estudio realizado por científicos de las universidades de Lyon/Saint-Etienne (Francia) y de Sussex (Reino Unido) ha confirmado que no es así: la capacidad para identificar el llanto de sus propios hijos es la misma en los hombres que en las mujeres. La clave para lograrlo no tiene nada que ver con el sexo del progenitor, sino con la cantidad de tiempo que la persona adulta pasa con el niño.
Los investigadores grabaron los llantos espontáneos de 29 bebés mientras eran bañados. Luego emitieron las grabaciones ante 27 padres y las 29 madres de las criaturas, sin especificar cuál correspondía a cada una. En promedio, tanto hombres como mujeres acertaron a identificar el llanto de sus hijos en el 90% de los casos. «El único factor crucial que afecta esta habilidad -indica el artículo donde se exponen estas conclusiones, publicado en la revista especializada Nature– es la cantidad de tiempo invertido por el progenitor con su propio bebé».
Estos resultados, añade el texto, «ponen de relieve la importancia de la exposición y del aprendizaje en el desarrollo de esta habilidad, que puede basarse en capacidades auditivas y cognitivas compartidas, más que en predisposiciones innatas específicas de cada sexo». De esta manera, la investigación no solo combate las ideas establecidas acerca de ciertas capacidades que estarían presentes solo en las mujeres, sino que también destaca la importancia de pasar tiempo con los niños, el cual, además, como señalan los especialistas, debe ser «tiempo de calidad».
Los 29 bebés analizados tenían, en el momento de la prueba, entre dos y cinco meses de vida. Quince eran franceses y los otros catorce provenían de la República Democrática del Congo. Con esto se buscó reducir la influencia que las diferentes pautas culturales pudieran ejercer. Los investigadores no observaron diferencias significativas entre ambos grupos.
Los idiomas del llanto de los bebés
Los resultados de las investigaciones en torno al llanto de los niños no solo resultan significativos por arrojar luz sobre diversas cuestiones y ayudar a derribar mitos, sino que además algunos son sorprendentes.
Un trabajo realizado por expertos de la Universidad de Wüzburg (Alemania) reveló que ciertas características de la forma en que lloran los bebés dependen del acento y la entonación del idioma al que han estado expuestos durante su gestación. En otras palabras: el bebé llora en su lengua materna.
Este estudio se realizó con niños más pequeños, de entre tres y cinco días de vida. Fueron en total 60: la mitad nacidos en un entorno monolingüe alemán y la otra mitad, en francés. El análisis de sus lloros permitió comprobar que los primeros lloraban con un tono descendente, que es típico del idioma alemán, mientras que los del segundo grupo, lo contrario, es decir, con un tono ascendente que es característico del francés.
Kathleen Wermke, directora del trabajo, señaló que los bebés reproducen en su forma de llorar «la melodía y la intensidad de su lengua nativa». Por ello, se puede afirmar que el lenguaje infantil no comienza con los balbuceos, sino antes con el llanto.
Madres y padres que comparten el tiempo suficiente con sus hijos no solo son capaces de identificar su llanto, sino también de reconocer por qué están llorando. Y es que, si bien el bebé puede llorar por muchas razones, los motivos más frecuentes son siete: hambre, cansancio o sueño, frío o calor, incomodidad, inseguridad, exceso de estimulación o cólico del lactante. En función de cada uno de estos factores, el llanto modifica su sonido, su ritmo y su intensidad, además de sus expresiones corporales.
Estas diferencias y los patrones que en general respeta el llanto de los niños en función de sus causas permitieron a algunas empresas desarrollar traductores del llanto del bebé. Esta tecnología consiste en aparatos autónomos o bien en aplicaciones para teléfonos móviles o tabletas, que en teoría son capaces de distinguir entre cinco tipos de lloros según su causa: hambre, aburrimiento, sueño, malestar y estrés. Pero, más allá de la posible utilidad de estos recursos, compartir tiempo con el niño y conocerlo bien es, sin duda, el método más efectivo.