La aspidistra es una de las plantas de mayor presencia en los hogares españoles. Sus grandes hojas verdes se desarrollan muy bien con poca humedad y escasa luz, lo cual hace a este ejemplar muy apropiado para espacios interiores. Este artículo explica los factores que hacen de la aspidistra una planta fácil de cultivar, los pocos cuidados que requiere y otras cuestiones como la fertilización, la multiplicación y la prevención contra plagas.
La aspidistra, una planta fácil de cultivar
La aspidistra es una de las plantas más típicas de los hogares españoles, sobre todo para interiores, aunque también para decorar patios. Esto se debe, en buena medida, a las escasas atenciones que requiere para desarrollarse y mantenerse de forma saludable. Eso la convierte en una planta fácil de cultivar, recomendada para los principiantes y quienes no tienen mucho tiempo que dedicar. Pero no solo por eso es popular la aspidistra. También lo es gracias a la belleza de su aspecto, a sus grandes hojas verdes y brillantes que decoran con sobriedad y estilo cualquier habitación.
Llamada también con numerosos nombres coloquiales (pilistra, oreja de burro, hoja de salón, hoja de lata, hojalata, etc.) y originaria de China, Japón, el Himalaya y otras regiones del Lejano Oriente, la aspidistra crece sin problemas en espacios interiores, sin mucha luz ni riego. Alcanza alturas de hasta 80 centímetros y es perenne. Su floración es muy poco frecuente. Cuando existen, las flores son pequeñas, casi imperceptibles, y crecen a ras de suelo.
El cuidado más importante: no excederse con el riego
El mayor cuidado que hay que tener con la aspidistra es no excederse con el riego. Si recibe demasiada agua, en las hojas de la planta aparecen unas manchas marrones y pierden firmeza. De hecho, puede pasar largas temporadas sin riego, aunque lo más idóneo es humedecerla una vez a la semana o al comprobar que la parte superior del sustrato está seca. Si hay hojas muy dañadas, lo conveniente será quitarlas, para lo cual lo más adecuado es cortar el tallo al ras del suelo. Del mismo modo, es recomendable cortar las hojas en caso de que se desee usarlas para acompañar ramos y arreglos florales.
Un exceso de riego en la aspidistra origina manchas marrones en las hojas, y la exposición directa al sol, manchas amarillas
También hay que tener en cuenta que las hojas también pueden amarillear a causa del problema contrario: una excesiva sequedad. Esto suele ocurrir cuando en la época invernal la calefacción reduce demasiado la humedad de la atmósfera en espacios interiores. Para evitarlo, es aconsejable pulverizar agua sobre sus hojas o bien colocar un recipiente con agua junto a la planta para que la evaporación humedezca el aire en esa zona. Otra medida es crear un microclima húmedo; para ello, no hay más que reunir diversas plantas en un determinado sector de la casa.
A la aspidistra le sientan bien tanto los entornos luminosos como los sombríos, aunque no toleran la exposición directa al sol, que quema sus hojas. Con respecto a la temperatura, las más apropiadas están entre los 13 y 17ºC. Hay que protegerlas sobre todo de las heladas, porque quedar expuestas a registros cercanos a los 0ºC la matarían. Tampoco es aconsejable que en invierno estén muy cerca de las ventanas, ya que es a través de ellas por donde la casa pierde más calor.
Con relación a abonos y fertilizantes, solo conviene añadirlos en el agua de riego una vez a la semana durante el verano, para que las hojas alcancen mayor tamaño. Es una planta longeva y de crecimiento muy lento: cada año brotan apenas unas cuatro o cinco hojas nuevas.
La multiplicación, por su parte, es recomendable hacerla por división al final del otoño y, en esta misma estación, si es necesario, hay que trasplantarla a una maceta más grande.
Las plagas que más le afectan son la cochinilla algodonosa y la araña roja, pero también las orugas y babosas. La mejor forma de combatirlas es con algún producto antilimacos u otro producto específico, según el tipo de parásito.