El temple es un tipo de pintura compuesta por pigmentos terrosos, carbonato de calcio y cola o caseína mezclada con agua. Esta pintura se puede adquirir en polvo preparado para diluir en agua o en forma de pasta muy espesa, que también hay que mezclar con agua. El temple solo se aplica en interiores, sobre todo, en paredes y techos enlucidos de yeso. Es económica y fácil de extender, pero no es lavable y, en caso de humedad, puede formarse moho sobre su superficie. Al pintar con temple se pueden obtener distintos acabados: liso, rayado, picado o gotelé. El resultado obtenido depende de la consistencia del producto y cómo se aplique.
Una pintura al agua de gran blancura
El temple es una pintura al agua que tiene como aglutinante colas celulósicas y como pigmento, sulfato de calcio (yeso) o carbonato cálcico, el llamado blanco de España. Estos componentes confieren a la pintura, una vez seca, un alto poder de fijación, dureza y resistencia al frote seco.
Esta pintura se utiliza en superficies interiores de yeso o cemento que no sufran mucho desgaste. No se debe aplicar temple en zonas donde se registren condensaciones de agua, ya que origina manchas de moho.
La pintura al temple es mucho más económica que cualquier pintura plástica. Además, es porosa, permeable y se aplica con facilidad, por lo que es una pintura adecuada para repintar a menudo una habitación. Sin embargo, sus propiedades también son inferiores, ya que no es lavable y, en caso de humedad, se pueden formar mohos, tiene peor agarre sobre paredes si no se prepara bien y es blanda, por lo que se raya con facilidad.
Esta pintura se utiliza en superficies interiores de yeso o cemento que no sufran mucho desgaste
Este tipo de pintura se puede adquirir en polvo preparado para diluir en agua o en pasta muy espesa para diluirse, según requiera el acabado que se haya elegido. El temple en pasta se diluye mucho mejor que el polvo y no hace grumos, ya que se homogeniza en fábrica.
Su superficie no es lavable, lo que supone un problema si se mancha. En estos casos, es necesario repintar sobre la propia capa de pintura o bien retirarla para poder aplicar cualquier otro tipo de acabado con mayor facilidad. Para pintar de nuevo con otro material, hay que retirar la pintura al temple porque su presencia es uno de los principales motivos por los que la nueva capa tal vez no se fije bien, lo mismo sucede al pintar sobre cal.
Para eliminar la pintura se debe mojar toda su superficie con una brocha de gran tamaño humedecida en agua caliente. En algunos casos, habrá que pasar sobre la pintura una esponja o un cepillo, en función de lo adherida que esté.
Cómo preparar el temple
Para preparar la pintura al temple solo hay que ponerla en un recipiente (alto para evitar salpicaduras) con agua y remover la mezcla con un palo o con el taladro provisto de la pala de batir. No hay una proporción exacta entre la pasta de temple y el agua. La mezcla se realiza más o menos espesa, según el gusto y las necesidades de cada caso.
Al pintar los techos conviene proteger el suelo y la cabeza del pintor, ya que salpica bastante
Aunque las manchas de temple se limpian con agua, al pintar techos conviene proteger el suelo y la cabeza del pintor, ya que salpica bastante. Para acabados lisos, hay que utilizar un rodillo de lana, que se debe pasar varias veces sobre la pared para que la pintura rellene todos sus poros. Si la pared se desconcha al pintar, hay que aplicar un fijador de látex diluido en agua, según las proporciones indicadas en el envase.
Al pintar con temple se pueden obtener distintos acabados según la consistencia del producto y el tipo de aplicación.
Para un acabado liso, sin relieve, se necesita una mezcla de temple de la consistencia de una crema ligera. Esta pasta se aplica con brocha, rodillo de lana o pistola, y tarda unas dos horas en secar. Pasadas 6 o 7 horas, se puede aplicar una segunda capa.
Para un acabado liso, sin relieve, se necesita una mezcla de temple de la consistencia de una crema ligera
Cuando se quiere picar o dar algún tipo de relieve, se utiliza una mezcla más espesa. La consistencia de la pintura depende del relieve que se quiere obtener. Para picar hay que utilizar un rodillo de gomaespuma. Cuantas más veces se pase el rodillo, más fino quedará el picado, y viceversa. Una vez seco, el picado al temple se puede pintar con pintura plástica. El temple para picado no se cuartea y se puede repintar transcurridas cuatro horas. Con esta misma pasta se pueden realizar rayados o arpilleras.
Con el temple también se puede obtener un acabado de gotelé. En este caso, se utiliza una pasta especial para “tirar gotas”, que se aplica sobre una superficie con temple liso.