Si los ahorradores pretenden invertir sus ahorros en CFD (contrato por diferencias) para mejorar la rentabilidad de sus cuentas, será mejor que se pongan en alerta. Al menos, así lo estima oportuno la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en un reciente informe en el que resalta que este producto cuenta con un elevado nivel de riesgo y sus pérdidas pueden superar las aportaciones invertidas. El estudio pone de manifiesto que en los últimos dos años, a partir de los datos de 8.000 inversores, un 75% de los clientes han perdido dinero con estas operaciones (la pérdida media supera los 3.000 euros). De hecho, los supervisores comunitarios del mercado de valores señalan que solo los inversores con sólidos conocimientos y experiencia son aptos para entrar en estas operaciones.
¿Qué es un CFD?
Son muchas, quizá excesivas, las tentaciones que se lanzan desde plataformas y entidades online que incitan a los usuarios a decantarse por productos de alto riesgo, como los CFD, que se negocian de forma bilateral (entre el cliente y el proveedor), pero imponen sus propias condiciones y comisiones. Contratarlos tiene numerosos riesgos añadidos y son muy pocos los inversores que salen de estas operaciones con beneficios. Entre otras razones, debido a la escasa información y campañas publicitarias reales, que pondrían de manifiesto el riesgo en que incurren los minoristas al aceptar estas propuestas.
Al ser un diseño tan volátil, el riesgo que pueden contraer los usuarios sobrepasa sus mecanismos de protección para preservar sus ahorros
Conviene saber en qué consiste este producto financiero y el porqué de las advertencias del órgano regulador nacional sobre los riesgos que conlleva su contratación.
Este es un contrato por diferencias, es decir, un instrumento de inversión derivado, al contado y sin vencimiento, que permite realizar operaciones sobre los movimientos de los precios sin tener el activo subyacente. Facilita beneficios tanto en mercados alcistas como bajistas.
Se trata de un contrato entre dos partes que intercambian la diferencia entre el precio de entrada y el de salida, multiplicado por el número de acciones que se acordaron, y que genera una gran volatilidad. Esta última característica propicia que las diferencias sean tan acusadas y, por tanto, que se puedan obtener muchas ganancias, pero también pérdidas muy pronunciadas. Estas se derivan de la diferencia entre el precio al que se compraron y al que se vendieron.
Además, son productos con apalancamiento, que permiten tener una posición sobre un activo sin desembolsar la totalidad de su coste, sino solo el margen requerido para esa operación. Esta característica también incide en el mayor riesgo que contraen los inversores.
Qué peligros conllevan las operaciones de CFD
Quienes deseen invertir parte de sus ahorros en este producto de alto riesgo deberán asumir los inconvenientes que genera su formalización, que no son pocos y de diversa índole:
1. Son diseños de inversión de muy complejas características, en muchos casos de difícil compresión para buena parte de ahorradores. La mayoría se decanta por ellos por la alta rentabilidad que puede obtener.
2. Pueden generar plusvalías, pero las pérdidas no son de menor importancia: hasta la mitad, o incluso más, de los importes invertidos.
3. No es aconsejable para quienes no estén familiarizados con la operativa de este producto. Son modelos muy sofisticados, y lo más probable es que pierdan parte de sus ahorros en poco tiempo.
4. Las plataformas y entidades online que los comercializan casi nunca resaltan los riesgos que asume el cliente al contratarlos.
5. El riesgo en su contratación, por sus especiales características, es superior que el de otros productos para la inversión en activos financieros: compra de acciones, fondos de inversión e, incluso, warrants.
6. Son productos complejos y no adecuados para todos los inversores, que pueden perder más capital del invertido, y requieren un seguimiento y vigilancia constantes.
7. Son productos con apalancamiento, y por ello se tienen abiertas posiciones sobre un activo, pero sin desembolsar la totalidad de su coste.
Se llega, en principio, por el afán de ganar mucho dinero en poco tiempo, a través de este diseño financiero, pero sin preocuparse de los riesgos que conlleva su formalización.
También debido a las agresivas campañas publicitarias que lanzan plataformas y entidades online, en las que se incide en la facilidad para obtener grandes plusvalías, pero sin explicar la estructura del producto.
Es fácil llegar a ellos por la agilidad para comprar activos financieros. En muchos casos, además, no se limita a la compra de acciones, sino a otros productos financieros.
Son un excelente recurso ante la poca rentabilidad que ofrecen hoy por hoy los productos bancarios tradicionales (depósitos, pagarés, deuda pública, etc.) o en situaciones de indefinición de la renta variable. De esta manera, optan por el atajo más corto para sanear su cuenta corriente.
Influenciados por los consejos de amigos, usuarios de foros, etc., que comentan que es un instrumento que permite grandes ganancias e incitan a invertir en este producto.