El bono del metro, el billete de bus o el combustible del coche, los menús diarios y las bebidas, además de las compras pequeñas y diarias en comercios cercanos a la oficina, son las fuentes de gastos más habituales en el trabajo y que pueden descuadrar el presupuesto de la persona con empleo. Pero reducir esta “sangría” es fácil si se aplican unas sencillas estrategias de ahorro, como las que se indican en el siguiente artículo.
Medidas para ahorrar al trabajar
Para ahorrar el gasto diario que supone comer fuera de casa por el trabajo, se puede llevar la comida en un táper y comer en la empresaEl paro bajó en agosto y se sitúa en 4.698.783 personas, pero volver al trabajo tras las vacaciones es un lujo aún para muchos. Y además, es una fuente de gastos: el transporte, las comidas, las bebidas refrescantes y las visitas a los comercios más próximos en los periodos de descanso hacen que se dispare el presupuesto y pueden suponer para el trabajador que llegue a fin de mes con dificultades.
Para evitarlo, basta con seguir ciertas estrategias que pueden ponerse en práctica desde el momento en que se sale por la puerta de casa hasta el regreso.
Minimizar los costes de transporte:
Si el lugar del puesto de trabajo está cerca del domicilio, se puede aprovechar esta circunstancia para desplazarse todos los días a pie. Caminar es sano y permite, además, quemar calorías y despejarse antes de empezar la jornada laboral.
En los casos en que la empresa esté más alejada del hogar, se puede contactar con alguno o varios vecinos que trabajen en la misma zona e ir juntos, pagar los gastos entre todos o cada semana llevar uno su vehículo, o bien se puede recurrir al intercambio de coches.
Otra alternativa es utilizar los abonos de los transportes públicos, que pueden reducir el precio de cada trayecto en más del 20%, en algunos casos.
Suprimir los pequeños gastos:
Es común tener un periodo de descanso por las mañanas, en torno a media hora, que se suele dedicar a tomar un café o refresco en algún establecimiento cercano al trabajo, o en la cafetería de la empresa. Se puede abandonar este hábito, y tomar el café en alguna máquina expendedora de estas bebidas, lo que reduce el gasto en cerca de un 50%.
O incluso se pueden suprimir estas visitas, y dedicar este tiempo a gestiones administrativas y bancarias o a la lectura de un buen libro, algo que ayudará a mantener la mente despejada y desconectar unos minutos de las labores profesionales.
Desayunar en casa:
Se pueden aprovechar los días laborables para levantarse unos minutos antes y desayunar en casa, con toda o parte de la familia. Será un momento para estar reunidos todos alrededor de la mesa y, además, eliminar los gastos que genera desayunar todos los días fuera.
Llevarse la comida al trabajo:
Si se tiene la jornada partida, y no hay tiempo suficiente para ir a comer a casa, el almuerzo es un gasto diario que sumar. Para que esta hora no suponga un desembolso excesivo, se puede llevar un táper y comer en la oficina. De no ser así, en última instancia siempre se puede recurrir a un menú económico, que ronda los 10 euros.
Preparar un pequeño botiquín:
Se puede tener en el puesto de trabajo los principales medicamentos (aspirinas, antitérmicos, tiritas, etc.) para paliar cualquier eventualidad o pequeño problema de salud, como un resfriado, tos, diarrea… y evitar así tener que ir a la farmacia a por medicamentos. Además, es probable que la empresa disponga de servicios médicos y del oportuno botiquín en sus instalaciones. De no ser el caso, no estaría de más guardar las medicinas en algún cajón, y a la temperatura indicada.
Aprovechar el descanso a media mañana para hacer compras. En muchos casos son compulsivas o sin ningún motivo, y se realizan para pasar estos minutos de pausa, incluso con el empleo de tarjeta.
Uso frecuente e irracional del servicio de taxi, ya que supone un gasto innecesario. Solo debe demandarse su servicio en momentos puntuales y exigidos por un motivo de urgencia (llegar tarde al trabajo, pérdida de conexiones, aviso de algún acontecimiento grave, etc.).
Comer en el restaurante a la carta. Se puede comer muy bien y a precios asequibles, sin tener que recurrir a este sistema (menú del día, platos combinados, etc.).
Visitar la cafetería en todo momento: antes y después de trabajar, en los descansos… ¿Se necesita de verdad? Casi con toda seguridad, sobran la mitad de las visitas.