El perro de Pavlov no deja de fascinar a los científicos. Este sencillo experimento de finales del siglo XIX tiene muchas claves para entender cómo aprenden los perros. Un grupo de científicos ha logrado crear un perro de Pavlov electrónico, con ayuda de la nanotecnología. ¿Su objetivo? Descubrir cómo actúa la mente del can. En este artículo se explica cómo es este perro de Pavlov robótico y se plantea la siguiente pregunta: ¿una máquina puede copiar el cerebro del can?
El perro de Pavlov convertido en robot
El perro escucha el sonido de una campanilla y comienza a salivar. El can ha aprendido que tras el soniquete tendrá una recompensa en forma de comida. Este sencillo descubrimiento es la base de la teoría del reflejo condicionado de Iván Pavlov. El sonido desencadena un mecanismo neuronal canino que puede ser utilizado para enseñar al perro. Así nació, el famoso perro de Pavlov, ya a finales del XIX.El perro de Pavlov ayuda a comprender cómo aprenden los canes -al menos, en parte- algunas pautas sencillas con el refuerzo de premios comestibles: desde aprender a sentarse cuando se les indica hasta a acudir a la llamada del dueño durante las salidas al aire libre.
El perro de Pavlov electrónico reconstruye el proceso de aprendizaje del can con nanotecnología
Este proceso de aprendizaje canino, aunque en apariencia sencillo, aún intriga a los científicos. Un equipo de investigadores alemanes incluso ha construido un sofisticado perro de Pavlov electrónico: un robot que permite entender cómo aprende el can de Pavlov y, por tanto, cómo funciona la inteligencia del can.
El equipo científico, formado por especialistas en nanotecnología y neurobiólogos, ha reconstruido el proceso de aprendizaje del perro utilizando circuitos electrónicos. Los resultados de su hallazgo han sido publicados en la revista científica ‘Advanced Functional Materials’.
¿Cómo funciona el perro de Pavlov electrónico?
Este can de Pavlov electrónico está formado por estructuras tan pequeñas como moléculas, materiales que no superan los cien nanómetros de tamaño y otras nanopartículas imposibles de distinguir por el ojo humano.
El perro de Pavlov robótico memoriza que tras la campana llega un premio en forma de comida
El funcionamiento de este perro de Pavlov en versión robótica es, en principio, sencillo: existen dos impulsos electrónicos (comida y el sonido de una campana) conectados entre sí. Cuando el estímulo comida alcanza un determinado nivel umbral, el robot es capaz de liberar una tercera señal: saliva.
Por el contrario, cuando el estímulo no es tan intenso para el robot canino, la señal de salivar no se enciende: el perro de Pavlov electrónico permanece inmutable ante la llamada de la comida.
Además, mediante algoritmos más o menos complejos, el perro electrónico aprende a salivar incluso cuando no hay comida. Es decir, recuerda que tras el sonido de la campana llegará la comida, aunque la vianda no esté. Un hito, dicen los expertos, para entender cómo funciona la memoria canina.
¿Una máquina puede copiar el cerebro del perro?
Pero, ¿puede un circuito electrónico imitar el proceso de aprendizaje de un animal tan complejo como el perro? Los ordenadores basan su funcionamiento en resolver problemas matemáticos más o menos complejos. ¿Esto significa que una máquina puede imitar por completo el complejo mecanismo de la inteligencia canina? Los científicos admiten que no.
«El cerebro del perro supera al más potente de los ordenadores digitales cuando se trata de áreas cognitivas o relacionadas con el aprendizaje», asegura el equipo de investigadores encabezados por Thorsten Bartsch.
El hallazgo del perro de Pavlov es de finales del siglo XIX. Sin embargo, aunque simple, no ha dejado de fascinar a científicos y amantes de los animales. Esta reacción canina es la misma que utilizan los educadores caninos en positivo en sus ejercicios con instrumentos como el clicker con perros.
El clicker, que emite un sonoro clic cuando se presiona con las manos, se usa junto con varios premios comestibles. Su funcionamiento en el aprendizaje positivo con perros es el mismo que el utilizado por el ruso Iván Pavlov. Los perros salivan cuando escuchan el clic porque esperan recibir su premio.
Esta asociación suele utilizarse para enseñar al can y a los cachorros pautas de comportamiento básicas.