El cáncer comprende más de 200 enfermedades distintas e, incluso, dentro de los diferentes tipos es posible diferenciar muchas clases de tumores con distintos “apellidos”. Así, el 25% de todos los tumores mamarios responden a tratamientos hormonales (son hormonosensibles), en los que se han producido importantes avances en los últimos años. Gracias a ellos, se puede hablar de largos supervivientes del cáncer de mama, que es el tipo de tumor más frecuente entre las mujeres de todo el mundo, donde cada año se contabilizan más de un millón de nuevos casos y 400.000 muertes, según datos de GLOBOCAN 2008. En este artículo se explica cómo este nuevo panorama ha hecho aflorar nuevas necesidades médicas.
La supervivencia del cáncer de mama cada vez se dilata más. «Es probable que, en pacientes diagnosticadas en estadios iniciales, hoy en día la supervivencia esté por encima del 90%. En España, en los últimos cinco años, se ha diagnosticado a más de 90.000 mujeres. En este momento, la incidencia (aparición de nuevos casos) es de 22.000 casos al año, de los cuales fallecen 6.000 anualmente. Esto significa que cada vez hay más mujeres que sobreviven; de hecho, la mortalidad por cáncer de mama ha descendido en una década a razón de un 2% anual, que corresponde a un 20% en diez años», explica José Enrique Alés, co-coordinador del grupo de epidemiología y quimioterapia del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM).
Supervivencia en cáncer de mama: nuevos retos
Al prolongarse la supervivencia al cáncer de mama, han aflorado nuevas necesidades derivadas de su tratamiento
Al prolongarse la supervivencia, han aflorado nuevas necesidades derivadas de su tratamiento, como el desarrollo de osteoporosis, dolores articulares, deterioro cognitivo, fatiga crónica, deterioro sexual, infertilidad y algunas dolencias cardiacas que pueden afectar a la calidad de vida, según información del GEICAM, difundida con motivo de la 6ª Revisión Anual de GEICAM/RAGMA 2013, y de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA).
Además, muchas de las supervivientes están vivas gracias a que siguen con el tratamiento. Pero «conforme a la situación actual del Sistema Nacional de Salud (SNS), nos preocupa la financiación presente y futura y que los recortes del gasto se vuelvan en contra de los servicios y prestaciones sanitarias que necesitamos», afirma Josefa Madrid, representante de FECMA. Se teme que los avances farmacológicos para los tumores hormonodependientes (HER2+) tarden en incorporarse en la cartera de prestaciones sanitarias, así como la sustitución de fármacos de marca por genéricos (medicamentos bioequivalentes a los de marca, pero más baratos) y que se demoren los intervalos entre revisiones, lo que podría llevar a un retraso diagnóstico de segundos tumores o metástasis, según información de Madrid.
Al respecto, José Enrique Alés afirma que «en cuanto al acceso a las medicaciones nuevas, hay que reconocer que la sanidad se encuentra en una situación de dificultad económica. Pero todos los agentes implicados deben hacer un esfuerzo para que estas medicaciones tengan precios asequibles y sean accesibles. En la actualidad, su acceso varía según el hospital, la ciudad y la comunidad autónoma. La disparidad de criterios de gestión y racionalización del gasto responde a que las competencias de sanidad están transferidas a las autonomías, lo que conduce a que las pacientes de cáncer de mama no tengan un acceso a la medicación de forma homogénea».
Respecto a los medicamentos genéricos, Alés comenta que «en oncología ya están en un techo de uso. No nos preocupa el uso de genéricos, sino saber quién fabrica qué. No todos los medicamentos genéricos son iguales, su calidad es distinta. Las pacientes nos traen cajas en las que es imposible reconocer al fabricante o si han pasado por un control de calidad adecuado. Por lo tanto, los genéricos sí se pueden utilizar en oncología, pero con una inspección y selección de los fabricantes más adecuados, que ofrezcan fiabilidad y que tengan una trayectoria».
Hoy en día, la atención sanitaria a las supervivientes de un cáncer está centrada en detectar la recaída o recurrencia de la enfermedad de manera precoz. Pero la preocupación de las mujeres abarca más aspectos, como los efectos adversos de los tratamientos, entre los cuales figuran el linfedema y la infertilidad, por lo que FECMA reclama que se tipifique la supervivencia como un ámbito de actuación más en la atención sanitaria. Estas necesidades también sido expresadas por las propias pacientes a través de un estudio cualitativo realizado por esta federación.
Según este informe, además de necesidades médicas, las supervivientes de un cáncer de mama a largo plazo tienen problemas emocionales y psicológicos, por alteraciones de la autoimagen, el miedo y la ansiedad que les causa una mayor percepción de riesgo de recaída frente a las mujeres que nunca han padecido un cáncer; necesidades de información y educación sanitaria, para sobrellevar los efectos adversos de los tratamientos, así como conocer las claves del autocuidado para gozar de la máxima salud posible; y problemas de discriminación socioeconómica y laboral, pues muchas no consiguen reintegrarse al mundo laboral, donde deberían articularse fórmulas de flexibilización para hacer posible su retorno. “Desde que una paciente es diagnosticada, se la interviene, recibe y termina su tratamiento, transcurre un año. Esta enfermedad no las inhabilita para volver a trabajar. El 90% de estas mujeres -salvo que padezcan un linfedema u otro problema muy acentuado- podrían volver a su puesto laboral, pero para muchas resulta difícil, por no decir imposible, y otras son víctimas de mobbing o acoso laboral“, explica Josefa Madrid, de FECMA.