El daño cerebral debido a un ictus o infarto cerebral se puede reducir o mejorar colocando sobre una plataforma en movimiento al individuo afectado. Éste es el principio terapéutico que ha probado un grupo español en ratas a las que ha provocado uno de estos accidentes cerebrovasculares. El esperanzador experimento, fruto del trabajo conjunto de un equipo del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja, CIBIR, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se ha publicado este año en “Neuroscience”. Ahora se quiere probar en pacientes humanos que hayan sufrido un ictus. En el mercado ya hay una cama patentada que permitiría aplicarlo, pero antes quedan muchas preguntas pendientes de resolver, comenta en esta entrevista el líder de la investigación, Alfredo Martínez, jefe del grupo del Área Oncológica del CIBIR.
Un grupo científico de Perinatología del Hospital Mount Sinaí, de Miami, había observado que cuando los recién nacidos se mostraban nerviosos y la enfermera los acunaba se tranquilizaban. ¿A qué se debía? ¿Al calor humano? ¿Al movimiento? Para averiguarlo montaron una plataforma oscilante sobre la que pusieron un cerdito, de modo que se acunaba a la cría hacia delante y hacia atrás con una frecuencia concreta. Observaron que ciertos parámetros cardiovasculares mejoraban: la hipertensión bajaba, la sangre se enriquecía de sustancias beneficiosas, como el óxido nítrico y el activador tisular del plasminógeno (tPA). Esta observación se publicó y, a partir de ahí, decidí estudiar el movimiento en animales para resolver el problema del ictus.
Utilizamos ratas, a las cuales generamos un ictus en el mismo lugar y con la misma amplitud, y las dividimos en dos grupos. A las ratas de uno de los grupos las dejamos quietas y a las del otro grupo las pusimos en una plataforma que oscilaba. Tras cierto periodo de tiempo, observamos qué había sucedido con los animales y lo medimos de varias formas, entre ellas con la resonancia magnética, para ver el volumen del infarto cerebral en los animales “agitados” y los estáticos.
Se produce inmediatamente en el cerebro al inyectar una sustancia que es muy vasoconstrictora en el endotelio vascular (capa que recubre el interior de todos los vasos sanguíneos). Y, seguido, ponemos a las ratas en movimiento.
Sí. Esto es debido a que, durante las primeras horas después del ictus o infarto cerebral, el cerebro es muy vulnerable y, si se deja sin riego sanguíneo mucho tiempo, si no se actúa rápido y se instaura el tratamiento adecuado, mueren neuronas: cuantas más horas pasan más neuronas quedan destruidas. En cambio, la aplicación inmediata de movimiento ofrece la posibilidad de que se produzcan fenómenos de vasodilatación y angiogénesis (creación de nuevos vasos sanguíneos) hacia la periferia del infarto y desde ésta hacia la zona del infarto. De esta forma, puede haber más reacción y una mayor recuperación tanto del paciente como, en este caso, del animal. Al mover las ratas, las células endoteliales secretan a la sangre sustancias vasodilatadoras, angiogénicas y antitrombóticas (que evitan la formación de trombos), que ayudan a reaccionar a los pacientes (en nuestro caso animales de experimentación, insisto) que han sufrido este tipo de problema.
“El mecanismo de acción del movimiento de agitación es el mismo que el del ejercicio físico moderado que aconsejan los médicos”
Esta metodología no tiene efectos secundarios para los pacientes, ya que consiste en ponerlos en una cama que se desplaza hacia delante y hacia atrás. Y, además, se podría aplicar en combinación con otro tratamiento del ictus, sobre todo en pacientes con trombólisis intravenosa, terapia para reestablecer el flujo sanguíneo cerebral, cuyo objetivo es que no se formen coágulos que obstruyan en el flujo de sangre. Además es barato, porque sólo se necesita colocar la persona afectada en una cama en movimiento. Este sistema sería de mucha utilidad sobre todo para países en desarrollo, donde las dos terceras partes de las muertes ocurren por isquemia cerebral. En estos países, en África o América, no se pueden permitir ni los tratamientos antitrombóticos que son muy caros.
Eso es. Es muy importante que sea de inmediato o dentro de una actuación relativamente corta, de entre tres y seis horas después del infarto cerebral. Ésta es la ventana terapéutica ideal para la administración de trombólisis intravenosa (fármacos antitrombóticos), y también lo sería -si se confirman sus beneficios en humanos- para aplicar este tipo de intervención basada en el movimiento más la medicación habitual.
Ya estamos en ello. Hemos diseñado un estudio para someterlo al comité ético del Hospital de San Pedro, de La Rioja, a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y a las autoridades sanitarias. Estamos gestionando con el Área de Neurología del hospital para probarlo en pacientes en unos meses.
Sí, ya hay una compañía americana que tiene la patente y que colabora con el grupo de Miami. Es una cama que reúne las características que permiten el movimiento y, si se demostrara su beneficio para pacientes con ictus, la FDA (Food and Drugs Administration) estadounidense y las agencias europeas de medicamentos facilitarían mucho su autorización.
Sí, el mecanismo de acción del movimiento de agitación es el mismo que el del ejercicio físico moderado que aconsejan los médicos, como ir media hora de paseo, nadar o jugar al golf, ya que provoca en los vasos sanguíneos cierta turbulencia de la sangre. Con el ejercicio y mediante los mismos mecanismos, las células endoteliales secretan sustancias beneficiosas. De hecho, estas camas se han colocado ya en los spa y los gimnasios para suplir, en personas que tienen ciertas dificultades, la práctica de ejercicio físico diario. Además, existe una relación muy clara entre inactividad e infarto, ya sea cerebral o cardiaco. La actividad y el ejercicio físico sí que están reconocidos como una medida preventiva de los problemas cardiovasculares.
De momento, se ha empezado a aplicar en el área cardiovascular y se está observando que el movimiento periódico, en camas y plataformas, es de bastante ayuda. Su aplicación en la parte nerviosa está comenzando ahora. En el caso del ictus, en modelo animal, los resultados han sido espectaculares. No descartamos que pueda funcionar en otras enfermedades neurológicas. Además, al ser inocuo, probarlo no va a ser un problema en pacientes y voluntarios.
Antes tendríamos que estudiar bien la biología de las enfermedades nerviosas y conocer qué sustancias se secretan a la sangre por este tipo de movimiento, discernir en cuáles puede resultar más beneficioso. Sin embargo, podemos pensar en la enfermedad de Alzheimer o la de Parkinson, en casos en que el paciente tenga un movimiento más reducido, y ver si una terapia de este tipo puede mejorar su calidad de vida, si es beneficiosa o ralentiza el proceso.
En el caso de que la investigación lo señale como efectivo en humanos, debería aplicarse dos horas seguidas en aquellos pacientes que acaben de sufrir un ictus, pero en el de la enfermedad de Alzheimer quizás debería aplicarse tres veces por semana, durante media hora, si viéramos que mejorara sus parámetros biológicos.
El uso de una plataforma que agite o mueva a los pacientes para tratar el ictus no se ha introducido en la práctica clínica de forma rutinaria. Por ahora, éste es sólo un experimento hecho en ratas, insiste Alfredo Martínez. Y su aplicación en ese sentido depende de que se realicen con éxito diversos ensayos clínicos en humanos. “Es posible que en animales funcione y que en humanos nos llevemos una sorpresa”, afirma. Sin embargo, sí se ha empleado para llevar a cabo la resucitación cardiopulmonar (RCP) para salvar la vida de personas que hayan sufrido un infarto agudo de miocardio.
Así, en lugar de someter a un paciente en coma a un masaje cardiaco, se le coloca sobre una cama en movimiento y, según Martínez, se logra el mismo resultado. “Tiene exactamente los mismos beneficios”, asegura este especialista. De hecho, este hallazgo, también “muy curioso”, corresponde al mismo grupo del Hospital Mount Sinaí e Instituto del Corazón, de Miami (EE.UU.), que descubrió que el movimiento con cierta cadencia mejora los parámetros biológicos en los niños recién nacidos. El centro Mount Sinaí es de referencia internacional en medicina cardiovascular.