El mensaje a la población de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT) es claro: “La tiroides también existe y hay que vigilarla”. Así lo explica Cristina Chamorro, presidenta de esta organización y secretaria de la Asociación de Pacientes con Tumores Raros en España (APTURE), puesto que una pequeña parte de los casos de cáncer de esta glándula corresponde a neoplasias raras. No obstante, la mayoría de ellos, como el carcinoma diferenciado, tienen muy buen pronóstico. Chamorro expone cuál es la situación epidemiológica y clínica de esta enfermedad en nuestro país y reclama mejoras en la información y la atención que se brinda a los pacientes.
Cada año se declaran cerca de 3.000 nuevos casos que requieren cirugía. Este dato se tiene en cuenta en el momento de la cirugía porque son casos de tratamiento largo.
Hay distintas teorías. Una de ellas apunta a la mejora de las técnicas de diagnóstico por la imagen y de captación de la evolución de los nódulos. Otra teoría es que los casos de una patología como la disfunción de tiroides han aumentado mucho por el estilo de vida actual y el consumo de ciertos alimentos, entre otras muchas variables.
“Se cree que el cáncer de tiroides y sus disfunciones despuntarán en la próxima década”
Sí, y esta circunstancia constituye una preocupación. En la última década casi se ha duplicado el número de personas afectadas a las que hay que atender. Respecto a la década de los sesenta o setenta se ha multiplicado de forma exponencial. Se cree que el cáncer de tiroides y sus disfunciones despuntarán en la próxima década.
Es más común en mujeres, ya que es el séptimo cáncer más frecuente. En los hombres es más raro.
“Hay que palparse la tiroides y en cualquier zona del cuello en busca de nódulos”
El signo físico más evidente y por el que hay que ir al médico es detectar un nódulo en la zona de la glándula. Esta se localiza en la mitad del cuello, en la parte anterior de la garganta, en la nuez, y tiene forma de mariposa. Pero es la gran olvidada. Siempre se invita a palparse las mamas en busca de un nódulo y, en cambio, no hay recomendaciones respecto a esta glándula. Sin embargo, hay que tocar la tiroides, así como cualquier zona del cuello, porque a menudo también hay ganglios afectados (metástasis ganglionares). Es una zona muy delicada por la que pasan muchos ganglios y nervios, así que, según donde esté ubicado el tumor, este provocará distintos síntomas: ronquera, dolor de oído, dificultad al tragar o al respirar, cosquilleo en la garganta, molestias en la mandíbula o dolor en el cuello. Insisto, es muy importante tocarse de vez en cuando la zona en cuestión y acudir al médico de cabecera para que la revise y, ante cualquier otro síntoma, derive al endocrino.
A mí nunca me lo habían hecho. Hay protocolos bien establecidos para la prevención de determinadas patologías, como la neoplasia de mama, pero no en aquellas que afectan a la tiroides. Desde la Asociación Española de Cáncer de Tiroides pedimos que se adquiera la costumbre de incorporar la palpación del cuello y una ecografía en las pautas médicas.
Afecta a todas las edades. Se recomienda que a partir de los 30-35 años se empiecen las revisiones. Pero, al revés de lo que sucede con otros tumores, hay cánceres de tiroides que son más peligrosos a partir de los 50 años y el pronóstico es mucho peor.
“La AECAT pide que se adquiera la costumbre de incorporar la palpación del cuello y una ecografía en las pautas médicas”
Porque se descubre un nódulo. A pesar de que la mayoría de nódulos no son cancerígenos, un porcentaje muy bajo de los nódulos sí lo son, alrededor del 5%. Pero es necesario estudiarlos bien porque muchas disfunciones tiroideas ocultas en la población, como el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, los nódulos o los bocios, implican un desgaste personal importante.
Sí, desde AECAT lanzamos el mensaje de que “la tiroides también existe y hay que vigilársela”. Puede haber personas que estén intentando tener hijos sin éxito y la causa sea un hipotiroidismo, aunque a nadie se le haya ocurrido hacer las pruebas que detectan una disfunción. Las afectadas suelen tener sobrepeso, el pelo más fino y acusan el cansancio. En cualquier caso, descubrir un nódulo puede ayudar a detectar un cáncer de manera precoz.
Depende. Cuando una persona se descubre un nódulo, acude al médico, que le puede realizar una analítica de sangre y una ecografía PAAF (Punción Aspiración con Aguja Fina), que consiste en pinchar para detectar la presencia de tiroglobulina. Después se efectúa una biopsia, que determinará si es benigno o maligno. En este último caso, se hace un seguimiento.
El tratamiento depende de la evolución. Si es un tumor muy pequeño pero muy activo, se opera rápidamente. A veces sucede que solo una pequeña parte maligniza y el PAAF se realiza en una zona libre de células cancerígenas. Esta situación provoca que pase más tiempo hasta tener el diagnóstico certero.
“La supervivencia y el porcentaje de éxito dependen de las características celulares y de la edad del paciente”
En general, el pronóstico en el cáncer y las disfunciones de esta glándula es muy bueno. Entre los casos de poco riesgo figuran los carcinomas encapsulados, pero la supervivencia y el porcentaje de éxito dependen siempre de las características celulares y de la edad del paciente. A menudo, se sitúa entre el 70% y el 98%. Sin embargo, hay un tipo de cáncer de tiroides (no disfunciones) que solo tiene un 14% de supervivencia pero, por fortuna, son muy raros. El mensaje que me gustaría lanzar es que la mayoría tienen un buen pronóstico, aunque haya que vigilarlos de cerca, porque algunos pueden reproducirse y expandirse a distancia, hasta formar metástasis en huesos o en pulmones.
Hay un protocolo sobre cómo se debe tratar cada tipo de cáncer de tiroides. El más frecuente es el carcinoma diferenciado o CDT, que incluye los tipos papilar o folicular y representa el 80% de los casos. En este, se realiza una cirugía para extirpar todo el tejido cancerígeno que se pueda y después, se efectúa una biopsia. Al ser numerosas las probabilidades de metástasis, se lleva a cabo una ablación con yodo radiactivo antes de 6 meses: se administra una pastilla y se deja al paciente en una cámara especial de aislamiento, explica Cristina Chamorro.
Las células que forman el tumor se parecen mucho a las células tiroideas normales o sanas, las únicas de todo el organismo que captan yodo para sintetizar las hormonas tiroideas. Por eso, cuando se desarrolla un CDT, si las células tumorales aún captan yodo, es posible administrar la forma radiactiva para destruirlas, ya que lo absorben y se eliminan. Gracias a esta opción terapéutica, a menudo tiene muy buen pronóstico, según información de Chamorro. Sin embargo, no todos se comportan de la misma forma. “El peligro del carcinoma de tiroides, si está muy avanzado, es que las células cancerosas hayan cambiado y no capten el yodo. En ese caso, el pronóstico es peor”, precisa.
Después, se realiza un seguimiento con analíticas y pruebas de diagnóstico por la imagen en las que, si se valora que quedan células cancerígenas, se puede administrar yodo radiactivo en una dosis menor. “Hay otro tipo, como el cáncer no diferenciado de tiroides, que no capta el yodo y no se utiliza el mismo tratamiento. En su lugar, se recurre más a procedimientos de quimioterapia o radioterapia genéricos. Por fortuna, están en estudio nuevas moléculas que pueden suponer una gran mejora en su tratamiento”, avanza Chamorro.