La tuberculosis es una enfermedad infecciosa infradiagnosticada y, a menudo, olvidada. Excepto hoy, 24 de marzo, cuando se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis. Este año el lema escogido para su conmemoración es “Para que nuestra generación elimine la tuberculosis”, lo que supone un gran desafío, puesto que un tercio de la población mundial está infectado por el bacilo de Koch, el microorganismo causante de la mayoría de los casos. En este artículo se describe cuál es el impacto de la tuberculosis en los diferentes países, quienes son los más vulnerables a la infección y cómo se diagnostica y trata.
La tuberculosis es una enfermedad bacteriana infecciosa que afecta al 30% de la población de todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hoy, 24 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis, organizado por La Alianza Mundial Alto a la Tuberculosis, una red de asociaciones y organizaciones que luchan contra esta enfermedad transmisible.
La elección de esta fecha no es casual, puesto que, el 24 de marzo de 1882, el doctor Robert Koch identificó el microorganismo causante de la mayoría de casos de tuberculosis, el Mycobacterium tuberculosis, también conocido como bacilo de Koch. En esta ocasión, la jornada de sensibilización tiene por lema «Para que nuestra generación elimine la tuberculosis».
Impacto de la tuberculosis
Conocer el impacto de esta infección es difícil, ya que hay muchos casos sin diagnosticar y es habitual que se notifiquen menos de los existentes. No obstante, se sabe que la infección tuberculosa tiene una presencia desigual en distintos territorios, que es más común en las grandes ciudades y, dentro de estas, en los barrios más desfavorecidos.
Prueba de ello es que en Londres la incidencia es de 44 casos nuevos al año por 100.000 habitantes, mientras que en el resto de Gran Bretaña es de 10 casos por 100.000 habitantes, según se comunicó en un congreso de grandes ciudades y tuberculosis celebrado en Londres en 2011.
En España, la incidencia de tuberculosis es de 15 casos nuevos al año por cada 100.000 habitantesEn España, la incidencia también sigue este patrón variable. Se sitúa en torno a 15 casos nuevos al año por cada 100.000 habitantes, pero es mayor en zonas como la comunidad de Galicia, que históricamente ha tenido una incidencia más alta, de 30 casos nuevos al año por cada 100.000 habitantes, o en la ciudad de Barcelona, con una incidencia de 21 casos por 100.000 habitantes.
Personas vulnerables a la tuberculosis
«Es una enfermedad que se transmite por vía respiratoria y que puede contraer cualquiera, en el metro o mientras pasea, aunque a nivel mundial afecta más a los países más asolados y los barrios más empobrecidos de las grandes ciudades, donde la incidencia puede ser del doble. Los más vulnerables al contagio son quienes tienen más factores de riesgo social, como la indigencia, el alcoholismo, la drogadicción o el VIH«, expone Joan Caylà, responsable de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), coordinador de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (UITB) y del Programa Integrado de Investigación en Tuberculosis de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Hoy por hoy, muchas de las personas inmigrantes que viven en malas condiciones y, por lo tanto, que son más vulnerables a la infección, retornan a sus países debido a la crisis económica. Los casos entre inmigrantes no provenían necesariamente de sus países, sino que la contraían al llegar a España, por vivir en condiciones insalubres, en pisos patera, hacinados y con el estrés crónico característico de quienes proceden de otro lugar.
La nueva regulación sanitaria española que ha privado del acceso a la tarjeta sanitaria a las personas en situación irregular es inapropiada desde el punto de vista de la salud pública para controlar enfermedades infecciosas como la tuberculosis, porque la falta de control puede aumentar los contagios tanto en población inmigrante como en la autóctona, que también está en una situación cada vez más precaria, informa Caylà.
Tuberculosis: diagnóstico para evitar contagios
Cualquiera que sufra tos, expectoración con sangre y fiebre durante más de dos semanas debe acudir al médico. Este le realizará una exploración clínica y las pruebas complementarias que considere necesarias, como una radiografía del tórax, para diagnosticar la tuberculosis pulmonar; una baciloscopia del esputo, donde se puede observar si hay bacilos en el esputo; un análisis de sangre; y una prueba de tuberculina, para diagnosticar la tuberculosis latente, entre otros.
Después de diagnosticar a un individuo, se estudia a sus posibles contactos para detectar otros afectados y evitar los brotes epidémicos, ya que quienes tienen una tuberculosis latente pueden contagiar a muchas personas, mientras no se les diagnostique.
El tratamiento estándar actual de la tuberculosis dura seis meses y consiste en administrar cuatro fármacos los primeros dos meses y dos fármacos cuatro meses más. Pero si el afectado desarrolla resistencias al tratamiento, este puede alargarse un año o dos años.
En España hay pocos casos de tuberculosis resistente, frente a lo que sucede en otros países como los del este de Europa, Bolivia o Perú, que tienen más.
Cuando se cree que un enfermo, debido a sus condiciones de vida, no seguirá el tratamiento, se desplaza a un profesional sanitario para que se lo administre. Es lo que se denomina Tratamiento Directamente Observado (TDO).
Los fármacos que componen el tratamiento estándar de la tuberculosis son los mismos que hace 40 años, lo que denota que se ha investigado poco en esta enfermedad, aunque funcionan bien y, si el paciente lo cumple de forma correcta, se cura. Hoy en día, se estudian formas de simplificar y reducir la duración de los tratamientos antituberculosos, así como en vacunas. Una de ellas, la Ruti®, diseñada por el Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, y la empresa Archivel Farma, está aún en investigación.