En verano no hay más hongos, sino más síntomas causados por estos. Los hongos viven como parásitos en el cuerpo humano y otros seres vivos. Son muy frecuentes en la población adulta durante todo el año, no solo es esta época. Lo que ocurre es que las condiciones como las temperaturas altas, la oclusión del calzado y el aumento del sudor o llevar el bañador húmedo durante horas hace que se manifiesten más síntomas. Hay 300 tipos distintos que pueden enfermar al hombre (si se incluye a los pacientes con las defensas muy bajas). La mayoría de las veces afectan a la piel, como las tiñas, las candidiasis y las pitiriasis. Ante cualquier lesión de la piel que no desaparece a los pocos días es conveniente consultar al dermatólogo, puesto que, si se trata de hongos, a menudo los tratamientos tópicos solos no sirven, advierte en esta entrevista Vicente Crespo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Carlos Haya, de Málaga, y presidente de la sección andaluza de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Desde que en 1969 se realizó una remodelación en el plano biológico, a los hongos se les adjudicó un reino aparte, dentro los seres vivos, que se dividen aproximadamente en cinco grandes reinos: los animales, las plantas, los hongos, los protozoos y las bacterias, virus y otros microorganismos. Antes de esta clasificación, hubo muchas otras que los incluían dentro del reino de las plantas, hasta que se les consideró un reino independiente, al ser formas de vida diferentes a las plantas y los animales. Al contrario que los vegetales, los hongos no tienen clorofila y no producen sus propios nutrientes, como las plantas, por lo que deben alimentarse de sustancias externas, como saprófitos (alimentándose de otros organismos muertos) o parasitando a otros seres vivos, sobre todo a las plantas, aunque también a los animales y, entre ellos, el hombre.
El número de especies descritas varía según quién lo mire, pero podríamos decir que hay más de 80.000 especies de hongos referidas, de los cuales 300 pueden enfermar al ser humano, cuando se cuenta a los enfermos inmunodeprimidos, que tienen las defensas muy bajas. Estos enfermos son proclives a contraer cualquier enfermedad, por lo que todos los años hay casos de infecciones oportunistas de pacientes que han pasado por un hospital y han sufrido una aspergillosis, infección por el hongo Aspergillus que entra por los aparatos de aire acondicionado y mata a pacientes graves, como los que sufren leucemia. No obstante, el Aspergillus está en el aire, lo respiramos de forma habitual y no tiene la capacidad de causar ningún daño si no se tienen las defensas muy mermadas. Por ello, hay que precisar que los hongos que de verdad pueden causar patologías a cualquier persona son unas 50 especies en total.
“Las candidiasis y las pitiriasis no se contagian, pero los hongos que causan las tiñas, sí”
Sí. Lo que ocurre es que hay unos cuantos hongos que solo se sitúan en zonas de América del sur, de Centroamérica y de EE.UU., área donde viven y se producen muchas infecciones. Son enfermedades que se solo estudiaban en los libros porque nadie las veía. Pero las más frecuentes son las que afectan a la piel y que están repartidas por igual por todo el planeta.
Hay tres tipos de micosis (del término griego mykes, que significa hongo) o infecciones causadas por hongos. El 99% de las micosis que se ven en las consultas de Dermatología son de tres tipos: el 70% son tiñas, el 20% candidiasis (causadas por la Candida albicans) y el 10% pitiriasis (pequeñas manchas blancas que surgen en el tronco, que se hacen más visibles en verano y que la población asocia a la playa). No obstante, estos porcentajes se basan en los casos que vemos en las consultas de Dermatología, pero desconocemos cuántos más pueden ver los pediatras o los médicos de atención primaria.
El grupo de las tiñas son micosis causadas por un grupo de hongos que viven en la tierra y se alimentan de restos de queratina: son queratinofílicos. Pero algunos de estos han desarrollado la capacidad de comerse la queratina no solo de la tierra, sino de otros seres vivos, por lo que parasitan a otros animales, como las aves y el hombre. Al comerse la queratina, se produce una reacción defensiva de la piel y los síntomas en los mamíferos, a la vista, son una especie de círculos rojos, molestias y picor. Pueden afectar a cualquier zona de la piel, porque la queratina está en toda su extensión.
“En la población adulta se producen las infecciones por hongos en las ingles, los pies y, a partir de los 40 años, en las uñas de los pies”
En los niños (de la población infantil y hasta la pubertad) se producen muchas infecciones del cuero cabelludo y de la piel, en general, mientras que son muy raras las infecciones de los pies, las uñas y las manos. En cambio, en la población adulta se producen las infecciones en las ingles, los pies y, a partir de los 40 años, en las uñas de los pies. Salvo de forma excepcional, en los adultos no se ven tiñas del cuero cabelludo y, en los niños, no se ven infecciones de las uñas. Según datos recogidos por la AEDV, estas últimas solo afectan al 0,3% del total de niños.
De lo que se trata es de hablar del contagio. Las levaduras Candidas, en principio, no se contagian. La Candida albicans forma parte de la flora normal del tubo digestivo y de la flora genital de los adultos. Cuando se producen alteraciones en su equilibrio, se produce una fase agresiva de la infección y surgen los síntomas, pero no hay un contagio, ya está ahí. Los hongos que producen las manchas (pitiriasis) también viven de forma habitual en la piel de los adultos sanos -prácticamente en la piel del 100% de los adultos en pequeñas cantidades-, pero ciertos cambios pueden alterarlos y hacer que se multipliquen en grandes cantidades.
Las candidiasis y las pitiriasis no se contagian, pero los hongos que causan las tiñas, sí. Las tiñas de los animales son las predominantes en la población infantil, ya que entre el 70% y el 80% de las infecciones fúngicas infantiles son de origen animal, sobre todo causadas por gatos, perros y roedores (conejitos, hámster, etcétera). La prevención de los contagios en este caso se fundamenta en localizar a los animales y tratarlos; esa es la única forma de prevenirlos. Hay también otros hongos que no provienen de los animales, sino exclusivos de la especie humana y que se transmiten entre personas; son contagiosos y son los que causan el 95% de las infecciones crónicas de pies y uñas en adultos.
“Entre el 70% y el 80% de las infecciones fúngicas infantiles son de origen animal”
Respecto a estos hongos que no tienen más reservorio que el hombre, hace años ya parecía que las infecciones que producían eran poco contagiosas y que había una predisposición a heredarlos. Ahora se ha visto que esta hipótesis tiene toda la razón de ser. A través de experimentos y estudios más sistemático parece que, efectivamente, obedece a esta regla. El pie de atleta es poco contagioso, porque en individuos de una misma familia que viven juntos, se ha visto que los hombres lo desarrollaban y las mujeres no. Y esto es porque se ha descubierto que hay personas que lo heredan y otras que no lo tenían ni lo tendrían nunca. Por lo tanto, no tiene mucho sentido pensar en el contagio. Las personas que tienen hongos, los tienen desde la infancia, con síntomas discretos que progresan de manera lenta y sus síntomas se manifiestan a partir de los 30, 40 años o más. De modo que, desde el punto de vista de la prevención, no hay mucho que hacer. Lo único que se puede hacer es detectarlos, tratar la infección, curarlos para erradicarlos y eliminar ese eslabón de la cadena epidemiológica.
Exacto, en absoluto hay más contagios por hongos en verano, pero sí hay más síntomas. Los casos que se producen de candidiasis vulvovaginal en las mujeres es por llevar el bañador húmedo todo el día, porque las Cándidas, que están ahí, proliferan por las condiciones de temperaturas altas y humedad, que favorecen el cultivo. Lo mismo ocurre con las pitiriasis o manchas en el tronco. El hongo vive en las personas afectadas desde tiempo inmemorial, pero al comenzar el verano empiezan a manifestarse las manchas, por una parte, porque el calor, el sudor y el efecto oclusivo de la ropa son condiciones perfectas para que prolifere y, por que la decoloración que provoca se hace visible por el contraste con la piel bronceada, mientras que en invierno no se ve. Y lo mismo ocurre con las infecciones por hongos entre los dedos de los pies, que han estado ‘dormidas’ todo el invierno, pero que en verano si se lleva calzado cerrado proliferan, dan más picor y más síntomas. Así que no hay más contagios, sino más síntomas.
En principio, ante cualquier lesión cutánea que no parezca clara, que se asemeje a una picadura, algo que no se cura en cuatro días y progrese, debe consultarse al dermatólogo, aunque también hay el escalón previo del médico de atención primaria o el pediatra, que también pueden decidir si saben tratar esa lesión o derivarla al especialista. Pero se puede afirmar que, por norma general, los hongos producen en la piel lesiones circulares, como si tuvieran un punto de inoculación y un aro más activo por el borde.
Sí, se puede conseguir. Desde los años 90, se dispone de tres antifúngicos muy eficaces hoy en día para curar casi todas las micosis superficiales, aunque siempre quedan fuera algunos casos aislados de resistencias, en los que se deben utilizar antifúngicos distintos, que ya no son para tratar la piel, sino una infección más importante. También hay una familia de antifúngicos (azoles) que sirven para tratar casi cualquier hongo y que se utilizan a nivel tópico (Canestén ®). Pero lo primero, antes de iniciar un tratamiento antifúngico, es que se ha de tener un diagnóstico correcto. No sé cuánto dinero se llega a gastar la población en antifúngicos que no sirven para nada o si se han estado tratando otro problema de piel que no esté causado por un hongo. Hay lesiones de la dermatitis atópica que son manchas blanquecinas, decoloradas, con una banda más roja en los niños, que pueden confundirse con hongos. Así que hay familias que llegan a gastar tubos de cualquier tratamiento tópico antifúngico que no les hacen daño, pero que no les habrán servido para nada.
Ante la tentación de algunos ciudadanos de ir a la farmacia y proveerse de un tratamiento antifúngico, Vicente Crespo advierte que “hay que acudir a un especialista que determine de qué tipo de lesión se trata y si está causada por hongos. En ese caso, se administra un tratamiento específico. No se pueden tratar solo con cremas ni champús las infecciones del cuero cabelludo, de las uñas de pies y manos o de toda la planta del pie”. Este especialista insiste que es imposible curar estas infecciones solo ‘por fuera’ y se requieren tratamientos por vía oral que, además, varían según del tipo de hongo que se trate.
“Además, no son cosa de dos días, sino que son terapias largas. El de la tiña del cuero cabelludo ronda los dos meses de tratamiento por vía oral y los de las infecciones fúngicas de las uñas duran entre tres y seis meses”, añade Crespo.