Los controles para evitar el fraude alimentario cada vez son mayores gracias a los avances tecnológicos que aparecen en el ámbito de la alimentación. Pese a ello, en ocasiones aparecen nuevos casos que afectan de manera negativa la confianza de los consumidores. Fruto de la necesidad de ganar esta confianza en la seguridad y calidad de los alimentos, la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo ha presentado un “proyecto de informe sobre la crisis alimentaria, el fraude en la cadena alimentaria y el control de los mismos”. El artículo explica cuáles son los casos más habituales y cómo dar apoyo legislativo a este problema para desempeñar un mayor control.
Cuando se habla de fraude alimentario se suelen emplear palabras como «sustitución»,»adulteración» o «manipulación». Según el informe del Parlamento Europeo, la lucha contra el fraude alimentario «es relativamente nueva» ya que «en el pasado nunca ha sido una prioridad clave de legislación y ejecución a nivel de la UE o nacional». Los europarlamentarios destacan la necesidad de aportar mayor información sobre qué es el fraude alimentario para poder hacerle frente, a través del intercambio de información entre países cuando se detecta algún caso. Los expertos plantean medidas como esta con la finalidad de frenar la tendencia al alza de este tipo de problemas.
Casos más habituales de fraude
Aceite de oliva, pescado o productos ecológicos son algunos alimentos con más riesgo de fraude alimentario
Sustituir ingredientes, etiquetar de forma incorrecta, vender alimentos convencionales como ecológicos o usar logotipos con un origen o calidad específicos en materia de bienestar animal son algunos de los casos más recientes detectados, según el informe. Por tanto, hablar de fraude alimentario podría definirse como «el incumplimiento de la legislación alimentaria o la inducción a error del consumidor, la intencionalidad, o el lucro económico». El mismo documento enumera los alimentos con más riesgo de fraude alimentario: aceite de oliva, pescado, productos ecológicos, cereales, miel, café, té, especias, vino, ciertos zumos de frutas y leche. El fraude alimentario suele ser un acto intencional para obtener beneficios, mientras que un incidente de seguridad alimentaria es un acto no intencionado.
Según el estudio Desarrollo y aplicación de una base de datos de alimentos. Fraude y adulteración por motivos económicos 1980-2010, publicado en Journal of Food Science en 2012, destinado a crear una base de datos de los incidentes reportados, puede hablarse de distintos tipos de fraude:
Sustitución: se sustituye total o parcialmente un alimento o ingrediente con otro menos caro. Un ejemplo sería el caso detectado en 2008 con la adición de melanina en la leche infantil en China. Dentro de este tipo de fraude también se incluirían las falsas declaraciones geográficas o de especies, así como la falsa declaración del origen de la materia prima o el proceso de producción usado.
Adición: se añade una sustancia para enmascarar ingredientes de calidad inferior sin informar al consumidor, por ejemplo para realzar el color, como el caso de la adición del coloranteSudan I en salsa aromatizantte en el Reino Unido detectado en 2005.
Eliminación: se elimina un componente auténtico y de calidad sin informar.
Apoyo legislativo en la lucha contra el fraude alimentario
Hasta el momento, y según el informe presentado hace unos días, no existe en la UE apoyo legislativo al fraude alimentario, es decir, la normativa comunitaria actual no tiene una definición concreta. Por ello, pide que se trabaje en el desarrollo de una descripción común para todos los Estados miembros que ayude a ampliar los controles, no solo en la seguridad de los alimentos, sino también en la prevención del fraude. Con esta medida, la UE contaría, como ya lo hace EE.UU., con una definición de alcance general. Hasta el momento, y tal como reconoce el informe, el Reglamento 178/2002 es el único que recoge algún apartado de prevención del fraude, cuando habla que el etiquetado «no deberá inducir a error a los consumidores». Es importante dar un especial énfasis al uso de materias primas y su control en todo el proceso y a lo largo de toda la cadena alimentaria.
Dentro de las propuestas para un mayor control del fraude alimentario, el Parlamento Europeo destaca también la gestión de la Oficina Alimentaria y Veterinaria, encargada de comprobar que se cumple con la legislación sobre la seguridad y calidad de los alimentos, la salud y bienestar de los animales y la fitosanidad; contribuir al diseño de la política europeo en materia de seguridad alimentaria y contribuir al desarrollo de sistemas de control eficaces. El informe pide que, a todas estas acciones, se incluya la del control del fraude alimentario a través de inspecciones sin preaviso.