A primera vista, los utensilios de cocina pueden tener un aspecto limpio y libre de cualquier agente infeccioso. Pero la contaminación puede producirse no solo a través de los alimentos, el agua o el contacto con personas infectadas, sino también con los útiles y equipos de cocina que no se limpian o desinfectan de manera eficiente después de cada uso. Entre todos ellos destacan los estropajos o esponjas. Algunos estudios sugieren que son los objetos más sucios de una cocina. De ahí la importancia de que se desinfecten y sustituyan con cierta periodicidad para reducir los riesgos de contaminación. Este artículo explica cómo reducir la contaminación en los estropajos y qué hacer con los trapos de cocina.
Las esponjas o estropajos de cocina, por lo general, se guardan al lado del fregadero, el lugar donde más microbios pueden acumularse, y por el hecho de permanecer húmedas, pueden servir de reservorio y vehículo de enfermedades transmitidas por alimentos. Las esponjas contaminadas con patógenos como Salmonella, Campylobacter o Staphylococcus aureus son capaces de transferirlos a superficies de acero inoxidable. Un estropajo que se ha usado durante más de dos o tres días puede albergar cientos de bacterias. Si se utiliza para limpiar una superficie, lo que se está haciendo es extender los patógenos a otras zonas. Las esponjas se usan para eliminar restos de alimentos que se adhieren a su superficie. Estos residuos, unidos a la humedad retenida por la esponja, ofrecen un entorno favorable para el crecimiento bacteriano.
Reducir la contaminación en esponjas
Los estropajos de cocina son un agente potencial de propagación de microorganismos patógenos
Los estropajos han sido reconocidos como un agente potencial de propagación de microorganismos. Varios estudios indican que bacterias como E. coli pueden sobrevivir en ellos durante horas o días. Debe tenerse en cuenta que una esponja de cocina maloliente es un signo seguro de que contiene bacterias. Así lo reconocían en un estudio realizado en 2014 expertos del Departamento de Microbiología y Patología de NYU Langone (Nueva York, EE.UU), según el cual «donde hay olor, hay gérmenes». Aunque no desaparecen al 100% los gérmenes que pueden encontrarse en un estropajo, hay varias maneras de reducir el riesgo de contaminación cruzada:
Desinfectar la esponja de forma periódica. Especialistas del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA) aseguran que si se calienta al microondas durante un minuto, se puede eliminar más del 99% de bacterias o mohos que puedan estar presentes. Otra de las formas más eficaces de desinfectar un estropajo es sumergirla de 10 a 30 segundos en una solución de cloro con agua, según el estudio estadounidense; de esta manera se matan los microbios que crecen en la esponja.
Incluso después de tan solo dos o tres usos, el estropajo ya puede estar lleno de bacterias. Por eso, si bien la limpieza diaria ayuda a reducir el riesgo de intoxicación por alimentos, debe considerarse también la sustitución con regularidad. Es importante lavar la esponja bien después, por ejemplo, de limpiar jugos de carne cruda. Puede lavarse en la lavadora.
Es importante conservarla en seco después de utilizarla. Si se deja en una encimera, tarda más en secarse y, por tanto, las bacterias se multiplican de manera más rápida. También es recomendable no dejarla en una zona cerrada, como un cubo y debajo del fregadero. Pero debe tenerse en cuenta que el secado por sí solo no mata los organismos patógenos, si antes no se ha desinfectado.
Puede emplearse un sistema de rotación de dos estropajos: tener uno limpio, seco y listo para usar, mientras se utiliza el otro.
Los restos de comida que puedan quedar en una esponja después de usarla deben retirarse.
En un estudio realizado por la NSF International, una organización de salud y seguridad pública independiente, se comprobó que los estropajos de cocina son uno de los lugares de una casa que más gérmenes alberga. Según sus datos, el 75% de las esponjas evaluadas dio positivo para las bacterias coliformes y el 18% tenía gérmenes estafilococos. Todo esto demuestra de nuevo que los estropajos proporcionan el ambiente perfecto para los patógenos, levaduras o mohos, ya que estos se aferran a sus pequeñas grietas húmedas, donde encuentran una constante fuente de «alimento».
Qué hacer con los trapos de cocina
Los trapos de cocina también pueden llenarse de bacterias. Como las esponjas, aunque en menor medida, los trapos proporcionan un ambiente cálido y húmedo para los patógenos. En un estudio realizado por expertos en virología de la Universidad de Londres (Reino Unido), lo aseguraba: «El 21% de los trapos de cocina visiblemente limpios en realidad contiene altos niveles de contaminación». No obstante, debido a que se secan con más rapidez que los estropajos, las bacterias son menos propensas a reproducirse.
Como constituyen una importante manera de estimular el crecimiento de microorganismos patógenos, los trapos de cocina deben limpiarse y desinfectarse de forma regular con agua caliente. Además, una de las formas para reducir el riesgo de contaminación es utilizar distintos trapos para hacer tareas diferentes. Si no se quiere lavarlos con frecuencia, lo conveniente es usar toallas de papel desechables de cocina; con esta opción es menos probable que se propaguen las bacterias de nuevo.