Llevarse la comida de casa para comer en la oficina no debe estar reñido con la nutrición ni con la seguridad. Pero esta práctica cada vez más extendida obliga a tener en consideración ciertos requisitos. Uno de ellos es asegurarse de que en el trabajo hay espacio y de que las condiciones de refrigeración (nevera) y calentamiento (microondas) son las adecuadas. Además, hay que tener mucha precaución con el transporte, que debe hacerse en envases adecuados. Y es que uno de los riesgos más comunes de llevarse la comida en un táper es la exposición a distintas temperaturas. Este artículo detalla cuáles son las cinco claves para un táper más seguro y qué material es más adecuado, si el plástico o el vidrio.
Llevar el cadena de frío. Así que si no se dispone de nevera, deben incluirse en el menú alimentos que aguanten bien los cambios de temperatura. Si se menosprecia la cadena de frío y la necesidad de mantenerla en cada una de las fases, se verá alterada la seguridad y calidad del alimento. De ahí que sea tan importante proteger este proceso, que ayuda a detener la actividad de los microorganismos.
También el envase es fundamental en la seguridad, sobre todo su capacidad térmica, que permite mantener los alimentos a la temperatura adecuada durante más tiempo y los protege de posibles contaminaciones. Estos envases son útiles sobre todo en alimentos más sensibles, como el yogur, que pueden estar un máximo de dos horas a temperatura ambiente.
Las cinco claves para un táper más seguro
En el momento de pensar qué alimentos preparar para llevarse a la oficina, lo más práctico es decantarse por los platos únicos que incluyen verdura, farináceos o legumbres y carne. Algunos de los alimentos más recomendados para llevar en el táper son sobre todo los hidratos de carbono porque no requieren un frío tan excesivo para conservarse. Así, las ensaladas de pasta, legumbres, arroz, pollo o patatas están entre los más utilizados. Aunque la presencia de vegetales debe contar con más atención, también son platos de cómoda conservación. Por el contrario, el huevo o el pescado es mejor evitarlos, porque resultan muy sensibles a la contaminación por patógenos.
Una manera de garantizar la seguridad de los platos es añadir un poco de limón, lo que permite bajar el recipientes en los que se pone la comida para llevar al trabajo son, en la mayoría de los casos, de plástico o de vidrio.
El plástico, si está homologado para uso alimentario, deberá indicar que lo es con la imagen de una cuchara y un tenedor. Este tipo de material no desprende partículas al alimento, aunque debe tenerse en cuenta que, con el tiempo, puede deteriorarse con el uso del congelador y del lavavajillas. En ocasiones, puede perder el cierre hermético y teñirse del color de los alimentos. En cuanto al microondas, debe verificarse que el fabricante indica que puede introducirse en este electrodoméstico.
Las ventajas del vidrio son varias. En primer lugar, los táperes de este material pueden esterilizarse muy bien y así eliminar cualquier carga microbiana, no se deforman ni adquieren olores de los alimentos, son impermeables a la humedad y al oxígeno y no ceden partículas al alimento. Pero es un material que puede romperse si no se maneja con precaución y, además, es más pesado que el plástico para transportar.