El pasado 20 de julio las autoridades belgas comunicaban, a través del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la UE (RASFF), la detección de niveles altos de fipronil en huevos procedentes de Holanda. Este insecticida de uso veterinario, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como “tóxico moderado”, está prohibido para animales destinados al consumo humano. La alerta podría haber traspasado el ámbito alimentario tras el cruce de acusaciones entre Holanda y Bélgica por la gestión llevada a cabo. El artículo aborda algunos de los interrogantes que genera esta crisis.
Millones de huevos se han retirado de las estanterías de los supermercados de 16 países europeos, según el RASFF, entre los que se encuentran Alemania, Austria, Dinamarca, Irlanda, Italia, Polonia, Rumaina, Bélgica, Holanda, Francia, Reino Unido, Suecia y Suiza. Son los afectados, hasta la fecha, por el escándalo de los huevos contaminados con fipronil. Se cree que también han entrado en la cadena alimentaria a través de productos procesados como galletas y pasteles.
Los huevos contaminados proceden de un mismo productor, ya se han identificado y se han retirado de la comercialización. Estos países afectados ya han adoptado medidas sobre las granjas de producción y los huevos presuntamente implicados, como el bloqueo de la producción de estas granjas, así como la localización y la retirada inmediata del mercado de los productos implicados.
En España, según informa la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), no se han distribuido productos implicados. De hecho, se ha detenido a tiempo la entrada de una partida de 20.000 unidades de huevo líquido pastaurizado contaminado con fipronil, procedente de Francia. Dicha partida fue detectada e inmovilizada en Vizcaya por el Departamento de Salud del Gobierno Vasco.
La detección a tiempo de estos productos contaminados demuestra la importancia y el valor de los sistemas de trazabilidad, así como los de avisos y alertas alimentarias, de alcance europeo. No obstante, la situación se ha tildado de crítica y ha generado, como es lógico, preocupación y dudas entre los consumidores. ¿Cuáles son las principales cuestiones que plantea esta crisis?
1. ¿Qué es fipronil?
Fipronil (DEGA 16) es un insecticida que ataca al sistema nervioso de los insectos. No está autorizado para uso en animales de producción de alimentos, pero sí puede emplearse para eliminar pulgas de animales domésticos. Sin embargo, en el caso que nos ocupa se ha utilizado en forma de spray sobre las gallinas de puesta para tratar la presencia de un ácaro denominado Dermanyssuss gallinae. Este producto, según la AECOSAN, se encuentra en el mercado y se usa en varios países como Holanda, Francia, Italia, Alemania y Polonia. Se sospecha que una empresa belga podría haber mezclado fipronil con algunos otros productos de fabricación propia.
Cuando se ingiere un producto contaminado con este insecticida pueden aparecer náuseas y dolor de cabeza, entre otros síntomas. Sin embargo, la toxicidad del fipronil es baja para los seres humanos. Los expertos en seguridad alimentaria y nutrición, como el holandés Martijn Katan, señalan que habría que comer miles de unidades de huevo contaminado para que realmente fuera nocivo para las personas. La crisis de los huevos con fipronil tiene más gravedad legal que sanitaria. O, dicho de otro modo, el verdadero escánado reside en el hecho de que los países implicados en la contaminación no hayan informado de lo sucedido a tiempo, como veremos a continuación.
2. ¿Cuál ha sido el origen de la crisis?
A principios de agosto las autoridades de seguridad alimentaria holandesas alertaban de la presencia de fipronil en remesas de huevos, y los calificó de «nocivos» para los niños. Se sospecha que el pesticida se mezcló con otros que sí son legales. La firma holandesa Chickfriend es la que supuestamente desinfectó a las aves con la mezcla que había comprado a Bélgica. A la problemática de la crisis se le suma el hecho de que Holanda tendría información del problema desde noviembre de 2016, pero entonces las autoridades sanitarias y agrícolas no consideraron oportuno informar porque ya tenían una investigación en marcha. No fue hasta finales de julio cuando la Comisión Europea recibía la noticia por primera vez tras recibir una notificación oficial de Bélgica. Holanda y Bélgica se acusan mutuamente de no haber gestionado bien la crisis.
3 ¿Cuáles son algunas de las medidas adoptadas?
Desde finales de julio Holanda ha bloqueado la producción de 200 granjas donde se usó el producto. En Alemania el problema ha sido que las compañías envasadoras de huevos procedentes de Holanda los han mezclado en los centros de embalaje con huevos de otras granjas. Por tanto, se han tenido que hacer labores de seguimiento de estos centros de embalaje receptores y de información a los clientes. También se han tenido que localizar y retirar los huevos implicados a través de los clientes a los que se ha distribuido los huevos afectados. La agencia de seguridad alimentaria belga ha publicado los códigos de los huevos afectados para que los consumidores puedan identificarlos y devolverlos. La Comisión Europea tiene previsto reunirse, a finales de septiembre, con los ministros belga y holandés, además de los representantes en seguridad alimentaria, para valorar la situación y trabajar conjuntamente con el fin de avanzar en las investigaciones.
4. ¿Por qué es importante informar?
El caso de los huevos contaminados con un insecticida en la UE ha abierto un tema de gran importancia en seguridad alimentaria: la información en casos de alerta. La Comisión Europea ya ha manifestado que si se detecta un nuevo caso de «no notificación de un Estado miembro», como podría haber ocurrido con esta crisis, «el Estado en cuestión estará incumpliendo la regulación y entonces se podría iniciar un procedimiento de infracción», ha reconocido en rueda de prensa Anna Kaisa Itkonen, portavoz de Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea.
La UE cuenta con el RASFF, una potente herramienta de intercambio de información entre las distintas autoridades responsables de los alimentos que tiene como objetivo eliminar de la circulación todo alimento que pueda suponer un riesgo. Una extensa base de datos permite seguir el rastro de los alimentos durante todo el trayecto que siguen hasta que se comercializan. Hay distintos tipos de notificaciones, como las de alerta, que es la que nos ocupa. Estas se envían cuando el alimento ya está en el mercado e implica un riesgo. En estos casos es necesario tomar medidas de manera inmediata. El país que identifica el problema y tomas las acciones pertinentes (como la retirada del producto) es el que desencadena la alerta.