La investigación en el campo de la conservación de alimentos se ha dirigido desde hace años a conseguir que estos duren más con todas las propiedades organolépticas y de seguridad. Los estudios en este campo han evolucionado, sobre todo, gracias a la necesidad de desarrollar alimentos cada vez más variados y seguros en el espacio. Y es que uno de los objetivos en este terreno es conseguir que las misiones espaciales cuenten con una nutrida variedad de productos con capacidad para durar varios meses bajo condiciones ambientales muy específicas. Este artículo detalla en qué consisten estas últimas investigaciones, cuáles son los nuevos retos y cómo pueden afectar a los consumidores los avances que se consiguen en el ámbito espacial.
Los alimentos son, en todas partes, una necesidad básica. En el espacio, la nutrición se convierte en una misión más: la de conseguir mantener el sabor, el valor nutritivo y una mayor duración de los alimentos. Los expertos trabajan para ampliar las opciones de comidas espaciales y buscan las mejores para viajes de larga duración. A día de hoy, los alimentos que consumen buena parte de los astronautas son, según la NASA, «muy parecidos a los que se consumen en la Tierra». Durante los últimos 50 años, se ha producido un importante desarrollo que ha transformado el sistema alimentario espacial. El objetivo no solo ha sido conseguir que los alimentos duren más tiempo, sino proporcionar a los astronautas una oferta dietética más variada y atractiva. Aceptabilidad organoléptica, eficacia nutricional y seguridad alimentaria son los tres ejes fundamentales.
Alimentos para misiones espaciales
En misiones espaciales se emplean alimentos que no se desmenuzan con facilidad
La comida en el espacio requiere una preparación y una conservación especiales. La preparación de cada uno de los alimentos depende del tipo de producto. En cuanto a la conservación, algunos pueden ingerirse en su forma natural, como nueces y frutas desecadas, y otros requieren tratamientos específicos para almacenarlos, como la extracción de agua (inactivación de los microorganismos durante el procesado, lo que permite una mayor estabilidad y alimentos más seguros. En algunos casos, sin embargo, se puede reducir la calidad de los alimentos, incluido el valor nutricional. Los retos son importantes, «pero no insuperables», informa la NASA. Los principales son:
Los alimentos deben ser ricos en nutrientes y cumplir con unos determinados indicadores sensoriales.
Conseguir una vida útil de cinco años.
Desarrollar procesos de cocción en gravedad que reduzcan el riesgo microbiano.
Comer en el espacio o en la Tierra
Comer en el espacio no es solo una cuestión nutritiva, sino que es pura ciencia, ya que en condiciones de gravedad la cocina en el espacio es un verdadero desafío. Pero en algunos casos la comida de un astronauta no es muy diferente de los alimentos que se consumen en la Tierra. Frutas, nueces, pollo, carne de res, dulces o bebidas como café o té son algunos de los alimentos que se pueden llevar. Una de las principales diferencias entre el alimento del espacio y el de la Tierra es el método de preparación. En condiciones de gravedad, solo algunos pueden ingerirse en su forma natural, como la fruta. La mayoría se deshidratan y, en el espacio, requieren la adición de agua para volver al estado en el que estaban cuando se cocinaron.
Condimentos como mostaza, mayonesa o ketchup están disponibles en paquetes, mientras que otros como la sal y la pimienta se presentan en forma líquida porque en su estado sólido sería complicado espolvorear los alimentos sin que las partículas flotasen. Y es que el principal problema con la comida y bebida en el espacio es que no hay gravedad. En un futuro, los expertos esperan poder cultivar sus propios alimentos en misiones largas a Marte o estancias prolongadas en estaciones espaciales.
La cámaras de refrigeración de productos como frutas y hortalizas. Sin residuos, AiroCide funciona con luz ultravioleta y lo utilizan agricultores, transportistas y minoristas de numerosos países. La tecnología patentada, trabaja, por tanto, para destruir microbios nocivos en el aire y acabar con compuestos orgánicos volátiles como el gas etileno. Cuenta con la aprobación de la Adminstración de Alimentos y Fármacos estadounidense (FDA).