Kenia, Chad, Burundi o Somalia son algunos ejemplos de la situación por la que atraviesa África. El continente mas pobre del mundo sufre continuos conflictos armados que han hecho mella en la población. Los desplazados se cuentan por cientos de miles, las enfermedades campan a sus anchas y la desnutrición infantil no conoce límite. En medio de este caos, algunos trabajadores humanitarios se han visto obligados a retirarse del terreno, víctimas del fuego cruzado que se ha apoderado de una parte importante del continente.
Falta de seguridad
Casi el 50% de la población africana vive en la más absoluta pobreza. Son escasas las zonas que escapan a esta situación. Las que lo hacen, perviven gracias a una economía más saneada que en el resto del continente o a los esfuerzos de cooperantes y personal desplazado de organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, este panorama podría cambiar. En las últimas semanas, algunas ONG y organismos internacionales han retirado a sus equipos de las áreas de trabajo. ¿La razón? La dificultad para garantizar la seguridad del personal. “El continente africano atraviesa una crisis y, en cualquier momento, puede haber una revuelta”, alerta el director de África Digna, Guillermo Giménez-Salina.
Este tipo de decisiones son “sumamente difíciles”, ya que la principal perjudicada es la población
El pasado 31 de diciembre, un vehículo de Acción contra el Hambre (ACH) fue tiroteado en Burundi. En él viajaban una enfermera nutricionista que resultó herida de gravedad y una psicóloga en misión que falleció a consecuencia de las heridas, Agnès Dury. La investigación sobre lo ocurrido no permitió aclarar las circunstancias del ataque, sólo que fue “deliberado”, pero tres semanas después ACH tomó la decisión de interrumpir sus programas en Burundi debido a que las condiciones de seguridad no permitían “una reanudación serena de las actividades”.
Según recuerda el director de operaciones de ACH, Carlos Fernández, este tipo de decisiones son “muy difíciles”, pero la seguridad de los cooperantes es “una premisa para trabajar”. “Se trata de renunciar a la acción humanitaria allí donde sabemos que es necesaria y no es fácil aceptar una cosa así”, lamenta. Con anterioridad, la Red Internacional de Acción contra el Hambre tuvo que renunciar a trabajar en Irak y cerró algunas bases debido a problemas de seguridad, mientras que en estos momentos se plantea el cierre de una base en Angola “porque se han encontrado minas en un vía de acceso supuestamente desminada”, que los equipos de la ONG recorren a diario.
En el caso de Somalia, Médicos Sin Fronteras decidió hacer lo propio tras un ataque en el que perdieron la vida tres personas: el cirujano Victor Okumu, de 51 años y procedente de Kenia; el logista francés Damien Lehalle, de 27 años; y el conductor somalí Mohmed Abdi. Los tres viajaban en un vehículo que fue alcanzado por una explosión el pasado 28 de enero en la ciudad de Kismaayo, cuando se dirigían a almorzar tras practicar cirugía de urgencia durante toda la mañana. “Como muestra de respeto y por la falta de claridad entorno al ataque”, MSF decidió suspender, “por el momento”, su presencia internacional en el país. En total, 87 trabajadores internacionales fueron evacuados de 14 proyectos en Somalia, aunque las actividades médicas más urgentes continúan bajo la supervisión de trabajadores somalíes que colaboran con la ONG.
Retirada temporal
En otra zona del continente, el este de Chad, los equipos de MSF también se han reducido a consecuencia de la situación conflictiva que se vive, si bien algunos equipos aún siguen trabajando en la región. No así en el caso de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), que ha retirado temporalmente parte de su personal del este de Chad tras varias incursiones de grupos armados en sus instalaciones. Sólo el personal esencial se mantiene en la zona para asegurar el apoyo básico en los campos de refugiados, que acogen a cerca de 30.000 refugiados de Darfur. “Cuando las condiciones de seguridad impiden cumplir con nuestro mandato y, además, la integridad física o la vida de los trabajadores humanitarios se ve amenazada, no hay otra alternativa más que evacuar al personal”, explica la responsable de información pública del ACNUR en Chad, Annette Rehrl.
“Cuando la integridad física de los trabajadores humanitarios se ve amenazada, no hay otra alternativa más que evacuar al personal”
Los refugiados llegan por miles, “el sábado día 9 llegaron unos 10.000”, precisa Rehrl. En su mayoría, son mujeres y niños “muy traumatizados”. Por ello, cuando una organización se retira de un territorio, se trata de continuar asistiendo a la población a través de organizaciones locales, desde los países limítrofes. “Antes de la evacuación, el ACNUR trata de organizar las actividades en los campamentos a través de los propios líderes de los refugiados para que se pueda mantener el suministro básico de asistencia humanitaria”, añade Rehrl.
Cuándo interviene una ONG
Una ONG decide intervenir en un país cuando confluyen dos necesidades: asistencia y protección. “Nuestro objetivo es aliviar el sufrimiento y contribuir a la supervivencia de las poblaciones más vulnerables”, explican desde MSF. En este caso, entran en juego el derecho de todas las personas a la salud y a la integridad física, pero además, la presencia de personal humanitario y su contacto con la población permiten denunciar casos de injusticia o vulneración de derechos.
Las catástrofes naturales son otra razón por la que el personal de una ONG se traslada a trabajar a una determinada zona o país. Se trata, en muchos casos, de situaciones de emergencia en las que es necesario atender a la población, especialmente, en los primeros momentos. A menudo, este tipo de intervenciones se centran en quienes no reciben asistencia o encuentran más dificultades para acceder a ella.
“Nuestro objetivo es aliviar el sufrimiento y contribuir a la supervivencia de las poblaciones más vulnerables”, revela MSF
En otros casos, el personal internacional se traslada a países que padecen epidemias o hambrunas. Son actuaciones a largo plazo, proyectos estables que tratan de paliar las consecuencias de enfermedades olvidadas o situaciones que se prolongan en el tiempo. Lo que siempre se intenta es trabajar en colaboración con personal local, ya que conoce las necesidades reales de la población, además del idioma. En función de las necesidades de cada proyecto, la estructura del equipo varía.
Por otro lado, en cada país suele haber varios proyectos, por lo que cuando se suspenden las actividades de una organización, la población afectada es mayor de lo que en principio pudiera parecer. Generalmente, los proyectos se coordinan desde la capital del país, donde se encuentra el coordinador general o jefe de misión. El resto del equipo suele estar compuesto por una persona encargada de llevar las cuentas, un coordinador médico, un coordinador logístico y trabajadores nacionales que dan apoyo en distintas áreas.
Cuando una ONG abandona un país, se intenta que este equipo traspase sus proyectos “a otras organizaciones o a las estructuras nacionales”. “En Burundi, afortunadamente, hemos podido hacerlo con los programas de tratamiento de la desnutrición porque ya habíamos comenzado hace tiempo el traspaso a las estructuras públicas de salud”, detalla el director de operaciones de ACH.