Internet es hoy en día un inmenso centro cultural multidisciplinar donde el usuario no sólo puede admirar las más diversas manifestaciones culturales, sino que también tiene la opción de convertirse en padre y protagonista de las mismas. Lo primero que el internauta-artista debe tener claro es en qué disciplina quiere ubicar su obra. En función de la misma, las herramientas que deberá emplear serán distintas.
Fotografía: ¿Álbum o sala de exposiciones?
El usuario que desarrolle su creatividad en el ámbito de la imagen encontrará en Internet un terreno abonado para crear, alojar y promocionar sus obras. Existen innumerables programas y herramientas que le permitirán desde editar y guardar sus fotografías y vídeos en diversos formatos digitales, hasta alojarlas en la Red y promocionarlas a lo largo y ancho del mundo, incluso enviándolas al sitio web desde el móvil.
Adobe Photoshop y The Gimp: maestros del retoque
Tradicionalmente, un aficionado a la fotografía que quisiera digitalizar sus imágenes tenía que recurrir al escáner. Sin embargo, desde hace relativamente pocos años el auge de las cámaras digitales ha eliminado este trámite y las fotografías ya se obtienen en formatos digitales como .jpg, .JPEG, .TIFF, .gif y otros con buena calidad, incluso para ser impresas en papel.
Por consiguiente, contar con una buena cámara digital sirve de gran ayuda, pero no es la única alternativa; existen en la Red numerosos sitios web, como Internet Archive, donde los usuarios alojan imágenes libres, o con licencias Creative Commons, que permiten retocarlas, fundir unas con otras, hacer collages digitales… En definitiva, jugar de un modo artístico con ellas y después subirlas a la página personal para exhibir el resultado.
De todos modos, tanto si las obtiene con su cámara como si las descarga de páginas web con licencia, el usuario necesitará un programa editor de imágenes para poder ajustarlas a sus preferencias. Adobe Photoshop es el más popular y veterano, pero no el único. Además, hay que pagar para poder usar Photoshop legalmente. The Gimp es un programa de retoque fotográfico de características muy parecidas y gratuito. La primera versión fue pensada especialmente para Linux, convirtiéndose en el programa de edición de imágenes estándar de este sistema operativo libre. Actualmente existen versiones totalmente compatibles con Windows y Mac OS.
Flickr: dominio público
Afortunadamente para los artistas visuales, Internet se encuentra hoy en día muy desarrollada en materia de sitios web capaces de alojar sus obras. El paradigma, y sin duda el portal más importante y popular, es Flickr. En poco más de un año, esta web dedicada a dar espacio a las obras gráficas de los internautas, ha pasado de ser una novedad a convertirse en el mayor álbum fotográfico de la historia, con varios millones de fotos en sus páginas y cientos de miles de usuarios transitando diariamente por ellas.
La ventaja de Flickr sobre otros sitios similares es su enorme popularidad. Y ésta reside en su filosofía social y libertaria: a no ser que el usuario diga lo contrario, las imágenes que se alojan en Flickr están en pública exhibición y son de pública adquisición. Cualquier navegante puede enlazarlas y exhibirlas en su página propia, una práctica muy habitual entre los autores de blogs.
Además, Flickr premia las fotografías más visitadas y enlazadas por los internautas subiéndolas desde las páginas originarias a la portada del sitio. Teniendo en cuenta que el número de visitas que recibe ésta cada día supera ampliamente los seis dígitos, ¿se puede pedir más que conseguir colocar una foto en la portada de Flickr?
Darse de alta en Flickr es gratis, aunque la cuenta gratuita está limitada a 20 Megabytes al mes (unas 200 fotos, aproximadamente). Hay un servicio de pago que por 24,95 dólares al año (algo más de 20 euros) proporciona hasta dos Gigabytes de espacio mensual.
Audiovisual: revolución en movimiento
Sin duda uno de los campos con más futuro en Internet es el de los archivos multimedia, y más concretamente los vídeos. La extensión de la banda ancha, con su capacidad de transmitir datos, y la tendencia de los ordenadores a sustituir a los televisores y los lectores de DVD como medios de reproducción de vídeo, juegan a favor del videoartista a la hora de instalar su base de operaciones en la Red.
Por otro lado, gracias al concepto de vídeo digital, que ofrece una calidad de imagen digna de competir con el mundo cinematográfico, las videocámaras permiten realizar grabaciones de gran nivel técnico. Si se une a esto el talento y la ambición artística del usuario, el resultado puede alcanzar con facilidad un grado aceptable de popularidad online.
Las videocámaras graban en cintas MiniDV, con una calidad semi-profesional, o en tarjetas de memoria como las que usan las cámaras fotográficas digitales. Independientemente del sistema de grabación, es muy sencillo pasar las imágenes grabadas a Internet en un formato de compresión .MPEG, .XVID o .DivX (los más frecuentes). Basta con conectar la cámara, o la tarjeta de memoria, al ordenador y descargar las imágenes al disco duro. Éstas se tratan posteriormente mediante los programas de edición conocidos como “contenedores multimedia”.
Una vez que el vídeo ha sido comprimido y editado con el contenedor multimedia, el resultado ya puede ser considerado una obra artística digna de circular por la Red
El contenedor multimedia profesional más popular es Avi, que tiene una versión para Windows conocida como Movie Maker, integrada en el escritorio de Windows XP. Sin embargo, tanto Avi como otros programas de edición, como OGM y Matroska, pueden funcionar en la mayoría de sistemas operativos. Con ellos se pueden tratar por separado las pistas de sonido e imagen de la grabación, cortarlas a trozos y mezclarlas para conseguir una edición eficaz. El sistema es, básicamente, el mismo que se utiliza en una sala de montaje de cine, pero en lugar de trabajar con cinta de celuloide se trabaja con lo que se podría llamar “cinta virtual”.
Una vez que el vídeo ha sido comprimido y editado con el contenedor multimedia, el resultado ya puede ser considerado una obra artística digna de circular por la Red. Para ello es necesario conseguir alojamiento online. De nuevo, como en el caso de la escritura y la fotografía, el usuario puede optar por tener su sitio propio de pago o bien aprovechar portales como Vimeo y Videoegg, que facilitan la publicación y exposición de los vídeos. En el caso de Videoegg, un reciente acuerdo con el servicio de Blogs Typepad permitirá difundir las obras multimedia de los internautas tal y como ahora se difunden las fotografías alojadas en Flickr.
No hay por qué pagar por la hoja en blanco
La literatura y la informática han ido de la mano casi desde el principio; una de las primeras herramientas de oficina que se crearon fueron los procesadores de textos, herederos directos, y verdugos, de las máquinas de escribir. Un ejemplo de procesador gratuito es AbiWord, que tiene casi tantas aplicaciones como el procesador (Word) que se incluye dentro del paquete Microsoft Office.
Una vez se ha escogido el medio en el que se desea escribir la obra literaria, ya sea novela, relato o poesía, ésta se guardará en un formato digital u otro según las preferencias del autor. El siguiente paso, tras la creación y digitalización de la obra, es conseguir un espacio online donde alojarla: un servidor. Hay servicios que proporcionan alojamiento por un precio razonable, aunque para establecer un sitio personal y elaborado lo mejor es disponer de servidor y página propios. Por 34 euros anuales se puede conseguir un servidor con buenas garantías.
El blog como forma de arte
Si no se desea tener que pagar una cuota mensual por ser propietario de un espacio privado en la Red, hay numerosas empresas que proporcionan alojamiento a la obra escrita. Sucede así, por ejemplo, con el sello editorial Traficantes de sueños. Sin embargo, la forma actualmente más extendida de presentar las creaciones literarias es el blog. En ellos se pueden dejar desde poemas y relatos cortos hasta novelas por entregas. Existen empresas, como Blogger y WordPress, que ofrecen espacio a la literatura mediante la creación gratuita de blogs. Algunos, como La Petite Claudine, son muy populares y reconocidos entre los internautas.
Los blogs presentan especiales ventajas para los literatos que quieran darse a conocer virtualmente, pues no están pensados como páginas estancas a las que haya que acceder forzosamente a través de una dirección de Internet, sino como comunidades conectadas en las que los escritores se leen, se citan y se enlazan entre sí con profusión. Tal es su fuerza social que se han desarrollado, con gran éxito, buscadores específicos de blogs como bitácora personal que “no hay nada mejor para mejorar tu prosa que alimentar un blog”. Casciari argumenta que el escritor crea para ser leído, por lo que este formato es ideal para llegar a un público global. Además, con los blogs es fácil obtener de manera casi inmediata (a través de los comentarios que dejan los lectores) una opinión ponderada sobre la calidad de lo que se está escribiendo.